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El impacto que tiene el Nobel de Paz en un país

Respaldo del Comité recarga las baterías de Santos tras derrota en el plebiscito.

WILSON VEGA
Apenas este jueves, un artículo de The Washington Post decía que “las posibilidades de Juan Manuel Santos de ganarse el Nobel de Paz -así como las esperanzas de paz en Colombia- podrían haberse esfumado”. Hoy, cuando el Comité Nobel de Noruega anuncia su decisión de galardonar al mandatario colombiano, queda claro que eso es lo que se busca evitarle al país. (Lea también: 'Recibo el premio en nombre de todas las víctimas': Presidente)
No es la primera vez que el Comité Nobel usa el premio como un espaldarazo, más que un reconocimiento a un proceso terminado. Apenas en 2009, eligió darle el premio a un recién posesionado Barack Obama por “su visión y su trabajo de un mundo sin armas nucleares”. En este caso, al momento de oficializar el anuncio, la presidenta del Comité, Kaci Kullmann Five, dijo que ese organismo “desea animar a todos aquellos que se esfuerzan por lograr la paz, la reconciliación y la justicia en Colombia” y expresó su confianza en que el premio a Santos “le dará fuerza para tener éxito en esta exigente tarea”.
Kullman agregó: “Es la firme creencia del Comité Nobel de Noruega que el presidente Santos, a pesar del ‘No’ de la mayoría en el plebiscito, ha traído el sangriento conflicto mucho más cerca de una solución pacífica, y que gran parte del trabajo de base se ha establecido tanto para el desarme verificable de las Farc y un proceso histórico de la fraternidad y la reconciliación nacionales. Sus esfuerzos para promover así la paz cumplen los criterios y el espíritu de la voluntad de Alfred Nobel”. (Además: Santos, el segundo colombiano en recibir un Nobel)
El hecho de que el proceso no esté terminado es determinante para que el Nobel tenga este año por destinatario solo a una de las partes en negociación. Al ser un signo de apoyo, más que un premio a algo logrado, el comité concentra su reconocimiento en el actor que considera necesita la fuerza para anclar su posición por la paz y aunar en su figura el respaldo internacional que el premio suele encarnar. Si el acuerdo hubiera sido ratificado en las urnas, con toda probabilidad el Nobel se habría dividido con Rodrigo Londoño.
En la rueda de prensa que siguió al anuncio, un periodista preguntó específicamente por este tema. Kullman recordó que el Comité no comenta los casos de quienes no recibieron el premio, pero señaló su opinión de que “hay razones de peso” para poner el foco en Santos y destacó que “su rol como presidente y como guardián del proceso” ha sido absolutamente esencial para que se lograra un acuerdo.
Está por ver el impacto que el Nobel pueda tener en la mesa de negociaciones. Pero el respaldo del Comité de Noruega sin duda recarga las baterías de Juan Manuel Santos después de la peor semana de su vida política. Para el país es a la vez un reconocimiento y una señal de compromiso, que recuerda lo cerca que está –todavía- la posibilidad de una paz real. (Además: Momento en que Santos recibe noticia del Premio Nobel)
Para el Comité Nobel el proceso de paz colombiano era, hasta antes del domingo, un ejemplo perfecto de lo que el Nobel de Paz busca reconocer. La última vez que el premio fue entregado a un proceso similar fue en 1998, cuando se reconocieron los esfuerzos de John Hume y David Trimble, los líderes que negociaron la paz en Irlanda del Norte.
La decisión, sin embargo, no es garantía de nada. Eso lo sabe el Comité. A veces los procesos no culminan con éxito, o colapsan por causas imprevistas. El Acuerdo de Oslo le valió en 1994 el Nobel de Paz a Shimon Peres, Yitzhak Rabin y Yasser Arafat, pero eso no evitó que continuara el conflicto entre israelíes y palestinos.
El 10 de diciembre Santos debe recibir su Nobel en Oslo, junto a una medalla y una suma cercana al millón de dólares. Recibirá también esa cualidad intangible -mitad compromiso mitad expectativa- que viene inevitablemente asociada al premio y que, según reconocen algunos laureados, no es siempre positiva. Obama sufrió las consecuencias de un Nobel que para muchos fue prematuro, Liu Xiaobo enfrentó la furia del gobierno chino. Al Gore recibió muestras de apoyo por su lucha para crear conciencia sobre el cambio climático, pero también un mayor escrutinio a sus tesis por parte de los medios. (Además: Reacciones en redes sociales por el Nobel para el presidente Santos)
Pero la realidad del Nobel termina por imponerse y, para bien o para mal, marca un derrotero de trabajo para quien lo recibe. Como lo expresó en una entrevista con EL TIEMPO Jody Williams, que lo ganó en 1997, “no queda otra opción sino seguir haciendo un buen trabajo. Que yo sepa, a uno no lo dejan devolver un Nobel de Paz”.
WILSON VEGA
Editor de EL TIEMPO
WILSON VEGA
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