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Este es el país que sueñan las víctimas de las Farc
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El tema es de tan de vital importancia para la finalización del conflicto que uno de los acuerdos alcanzados con la guerrilla tras cuatro años de negociaciones se centra en este tema.

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Eliana Aponte / EL TIEMPO

Este es el país que sueñan las víctimas de las Farc

Hay optimismo pero también exigen que los compromisos entre las partes no queden en papel.

Walter Medina pisó una mina hace diez meses. Ocurrió cuando trabajaba en una finca a dos horas del casco urbano de Ayapel, en Córdoba. Desde ese entonces ha librado una intensa y dolorosa recuperación que le permita volver a caminar. Las esquirlas y el impacto de la explosión le fracturaron sus extremidades y hoy, casi un año después, está comenzando a dar sus pasos. (Lea también: 'Hoy no sentí lo que antes sentía con los señores de las Farc')

“Lo único que quiero es que todo el dolor que yo he vivido, no lo tenga que sentir alguien más. Es muy duro cuando te toca”, dice.

Como él, otras 11 mil personas han sido víctimas de minas antipersona en Colombia en los últimos 15 años, según la Dirección Nacional Contra las Minas. Pero el horror de la guerra no se queda ahí.

De acuerdo con el registro oficial hay más de ocho millones de personas que sufrieron de manera directa las consecuencias del conflicto armado interno. Esto se traduce, según la Unidad de Víctimas, en que uno de cada seis colombianos ha sido afectado por la guerra. (Lea: Santos y 'Timochenko' firmaron histórico acuerdo de paz)

Sobre el tipo de hechos de violencia, la información que ha entregado el Gobierno es que hay 12 crímenes prevalentes en las denuncias: desplazamiento forzado, homicidio, mutilaciones por minas, secuestro, tortura, reclutamiento de menores, despojo de tierras, agresión sexual, amenazas y atentados, desaparición forzada y robo de bienes.

Frente a este panorama, el Gobierno nacional ha liderado iniciativas como la Ley de víctimas y la de restitución de tierras y también ha desarrollado una política institucional de recepción a esta población. Un total de 590.000 personas han sido reparadas entre 2012 y 2016, en una inversión de recursos que supera el billón de pesos.

El tema es de tan de vital importancia para la finalización del conflicto que uno de los acuerdos alcanzados con la guerrilla tras cuatro años de negociaciones se centra en este tema.

Además, uno de los hechos más recordados sobre la mesa de diálogos entre Farc y Gobierno fue cuando un grupo de 60 víctimas de la guerra expusieron en La Habana sus posiciones frente a un país que busca salir del conflicto. A partir de allí surgieron compromisos como la conformación de una Comisión de la verdad que esclarezca los hechos de violencia, entre otros aspectos. (Además: El 'himno de la alegría' acompañó la ceremonia de este lunes)

Alan Jara, secuestrado por las Farc y quien estuvo en cautiverio durante ocho años, dirige la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas y a partir de allí ha establecido la ruta institucional frente a esta población que hasta la fecha iba en aumento. Él, quien estuvo también presente en la ceremonia de anoche, celebró el acuerdo y recalcó que ahora se inicia un camino desconocido para el país: el del posconflicto.

“Es la construcción de un sueño colectivo, de muchísimos años. Esta firma extiende un significado muy especial y recalca que estamos en un nuevo país, y ahora nos toca trabajar desde los territorios”, señaló.

Emperatriz Castro de Guevara, quien recibió los restos del teniente coronel Julián Guevara 12 años después de que fuese secuestrado en la toma de Mitú, en 1998, coincide en afirmar que hay optimismo de que las épocas más duras de la guerra no volverán a ocurrir y cree en los acuerdos alcanzados con las Farc y su compromiso por reparar a las víctimas.

“Hoy todo fue diferente”, dijo anoche al dirigirse de regreso a Bogotá.

Por su parte, para algunas víctimas el país el compromiso no se debe quedar allí. Marleny Orjuela, directora de Asfamipaz, agrega que los acuerdos se deben extender a proteger y promover los derechos fundamentales a toda la población colombiana en términos de salud, educación, empleo, justicia y representación. “Aquí empieza lo que realmente el país y las víctimas estamos esperando y es que se haga realidad la paz para Colombia”, señaló.

Sobre este aspecto, Juan Carlos Chaparro Izquierdo, líder de la comunidad indígena arahuaca, coincide en que la atención del país ahora se debe concentrar en sus regiones, en lo que viven lejos de las instituciones. (Lea también: La firma de la paz en el barrio Nelson Mandela, 'la otra Cartagena')

Él viajó desde su comunidad en la Sierra Nevada de Santa Marta hacia la ciudad de Cartagena para hablar entre los asistentes sobre la importancia del respeto a las comunidades que, como la suya, vivieron todo tipo de hechos de violencia en su contra.

“Esperamos que nos escuchen, resolver las situaciones, estén en donde estén. Que sepan que sí existen pueblos indígenas en Colombia y que resuelvan los conflictos, sin importar en dónde sea”.

JULIÁN I. ESPINOSA ROJAS
Enviado especial a Cartagena
EL TIEMPO

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