Usted preside la Asociación Mundial de Psiquiatría, con sede en Londres, a la que están afiliados 250.000 psiquiatras de 120 países del mundo. La primera pregunta es: ¿Por qué al Reino Unido parece haberle pegado más duro que a otros países?
Es cierto que el Reino Unido ha sido una de las regiones más afectadas por la pandemia en Europa. Hemos visto morir a miles y miles. Ya llevamos prácticamente un año confinados, y seguimos, no obstante que hay una muy fuerte campaña pública de vacunación.
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Sí, precisamente el Reino Unido lleva a cabo una de las vacunaciones más rápidas del mundo... ¿Por qué es uno de los países con más muertos?
Retrasos en ordenar los confinamientos, en endurecer las restricciones de los viajeros. Eso solo comenzó por el temor de la nueva variante, que se propaga con rapidez. Y no ha habido una real cooperación del público, a pesar de que el primer ministro Boris Johnson le pidió a la gente quedarse en casa y a salvo. La respuesta no fue muy satisfactoria.
¿Cómo cree que la gente en todo el mundo está sorteando, a la fuerza, esta pandemia tan inesperada?
Es probablemente uno de los más difíciles tiempos en la historia de la humanidad. Siempre ha habido pandemias en el pasado, pero ahora el mundo moderno es una aldea global y las noticias de pandemias y desastres y de todos estos eventos son compartidas por todo el planeta al minuto. Esta pandemia en particular no ha afectado solo a un país, a una nación, a un continente, a una sola parte del planeta. Es realmente global. No hay país del mundo que se haya salvado de la pandemia. Entonces, las implicaciones y el impacto son más reales, comparados con muchos desastres previos.
¿Qué cambios permanentes dejará esta brutal pandemia en la humanidad?
Como ser humano y, más importante, como un profesional de la salud mental, me preocupan sus implicaciones en este aspecto. La sociedad está angustiada porque nadie haya aparecido todavía con la solución final y concreta a esta pandemia, ni con cálculos confiables acerca de cuánto más durará. Luego es difícil decir cuánto más seguiremos sufriendo por sus distintos aspectos, no solo por los propiamente clínicos, sino, por ejemplo, por los efectos de las pérdidas de vidas de muchas personas queridas y cercanas. La incertidumbre acerca del tratamiento es otro factor. Nadie sabe cuál es el mejor para esta enfermedad. No estamos seguros de qué pasará ni siquiera con la vacunación. Muchos son aún muy pesimistas sobre sus efectos a largo plazo. Basados en estas implicaciones, infortunadamente el futuro se ve muy sombrío en muchos aspectos. Lo que sentimos los profesionales de la salud mental es que sus efectos serán muy visibles y dañinos en la población en general. Evidencia que hemos estudiado, proveniente de varias investigaciones, demuestra que hay una mayor incidencia en la ansiedad y la depresión, que aumentan por la dificultad de interactuar y por la aprehensión sobre la mortalidad vinculada con esta pandemia, más allá de otros muchos problemas psicosociales que están contribuyendo a degradar el bienestar general.
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No hay país del mundo que se haya salvado de la pandemia. Las implicaciones y el impacto son más reales, comparados con muchos desastres previos
Hablemos de los equipos médicos, que apenas empiezan a ser vacunados y que sufren del llamado “efecto del recalentamiento”, por el estrés al que están expuestos...
Tiene toda la razón. El impacto de este covid-19 es especialmente duro con los médicos del primer frente y los trabajadores sociales. Está teniendo un gran efecto sobre su salud, sus niveles de trabajo y su capacidad de funcionamiento. Si usted es un médico o un miembro del equipo y está sometido a ver tantos muertos cada día, y es consciente de su incapacidad de evitarlo, esto incrementa su ansiedad y afecta significativamente su salud mental. Este “recalentamiento” del cuerpo médico se está volviendo cada vez más visible y más físico.
¿Cómo se maneja el pánico de la gente a contraer el virus, que está cada vez más extendido?
Es un gran problema. No solo lidiamos con una pandemia. Sino que la realidad de la muerte se ha instalado en la mente de las personas. Escuchamos las noticias de nuestros parientes, amigos, que están muriendo o siendo hospitalizados... Obviamente, esto incrementa el temor. Y este temor deriva en ansiedad, en desesperanza, en sensación de impotencia. Porque nadie puede asegurar que esto será definitivamente tratable y manejable a un plazo relativamente corto. Tener que ir a un hospital se asocia con riesgos extremos de llegar a morir. Y cuando los doctores, enfermeras y trabajadores sociales son incapaces de dar las respuestas acerca del tratamiento que nos sacará de esto, eso nos profundiza más la desmoralización.
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¿Qué les pasará a los niños de esta generación, que ya completan en muchos sitios un año o más aislados de sus amigos y recibiendo en sus casas educación de menor calidad?
Será otra consecuencia muy perjudicial. Un año con los niños alejados de sus colegios, incapaces de interactuar... El sistema online puede ser efectivo y benéfico para un período corto. Pero es especialmente difícil para las familias que viven en espacios pequeños, sin la posibilidad de contar con espacios abiertos para la recreación y el esparcimiento. ¿Cómo pueden arreglárselas para vivir veinticuatro horas al día, siete días a la semana, encerrados en esos pequeños espacios, sin poder salir y ser sociables por fuera de sus lugares de residencia? Cuando los niños van al colegio, no solo aprenden buena educación, sino interacción social, cómo convivir con los demás, y ser amigables. Todos estos desarrollos están vinculados con la actividad escolar, con pertenecer a un sistema y con tener una rutina. Por lo que esto ha sido tremendamente destructivo. Otro aspecto es el que hace rato nos preocupa: la adicción de niños y jóvenes a internet. Con este confinamiento y el cierre físico de los colegios, esta adicción se ha aumentado. Y será muy contraproducente en términos de su bienestar personal.
¿Cree que esta pandemia también afecta mental y psicológicamente hasta a los líderes políticos del mundo, ante su impotencia de evitar las muertes de miles de sus ciudadanos?
Pero por supuesto. Los líderes políticos son seres humanos. También tienen hijos, familias, amigos. Y no obstante todos los esfuerzos, no ven aún la luz al final del túnel. Quisieran poder tener buenas noticias, pero ni siquiera conocemos los verdaderos impactos de las nuevas variantes de esta pandemia. Solo se sabe que son altamente infecciosas y mortales. Luego eso prolonga la agonía de la gente expuesta a esta incertidumbre. Desde luego, los gobernantes también sienten, también temen, y su impotencia se agrava cuando son incapaces de hacer o de cumplir lo que la gente está esperando de ellos.
¿Cómo cree que va el tema de las vacunas? Escuchamos de demoras en su distribución, de escasez de suministros, de inequidad entre países ricos y pobres, de nuevas mutaciones que están retando su efectividad...
Para empezar, es buena noticia que por lo menos haya vacunas. Pero ni aun los científicos están plenamente seguros de cuáles serán sus efectos a largo plazo. Puede que eventualmente llegue el fin de la pandemia, pero eso aún tomará meses, años. También existen los retos de que la vacuna sea útil para todos. Incluso en el Reino Unido se tomó la decisión de espaciar las dosis de las vacunas que requieren aplicaciones, para hacer sus efectos más extensivos, así sean menos potentes. Todo se relaciona con el abastecimiento. Los países ricos tendrán más poder financiero para comprarlas. En los países pobres habrá, naturalmente, menos vacunación, y no estarán en la lista de prioridades de los países que podrán comprar vacunas en el mercado abierto. Y esto obviamente aumentará la inequidad mundial.
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Con el confinamiento y el cierre físico de los colegios, la adicción al internet se ha aumentado. Y será muy contraproducente
La gente se muestra aburrida ya de toda esta situación. Del encierro, de los tapabocas, del distanciamiento social, de no poder ir a trabajar... Por eso muchos están cediendo en cumplir los protocolos que exige cuidarse, y hasta están desatendiendo e incluso desafiando los llamados de la autoridad.
Es absolutamente correcto. El encierro, el distanciamiento social, la no socialización han impactado ciertamente el bienestar y el funcionamiento de todos. Adicionalmente, a medida que se gana mayor experiencia en el manejo de esta pandemia, se conoce que muchas de las personas que se recuperan del virus continúan sufriendo sus efectos durante períodos más largos. La infección es de largo cubrimiento. Esto significa que usted no solo se queda unos días, unas semanas, en el hospital, hasta que empiece a mejorar y finalmente lo den de alta. Sino que, desafortunadamente, ciertos síntomas, como fatiga, bajo estado de ánimo, continúan por semanas, y hasta por meses. Esto no solo alarga el sufrimiento de la gente, sino que la hace más ansiosa, preocupada y temerosa.
Finalmente, como presidente de la Asociación Mundial de Psiquiatría, ¿cuál es su mensaje de esperanza para la humanidad?
Hay lecciones por aprender. La primera y más importante es que tenemos que volvernos mejores personas con la comunidad. Proveer, como podamos, ayuda y asistencia a todos los que la requieran. Debemos ser capaces de transmitir un mensaje de armonía. Sin importar quién es rico o pobre. O joven o viejo. Esta pandemia nos afecta a todos. Como seres humanos, como sociedad, tenemos que estar más en armonía, y ese es el primer mensaje. El segundo es que siempre hay una esperanza. Para eso hay que ser capaces de descubrir el lado positivo de cualquier desastre, porque muchas veces se producen mayores oportunidades. Siempre hay una luz, una esperanza. Y es bueno ponernos en esa tónica porque no habrá salud sin salud mental, y eso es lo más importante para un desastre como este. La salud física de la gente es muy importante, pero su salud mental es más importante para enfrentar y soportar esta particular situación. Ahora: como presidente de la Asociación Mundial de Psiquiatría, les pido a todos mis afiliados que aborden a sus gobiernos para que, junto con el cuerpo médico, incluyan a los enfermos mentales crónicos en las listas de las vacunas prioritarias, ya que ellos tienen unos riesgos más altos en sus vidas, por la comorbilidad con otras enfermedades médicas, y la incapacidad para tomar las medidas necesarias para cuidar su salud.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO@MIsabelRueda
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