Janeth García, de 40 años, siempre había considerado al río Arauca, la frontera entre Colombia y Venezuela, como algo más que un caudal que separaba de forma natural a los dos países. Lo veía como una pared invisible que la mantenía blindada en el alto Apure de las bombas, los ametrallamientos y los combates que a menudo se presentaban del lado colombiano, entre las distintas guerrillas y el Ejército Nacional.
Pero en la mañana del domingo pasado, el ruido que producían dos aviones de combate venezolanos la alertaron, al igual que el sobrevuelo de algunos helicópteros artillados.
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De pronto comenzaron a llover las bombas, que si bien no cayeron demasiado cerca de su vivienda, sí estremecieron las paredes de su casa e hicieron volar el techo de zinc.
Poco después, el ruido de las ametralladoras disparando desde los helicópteros la hicieron entender que estaba en medio de una situación de guerra. Sin dudarlo, tomó a su hijo, de 6 años, y le dijo a su papá, de 82 años y con un problema en la rodilla, que deberían correr.
Ella es solo una de los más de 5.000 venezolanos que esta semana llegaron a Arauquita, en Arauca, al frente del alto Apure. Casi todos han llegado solo con lo que tenían puesto. Dejaron de afán sus casas, fincas y sus animales y cruzaron la frontera para escapar de los combates y salvar sus vidas.
El reporte oficial entregado por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) es que se trata de una operación en contra de los grupos irregulares colombianos que operan en esa zona del estado Apure. Y el mayor general Alejandro Guevara, comandante de la Región Estratégica de los Llanos, anunció que la acción se lleva a cabo por instrucciones directas del presidente Nicolás Maduro.
La presencia de grupos ilegales armados de origen colombianos en el lado venezolano –en este y otros puntos de frontera– es algo de vieja data. Para nadie es un secreto que allí opera con toda tranquilidad el Eln e incluso está uno de sus máximos jefes, alias Pablito. Pero en esta zona también se mueve gente de la ‘Segunda Marquetalia’, que tiene entre sus jefes a ‘Iván Márquez’, ‘Santrich’ y ‘Romaña’, cabecillas que por información de inteligencia se sabe que están en Venezuela.
Estos grupos tienen el control del narcotráfico, el contrabando, la minería ilegal, el paso de personas y es allí donde tienen a los secuestrados y donde cobran las extorsiones. Esto, con la connivencia de algunas autoridades de ese país.
En Arauca se habla de que en el Apure los guerrilleros tienen campamentos, pero también fincas en las que permanecen sus jefes. Y que además de los negocios ilícitos ya mencionados, manejan ganado y hasta comercios.
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La presencia de los grupos armados es tan evidente, que desde antes de que se cerrara la frontera los integrantes de la Fuerza Pública colombiana tenían prohibido pasar al lado venezolano por el riesgo que eso significaba. En el estado Apure tampoco es un secreto dónde se mantienen los irregulares colombianos.
De ahí que la gran pregunta de toda esta historia es ¿por qué tras años de permitir el libre accionar de grupos armados colombianos en su territorio, y todas sus actividades ilícitas, ahora el presidente Nicolás Maduro le ordena a la FANB que ataque a solo una facción de estos grupos, concretamente, las disidencias del frente 10.º de las Farc, como lo confirman todos los reportes de lado y lado de la frontera?
Sobre las razones para esta decisión se baraja una hipótesis en particular: que el ataque solo fue contra las disidencias del frente 10.º porque este grupo no es cercano al que encabezan ‘Iván Márquez’, ‘Santrich’, el ‘Paisa’ y ‘Romaña’.
Según reportes de la inteligencia colombiana, la ‘Segunda Marquetalia’ maneja una parte importante del narcotráfico que sale desde Venezuela, en connivencia con algunos sectores oficiales de esa nación. Hay que recordar que en el país vecino se ha insistido en la existencia del denominado ‘cartel de los soles’, integrado por altos mandos militares.
Y ocurre que el alto Apure es un punto clave para el envío de los cargamentos de coca hacia Centroamérica por vía aérea, pues si bien en Arauca prácticamente no hay cultivos de coca, su territorio es usado como un corredor estratégico para pasar la droga hacia Venezuela.

Migrantes venezolanos cruzan en botes desde La Victoria, en Venezuela, hasta Arauquita, en Colombia.
EFE
“Hay varias pistas y en casi todas el control es de los militares”, narró a EL TIEMPO una persona que ha trabajado para ellos.
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También es claro que buena parte de la droga que transita por este corredor la surte la gente del frente 10.º, que históricamente ha operado en Arauca y en esa zona del Apure. Y, en ese orden de ideas, todo indica que no piensan cederle ningún control ni su territorio a la gente de ‘Márquez’.
Por eso, también se habla en voz baja de que la idea de los militares venezolanos podría ser sacar de la zona a los habitantes de poblaciones como La Victoria, La Capilla o El Ripial y así dejar el campo libre para poder barrer más fácilmente al frente 10.º y tomar pleno control de sus territorios allí. Esto se sustenta no solo en el hecho de los bombardeos, sino en las denuncias sobre ‘falsos positivos’, saqueo de viviendas, incendio de casas y retenciones arbitrarias por parte de la FANB.
“Tenemos mucho miedo con lo que están haciendo. Cuando estábamos en la iglesia y le dijimos a un soldado que nosotros éramos cristianos, él nos apuntó con su arma y nos dijo: ‘nosotros ya hemos matado bastante cristiano’” , contó Ana Falcon, una mujer de más de 60 años que llegó a Arauquita huyendo desde El Ripial.
“Por lo que están haciendo parece que lo quieren es eso, que dejemos todo y no volvamos”, dijo Janeth García.
El presidente Nicolás Maduro, por su parte, ha argumentado que las operaciones de los militares venezolanos están orientadas a proteger a la población civil de los “efectos adversos” de las actividades ilegales y la violencia sistemática de “grupos irregulares” colombianos, añadiendo que esta situación se debe al “abandono de las fronteras por parte del Estado colombiano”, lo que ha otorgado “un consentimiento más que tácito a las actuaciones de diversos grupos criminales que operan en la zona”. Maduro subrayó que ante la reacción “contundente” de la FANB, los guerrilleros primero intentaron usar a la población como escudo y ahora huyen a Colombia, al verse “derrotados”.
En todo caso, lo que está pasando en el alto Apure también pone en evidencia algo que el Gobierno venezolano se negó a aceptar durante muchos años: la presencia y el control que ejercen los irregulares colombianos en partes de su territorio, ante la total pasividad de su Fuerza Armada. Algo que los gobiernos colombianos llevan años denunciando ante instancias internacionales.
Pero el asunto va más allá, pues aunque un observador desprevenido podría pensar que por fin Caracas se ha dado cuenta de la gravedad del problema y ha tomado la decisión de comenzar a erradicarlo, lo cierto es que la decisión de bombardear al frente 10.º, y solo a ese frente, implica que el régimen venezolano interviene en este pulso por la cocaína entre disidencias de las Farc para inclinar la balanza a favor de las que considera como las más afines a su gobierno: las de la ‘Segunda Marquetalia’.
El asunto es tan grave que ha llevado a que se produzcan hechos que hace rato no se veían, como el ataque de insurgentes colombianos a guarniciones del país vecino.
Tras el ataque del fin de semana de la FANB, ‘Antonio Medina’, comandante de las disidencias del frente 28 de las Farc, a través de un mensaje difundido en redes sociales, anunció que se unirían “en solidaridad del frente 10.º” y atacarían bases militares venezolanas.
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Aseguró que hay un “cúmulo de generales corruptos, vendidos” que “están masacrando al pueblo venezolano” y por eso anunció que habría “una respuesta militar”.
Y si bien en la zona se creyó que esto se quedaría en el papel, en la noche del martes miembros de las disidencias atacaron un puesto militar venezolano en La Victoria.
Durante varios minutos, los venezolanos fueron atacados con tiros de fusil y con explosivos. Además, los insurgentes destruyeron la sede del Seniat (la Dian venezolana).
Pero lo más impactante no ha sido la desafiante reacción militar del frente 10.º y sus aliados, sino el hecho de que le están diciendo al gobierno de Maduro que quieren que se abra un diálogo formal. Algo que se puede catalogar como mínimo de ‘muy inusual’.
Esto se conoció a través de un audio, al parecer de alias Arturo, uno de los jefes de las disidencias del frente 10.º, en el que asegura que no fueron ellos los que iniciaron la confrontación y dice que están dispuestos “a parar y a establecer una comunicación y a agotar los recursos diplomáticos”.
Agrega que es necesario “establecer los mecanismos de solución” a esta situación y asegura: “Estamos dispuestos a parar en este momento y replegar nuestras unidades, pero creemos que esto debe ser un común acuerdo”.
Estamos dispuestos a parar en este momento y replegar nuestras unidades, pero creemos que esto debe ser un común acuerdo
Tras insistir en que están dispuestos a parar, pide el envío de una comisión “de primer nivel” para que establezcan las verdades, para lo cual asegura que están dispuestos a “replegar” sus tropas y a “suspender actividades hostiles”.
Mientras tanto, del lado colombiano, el Ministerio de Defensa decidió reforzar la presencia militar en el área, para lo cual se dispuso de unos 2.000 hombres.
En los últimos días, las escaramuzas armadas bajaron de intensidad y todo indica que el gobierno de Maduro prefirió bajarle el tono a lo que está pasando. Y aunque al final de esta semana autoridades locales anunciaron que se daban garantías para el retorno, los venezolanos que huyeron no les creen. Dicen que la FANB no les genera confianza.

Migrantes venezolanos permanecen hoy en un centro de integración ciudadana de Arauquita, localidad fronteriza y perteneciente al departamento de Arauca.
EFE
“Se me llevaron a mis dos hermanos, de 23 y 20 años, que para investigarlos. No sé nada de ellos, pero a mí me da mucho miedo volver”, aseguró Juliet Mercado desde un albergue de Arauquita.
“Si ellos realmente quisieran que nosotros estuviéramos allí, pues nos darían garantías”, dijo Calixto Velazco, otro de los refugiados.
Mientras tanto, el gobernador de Arauca, Facundo Castillo, dijo que la situación que se está viviendo en Arauquita “es preocupante”, por lo que reclamó la ayuda urgente del Gobierno Nacional y la comunidad internacional. Afirma que se ha generado una crisis humanitaria con la llegada de los refugiados, hasta el punto de que están por colapsar los servicios públicos de la localidad. “No tenemos los recursos, no tenemos los medios”, fue el llamado que hizo.
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JORGE MELÉNDEZ
REDACCIÓN POLÍTICA
ENVIADO ESPECIAL DE EL TIEMPO A ARAUCA