Durante la toma a la embajada de la República Dominicana, la cual cumple 40 años este 27 de febrero, un personaje insólito fue protagonista de este hecho que puso en la boca del mundo al conflicto armado colombiano.
Se trató de una mujer de baja estatura, de carácter recio al principio pero muy amable y cordial después que respondía al alias de La Chiqui. Carmenza Cardona Londoño era su verdadero nombre, pero fue apodada así por los periodistas que durante 61 días cubrieron este secuestro masivo.
Dicha actitud y trato con todos los involucrados en la toma fue el origen de los múltiples amores con los que se vinculó a esta guerrillera, pues durante el rapto se habló de que el amor nació entre ella y sus rehenes o, incluso, sus camaradas del M-19.
‘La Chiqui’ soñó con ser modelo, como un camarada suyo contó, aunque nunca lo logró y se unió a la guerrilla. Durante la toma no mostró su rostro, siempre lo mantenía cubierto con las capuchas del M-19. No obstante, quienes sí le vieron el rostro alguna vez, aseguran que no era una mujer atractiva, pero que su personalidad arrolladora era muy llamativa.
'La Chiqui' era la encargada de negociar la libertad de 311 presos políticos retenidos en cárceles en Bogotá, Bucaramanga, Cali y Meta, además de 50 millones de dólares que el Gobierno Nacional debía entregarles. Esa fue la idea que fundamentó la ‘Operación Libertad y Democracia’, más conocida como la toma a la embajada de República Dominicana en Colombia, realizada por la guerrilla M-19.
Este suceso ocurrido el 27 de febrero de 1980 a las 12:15 p. m. paralizó al país durante 61 días. Esa tarde, unas 50 personas se lanzaron al piso tras escuchar la detonación del arma disparada hacia arriba por Rosemberg Pabón, identificado como ‘Comandante Uno’ y líder del secuestro masivo, el cual pasó de la primera cifra a solo 17 en cuestión de minutos, debido a que el personal de servicios del lugar, las mujeres y los niños fueron dejados en libertad.
Pabón había entrado como invitado ese día a la celebración de la independencia de República Dominicana, el aniversario 136 de este país caribeño, quizá uno de los más aciagos en su historia.
Junto al Comandante Uno entraron tres guardaespaldas, los cuales ayudaron a dar el aviso para que doce guerrilleros que jugaban un partido de fútbol callejero a contados metros de la embajada sacaran sus armas y realizaran una maniobra herradura, con la cual lograron tomarse con éxito la embajada.

En esta foto, un socorrista y un reportero gráfico aparecen tendidos mientras otros enfocan sus cámaras a la residencias.
Miguel Díaz/Archivo EL TIEMPO
Los insurgentes camuflaron sus armas en chaquetas verdes y rojas con las que jugaban fútbol en el frío de Bogotá.
Pocos minutos pasaron para que se iniciara la confrontación con la Fuerza Pública. Disparos iban y venían entre los 16 guerrilleros y los uniformados al servicio del país, hasta que uno de ellos impactó a un joven subversivo de 17 años, quien se desangró dentro del lugar.
Tras esta baja al M-19, el Comandante Uno gritó “Mataremos un rehén cada diez minutos”. El Ejército se amedrentó un poco y calmó su ímpetu ofensivo.
Posteriormente, todo quedó en una tensa y absoluta calma cuando los mismos embajadores pidieron la retirada de los uniformados.
Piden que se retire la Fuerza Pública como la única forma de que se nos garantice la vida a los que estamos aquí
De esta forma iniciaba la toma más grave en la historia de Colombia, al menos en el número de secuestrados y hasta ese momento. Entre los funcionarios retenidos estaban los embajadores de Estados Unidos, Brasil, México, Venezuela, Costa Rica, Uruguay, Austria, el Salvador, Egipto, Guatemala, Haití, Suiza, Israel, Italia y –lógicamente- el de República Dominicana. Además, estaba el Nuncio Apostólico.
Tras cuatro días de sitio del Ejército y resistencia del M-19, y de llamadas entre el canciller Diego Uribe Vargas y Rosemberg Pabón, las partes llegaron a un acuerdo.El M-19 designó a Carmenza Cardona Londoño, más conocida como La Chiqui, para mediar con el Gobierno de Turbay Ayala, quien delegó a Ramiro Zambrano y al fallecido Camilo Jiménez como sus interlocutores.
Durante uno de los diálogos, yo le ofrecí un cigarrillo y ella dijo ‘qué carajos’, se quitó la máscara y fumó conmigo
Zambrano recuerda a ‘La Chiqui’ como una mujer huraña en un principio, pero luego muy cordial. Al punto que recuerda alguna anécdota que tuvo con ella en esa zona neutral donde negociaron, una camioneta amarilla sin puertas traseras.
“Durante uno de los diálogos, yo le ofrecí un cigarrillo y ella dijo ‘qué carajos’, se quitó la máscara y fumó conmigo. Luego de este episodio, en cada uno de los diálogos posteriores me preguntaba si tenía cigarrillos”, relata.
Durante los 61 días de la toma, a ‘La Chiqui’ se le vinculó sentimentalmente con varios de los protagonistas de esa novela de terror. Algunos decían que tuvo amores con el embajador de Venezuela, otros que con Pabón y hasta con el embajador de México. No obstante, ninguno de esto pudo ser un hecho, solo quedaron rumores.
Pese a solo ser chismes, sí hubo una particularidad con el embajador de México, Ricardo Galán. Él fue el único secuestrado que se mostró de acuerdo, como indicó uno de los negociadores del Gobierno, con la guerrilla del M-19.
“Galán quería que se cumplieran todas las exigencias del M-19. Él digo que ya había estado en una situación similar cuando fue embajador en Nicaragua y la solución fue ceder ante los asaltantes. Pero el Gobierno le dijo que no, que él solo era un espectador y víctima, era mejor no opinar”, precisa Zambrano.

En la foto, sentado en el lado izquierdo, también se encuentra el nuncio apostólico Monseñor Angelo Acerbi y, en el centro, alias La Chiqui, negociadora del M19.
Foto: Archivo EL TIEMPO
Todos los rumores que zumbaron la oreja de ‘La Chiqui’ se debían a su personalidad, la misma que le dio el apodo por el cual se le conoce. Según los medios que cubrieron los hechos en su momento, entre ellos EL TIEMPO, los mismos periodistas apodaron como ‘La Chiqui’ a Cardona Londoño, debido a su actitud cordial y su baja estatura.
Dicha estatura no fue problema para que la prensa considerara a ‘La Chiqui’ como uno de los pilares de la toma, incluso el Gobierno.
Zambrano recuerda a Cardona como una mujer impetuosa, incluso una vez -tras un desacuerdo entre ellos- ella se exaltó y gritó fuertes arengas.
Su carácter también fue clave para la duración del secuestro. Medios de comunicación revelaron que el trato de ‘La Chiqui’ con los rehenes fue muy amable y los ayudó emocionalmente a sobrellevar la dramática situación de la que eran víctima por partes de esta guerrilla.
Tras 24 reuniones entre los negociadores del M-19 y el Gobierno de Turbay Ayala, se llegó a una solución el 26 de abril. ‘La Chiqui’ concilió con Jiménez y Zambrano, precisamente este último le dijo que debían dejar constancia por escrito, a lo que Cardona dijo: ‘Deja regreso a la embajada y traigo papel y lápiz”.
Sin embargo, Zambrano prefirió entregarle su propio lapicero para que ahí mismo escribiera la constatación del fin de la toma. “Escribe con el mío que tiene la punta suavecita”, le dijo Zambrano a ‘La Chiqui’.
El acuerdo fue simple. Con garantía de acompañamiento internacional por parte de organizaciones como la OEA los guerrilleros viajarían a Cuba, donde dejarían libres a los rehenes y se le garantizaría seguridad a todos, incluidos los subversivos.
Fue triste porque era una mujer que tenía un sueño y que quería un futuro mejor para el país
Al final, 15 guerrilleros aceptaron viajar a La Habana a bordo de un avión de fabricación rusa de la aerolínea Cubana de Aviación junto con 12 de los rehenes, entre ellos los embajadores de Estados Unidos, Brasil, México, Guatemala, Suiza y el Nuncio Apostólico. Siempre bajo la compañía de los funcionarios de la OEA.
Según Zambrano, durante el abordaje cada uno de los insurgentes subió escudado de un rehén para descartar la opción de francotiradores que los liquidaran desde la distancia.
"Cuando 'La Chiqui' subía al avión, se despidió de Jiménez con un "gracias, señor Jiménez". Pero, cuando yo le quise dar la mano, ella me la quitó y me dio un abrazo".
El avión aterrizó en Cuba y todo prosiguió tal cual se acordó. El Gobierno logró recuperar a todos los secuestrados, dio una buena imagen con su gestión pacífica ante el mundo tras la humillación sufrida por 16 hombres armados con pistolas nueve milímetros que osaron ir en contra de las leyes del Estado, no se vio en la obligación de liberar a ningún preso de la guerrilla ni entregó dinero alguno. Al menos eso dijeron los negociadores.
Por su parte, como afirmó Rosemberg Pabón, el M-19 logró su cometido: “El objetivo del operativo era cuestionar el sentido de la democracia colombiana. Ampliar al ámbito internacional las denuncias que ya conocía el país sobre las violaciones a los derechos humanos de las personas detenidas por razones políticas y rechazar la competencia de la justicia penal militar para juzgar civiles”.

Reunión cumbre de los guerrilleros del M-19 que viajaron hacia Cuba. En reunión con la prensa, explican el motivo por el cual tomaron la Embajada de Rep. Dominicana en Bogotá.
Foto: Archivo EL TIEMPO
Ahora, el M-19 estaba en boca de todos y se tomó su tiempo antes de volver a dar un golpe al status quo del país.
Con el fin de la toma también terminó el importante papel de ‘La Chiqui’ en el conflicto armado colombiano. Años después se produciría su deceso, afirman algunos; mientras que otros aseguran que está escondida y con una identidad diferente en algún país centroamericano.
Zambrano, en diálogo con EL TIEMPO, recordó la muerte de esta guerrillera, lamentó lo sucedido y afirmó que ella fue dada de baja en medio de un enfrentamiento en selvas del Chocó.
“Ella era una mujer humilde, de mirada penetrante. Su padre fue un carpintero que logró ayudarle a estudiar psicología en la Universidad del Valle. Luego, se cansó de esa carrera y se pasó a otra. Fue triste porque era una mujer que tenía un sueño y que quería un futuro mejor para el país”.
‘La Chiqui’ murió en ley, como se diría popularmente. Se había entregado por completo a la causa del M-19 y pese a no lograr obtener los 50 millones de dólares que pretendían en un principio (solo tres millones, se informó, los cuales fueron recaudados a través de particulares en todos los países afectados por la toma de la embajada), ni la liberación de sus camaradas; sí logró cumplir su tarea en la ‘Operación Libertad y Democracia’, evitó que sus compañeros fueran liquidados.
DUVAN ALVAREZ DE LAS SALAS
ELTIEMPO.COM(Visite nuestro especial digital 'La toma de la Embajada: 40 años' para entender el impacto de este acontecimiento histórico en el país)