Del paradero de Facundo Molares Schoenfeld, alias Camilo, un argentino que estaba en las Farc, no se volvió a saber nada. Lo último que se conoció oficialmente es que su arma fue entregada en la zona veredal de La Carmelita, en Putumayo.
De ahí en adelante su destino se convirtió en un misterio tanto para los organismos de seguridad como, al parecer, para las mismas Farc, que hoy aseguran no saben qué pasó con él.
De unos 40 años, ‘Camilo’ llegó a Colombia, procedente de Argentina, más exactamente de San Miguel, una provincia de Buenos Aires, con la idea de ingresar a las Farc. Según fuentes de inteligencia, en su país fue militante del Partido Comunista.
Llegó al territorio colombiano en el 2002, patrocinado por ‘Javier Calderón’, uno de los ‘embajadores’ de la Comisión Internacional de las Farc en Paraguay, Uruguay y Argentina.
De acuerdo con reportes de inteligencia colombiana, empezó haciendo proselitismo para esa guerrilla en varias universidades de Bogotá.
Su trabajo también se centró en reactivar el Partido Clandestino PC-3 en el sur del país y en trabajar para la infiltración de la guerrilla en universidades y protestas en Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga, Neiva y Florencia.
Tras su persistencia en que lo que quería era hacer parte del grupo como combatiente, fue aceptado en el bloque sur de las Farc, donde realizó su entrenamiento militar y pasó por varios frentes.
Fue así como terminó en la Teófilo Forero. El ‘Paisa’, el jefe de esa columna, inicialmente lo encargó de reactivar sus redes políticas y de infiltrar manifestaciones.
Poco a poco, el ‘Argentino’, como también se lo conocía, se fue ganando el aprecio de su jefe y fue escalando posiciones hasta el punto que terminó convertido en el jefe político de esa columna. En otras palabras, llegó a ser el tercero al mando de ese grupo.
Su centro de operaciones era Caquetá, pero especialmente el sector de San Vicente del Caguán, El Doncello y Puerto Rico.
Humberto Sánchez Cedeño (Centro Democrático), alcalde de San Vicente del Caguán, recordó que a ‘Camilo’ se le veía en la zona rural del municipio, donde operaba con la guerrilla.
Sin embargo, tras el avance del proceso de paz con el Gobierno, el argentino comenzó a entrar en contradicciones con las directrices de la organización. No era del todo partidario del acuerdo de paz que se estaba suscribiendo.
Una fuente le contó a EL TIEMPO que Molares tuvo duras discrepancias con Ramiro Durán, jefe político del frente sur de las Farc, lo que le generó serios inconvenientes.
Fue degradado. Es decir, de ser el tercero al mando del violento grupo terminó como un guerrillero raso.
Pero incluso en un momento, según la fuente, el asunto pasó a mayores y en el bloque sur estuvieron evaluando la posibilidad de fusilarlo.
Ante esto, y muy a pesar del ‘Paisa’, tomaron la decisión de enviarlo para Durillo, una zona muy alejada en el Putumayo.
En ese lugar, el argentino no la tuvo fácil. Al llegar allí tuvo que permanecer algunos días atado a un árbol, y, además, le quitaron el arma que portaba.
Ramiro Durán le dijo a EL TIEMPO que no sabía nada de ‘Camilo’. “A mí me destacaron hace meses para trabajo de pedagogía a nivel nacional y me desconecté un poco de las zonas veredales del sur”, dijo.
Finalmente, cuando se dio la movilización de los guerrilleros para la zona de ubicación de La Carmelita, en Puerto Asís, ‘Camilo’ caminó varios días con ellos para llegar hasta el lugar.
“Lo último que supimos de él fue que llegó al lugar y comenzó a protestar porque no estaban las instalaciones y porque la decisión era que los guerrilleros hicieron las construcciones. Sus discusiones no caían bien en los mandos”, relató la fuente.
Y después, nada se volvió a saber. Las Farc no hablan de él, y las autoridades no saben dónde está ni si todavía sigue en Colombia.
De acuerdo con la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, Facundo Molares no está certificado dentro de los miembros de las Farc que participaron en el proceso de reincorporación.
Sin embargo, lo que está claro es que el argentino sí fue acreditado en La Carmelita y que alcanzó a dejar su arma en poder de Naciones Unidas.
Esto implica que entre enero y febrero alcanzó a estar en ese sitio.
No obstante, cuando fue a darse la reincorporación ya no estaba en esa zona.
En esto se debe aclarar que tras la dejación del arma un integrante de las Farc comenzaba ya a considerársele como ciudadano en ejercicio y por eso se han dado casos en los que algunas personas, particularmente los que no tienen asuntos pendientes con la Jurisdicción Especial para la Paz, se han ido.
De todas maneras, en el caso de Molares esto significa que renunció a los beneficios de la reincorporación.
Hoy podría estar como irregular en el país o simplemente salió por trocha hacia otro país.
POLÍTICA
Comentar