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Proceso de Paz

Viaje al corazón del Guaviare, un territorio que supera el conflicto

En la subregión de Macarena, Guaviare, se están desarrollando 1.896 iniciativas Pdet.

En la subregión de Macarena, Guaviare, se están desarrollando 1.896 iniciativas Pdet.

Foto:Cortesía Jenny Moncada, ART.

La ART acompaña más de 32.000 iniciativas Pdet en el país. Esta es la historia de sus beneficiarios.

DIEGO LOZANO
La travesía comienza a través del ‘sendero de la anaconda’, así reza el argot popular del Guaviare, aquel departamento que aún es pensado, por algunos, como territorio de conflicto y una de las principales zonas con presencia subversiva en el país. Sería equivocado decir que ya no hay grupos armados, pero los pobladores de la región comentan con alivio que “todo es muy diferente”.
En el corazón de este departamento se encuentra El Retorno, uno de los 12 territorios que ha sido priorizado por los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (Pdet) en la subregión de Macarena, Guaviare.
Exactamente, hay 170 municipios en 16 subregiones que fueron priorizados tras la firma del acuerdo de paz con las Farc-Ep en 2016.
Al llegar a San José, el verde cubre en su mayoría el paisaje y se hace uno con el río que se mueve de forma apacible tras el verano de medio año. Las lluvias escasean por esta época, aunque se habla de que para septiembre y octubre llegará nuevamente la temporada invernal y con ello la creciente del río Guaviare.
Allí se ven algunas embarcaciones y también canoas pesqueras que rememoran los años 80 y 90, cuando grupos subversivos y los mismos pobladores usaban los afluentes para transportar hoja y pasta de coca. Así lo relata Carlos Riaño, nacido en El Retorno y representante de la Asociación Agroecológica Turística y Cultural (Agroecotour).
“En este momento yo podría decir que estamos en una de las etapas más bonitas y es el tema de la conservación”, afirma.
Él y otras 17 personas tienen una asociación enfocada en el ecoturismo. En la mayor parte del viaje, Riaño tiene una sonrisa en su rostro, pero se le escurren un par de lágrimas después de pensar en que después de 12 años de trabajo se están viendo los frutos del esmero.
La Agencia de Renovación del Territorio (ART) ha acompañado el proceso de ciudadanos que se han visto directa o indirectamente afectados por el conflicto armado en el país.
Yeison Pineda, alcalde del municipio “más nuevo” del Guaviare, afirma que “estos municipios solo tienen una vía: los Pdet. Nosotros acá no tenemos absolutamente nada más”.
Yeison Pineda, alcalde de El Retorno

Yeison Pineda, alcalde de El Retorno

Foto:Diego Lozano. EL TIEMPO

Pineda considera que ahora hay nuevas alternativas para los guavirenses a través del proyectos productivos y las obras Pdet. La ART informa de 1.896 iniciativas que están siendo acompañadas en la subregión de Macarena-Guaviare.
Sobre la destinación de los recursos de los Ocad-Paz, el alcalde de El Retorno, considera que en su caso no hubo malversación de dineros ni contrataciones arbitrarias. “No podemos certificar que hubo corrupción, pero lo que sí le puedo certificar es que tanto la plata que se sacó por el departamento, como los que se sacaron por el municipio, que son casi 80 mil millones de pesos, están en su ejecución”.
Con un tono apacible en su voz, Pineda expresa que él y los ciudadanos del territorio esperan que la administración del presidente Gustavo Petro “siga aprobando los proyectos y podamos seguir transformando estas regiones abandonadas por tantos gobiernos”.

Estos municipios solo tienen una vía: los Pdet. Nosotros acá
no tenemos absolutamente nada más

Al recorrer las principales calles del pueblo se puede evidenciar que algo ha cambiado. Los viejos se la pasan tranquilos en las calles y los niños corretean.
Desde caño Grande y su muelle se observa el principal afluente que converge con el río Inírida. Luz Mery Urrego, de 65 años, cuenta que “de aquí partió el desarrollo de El Retorno, porque los pobladores locales empezaron a trazar rutas comerciales y pesqueras”.
En la actualidad recogen esta tradición y aún se observan algunas comunidades étnicas que se asientan a las orillas del caudal.
Así sucede con los curripakos, cuyo origen se traslada hasta Guainía y Vaupés, pero algunos de sus miembros en su tradición nómada han llegado hasta el territorio del Guaviare. Conservan sus costumbres ancestrales y los locales expresan que ellos aportan al cuidado natural. Dentro del enfoque territorial se han visto beneficiados indirectamente por el Pdet, pues los turistas y extranjeros han llegado a conocer sobre su cultura.
La experiencia del agroturismo en El Retorno aún está en proceso, como muchas de las otras actividades productivas que se han gestionado a través del Pdet y la financiación de los fondos de Ocad-Paz, pues tienen una proyección de hasta 15 años.
Las diferentes asociaciones que hacen parte del Pdet han presentado proyectos a las alcaldías municipales que están relacionados con el paseo fluvial, el senderismo, el avistamiento de aves, muestras gastronómicas y artesanales.
Después de un viaje de aproximadamente una hora en automóvil, recorriendo una vía de cerca de 40 km desde la cabecera municipal, se llega hasta el resguardo de La Asunción, donde se encuentran miembros de la comunidad étnica de los tucanos.
Al llegar al resguardo se ve la maloca, rodeada por algunos árboles de caucho caídos. También hay niños que corretean y mujeres con telas en las manos.
Beatriz Padua y Nancy Pado, ambas mujeres del pueblo Tucano, comentan que las jóvenes de la comunidad han liderado la producción de salsas con materias primas del resguardo: con la extracción obtienen salsas de lulo amazónico, ají o chontaduro. Varios de los productos que utilizan son considerados como sagrados.
Nancy Pado, de 23 años, produce salsas de lulo amazónico, ají o chontaduro, junto a otras jóvenes de su comunidad.

Nancy Pado, de 23 años, produce salsas de lulo amazónico, ají o chontaduro, junto a otras jóvenes de su comunidad.

Foto:Diego Lozano. EL TIEMPO

Nancy tiene un bebé de apenas un mes de nacido. Es una joven madre de 28 años que estudió en San José del Guaviare y regresó al resguardo hace 14 años. “Yo nací en el departamento del Amazonas, en un corregimiento que se llama La Victoria, cerca del raudal del Jirijírimo. Nos vinimos para acá porque estaban mis abuelos. Cuando llegué al Guaviare, casi no había tanto conflicto”, señala.
“(...) Uno de los sueños que tenemos es que si algún día ya no trabajamos dentro de la planta o dentro de la asociación podamos tener un emprendimiento nuestro, propio, y que sea en San José, pero que no tengamos que ir a dejar en otras tiendas”, agrega.
Dentro del resguardo de La Asunción también hay mayoras que se encargan de mantener viva su tradición ancestral y han recibido toda clase de insumos. La ART reporta que les han sido entregados más de 50 millones de pesos para que adquieran las herramientas necesarias para su trabajo, entre ellos, una prensa de banco, kits de bisutería, un telar vertical, estanterías y otros elementos.
Una de las tradiciones de las comunidades indígenas en Guaviare, ha sido la elaboración de artesanías con materiales locales.

Una de las tradiciones de las comunidades indígenas en Guaviare, ha sido la elaboración de artesanías con materiales locales.

Foto:Cortesía Steffy Riquett

“Empezamos hace cuatro años con nuestras artesanías y nos reunimos cada ocho días a trabajar acá en la maloca. Los productos que tejemos con ayuda de Cumare son bolsos, manillas, aretes y collares que trabajamos como grupo de mujeres”, dice Irene Basconcé, la capitana de la comunidad.
En la mirada de Irene solo se evidencia alegría y expresa que la Agencia de Renovación del Territorio (ART) le ha brindado apoyo a su emprendimiento rural. Ella encabeza la Asociación de Autoridades Tradicionales Indígenas (Asopamurimajsa), que está conformada por siete mujeres y un hombre. Todos ellos dedicados a mantener sus saberes y compartirlos con los más jóvenes.
Eimer Hidalgo, el único hombre de la asociación, relata que su suegro fue el fundador del resguardo de La Asunción; hacia el año 1962 llegaron al territorio y no fue hasta 1996 que fue reconocido como indígena. Él está casado con una de las mujeres tucanas y su historia es singular, pues decidió refugiarse como un hijo de la etnia.
“Las cosas han cambiado. No hay presencia de grupos armados ni nada. Aquí somos una comunidad que trabajamos y los Pdet han ayudado a mejorar la situación”, asegura Eimer, que, con su modo de hablar, se hace evidente que proviene de tierras llaneras.
Las afirmaciones de este hombre se confirman al mirar alrededor y recorrer las calles del Guaviare. Allí, en medio de la maloca, solo se siente tranquilidad, después de 60 años de guerra. Aunque hay algunos pobladores que dicen que todavía hay presencia de disidencias de las Farc, específicamente del Frente 1 que operó en la zona.
“Están volviendo a decirles a los niños que se unan, en las principales calles y carreteras se les ve con el fusil. Dan advertencias, pero, a pesar de eso, ya no es como antes…”, indica un poblador que prefiere mantener su nombre en reserva.
Sin embargo, la ART informa que tan solo en la subregión Pdet Macarena-Guaviare hay 469 proyectos gestionados y definidos por las comunidades. De estos, 376 son iniciativas étnicas.

Los proyectos Pdet han venido apoyando y creo que es una labor social muy bonita

Los jóvenes del municipio de El Retorno dan testimonio de los cambios y del nuevo presente que se evidencia.
Jonathan Nausa, de 28 años, indica que “por muchos años el concepto de las personas cuando piensan en el Guaviare es acerca del conflicto armado, pero este tipo de emprendimientos está haciendo que se tenga una nueva perspectiva”.
“Los proyectos Pdet han venido apoyando y creo que es una labor social muy bonita que apoyen esta clase de proyectos”, puntualiza.
Jonathan hace parte de la Asociación de Mujeres y Jóvenes Formando Futuro (Asdemuff), que se encarga de producir textiles. Él comenta que en el pasado no había una asociación o empresa que se dedicara a la confección de ropa en el municipio.
Estuvo trabajando en Bogotá, como diseñador gráfico, pero hace un año regresó a su tierra natal para apersonarse del proceso. “La idea es que nos apoyemos entre nosotros”, afirma.
En eso concuerda con Ferney Romero, uno de los representantes de una asociación integrada, en su mayoría, por mujeres que elaboran diferentes tipos de panes con frutos y productos locales. Asopanagro es el nombre de la asociación a la que pertenece.
El trabajo no ha sido nada fácil, pues empezaron con un horno que fue prestado por el hermano de Ferney. Pero, a pesar de las adversidades, jóvenes como Jonathan y Ferney dicen que continúan con la moral firme para sacar adelante a sus comunidades.
DIEGO LOZANO
REDACTOR DE POLÍTICA 
Escríbanos a: lozdie@eltiempo.com
DIEGO LOZANO
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