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Proceso de Paz

Firma de la paz, una gran noticia para un mundo convulsionado

El apoyo de la comunidad internacional fue decisivo para el proceso. En la foto, el rey Juan Carlos, Castro, Ban, Bachellet y Kuczynski.

El apoyo de la comunidad internacional fue decisivo para el proceso. En la foto, el rey Juan Carlos, Castro, Ban, Bachellet y Kuczynski.

Foto:EFE

Que Washington, La Habana y Caracas apoyen pacto muestra su importancia hemisférica, dice Shifter.

Redacción El Tiempo
El acuerdo de paz firmado este lunes entre el Gobierno y las Farc es una de las pocas buenas noticias en un mundo convulsionado. Se trata de un logro histórico para Colombia, que debe ser celebrado y reconocido porque pone fin a un conflicto armado que infligió mucho daño al país durante más de medio siglo. También marcó mi relación personal con Colombia, desde que vine a Bogotá a estudiar relaciones internacionales y ciencia política hace más de 40 años.
Este acuerdo es en parte el resultado del persistente y tenaz esfuerzo de la administración de Juan Manuel Santos desde 2010. Pero también se debe al trabajo de gobiernos anteriores, apoyados por un amplio consenso nacional para conseguir la paz con el grupo guerrillero más poderoso del país. (Lea también: Santos y 'Timochenko' firmaron histórico acuerdo de paz)
En estas décadas de conflicto interno ha habido éxitos notables (como el acuerdo con el M-19) y frustraciones, incluyendo a las Farc. El proceso de paz liderado por Santos tuvo también reveses y frustraciones, pero se destacó por su sofisticación y profundidad porque se basó en este esfuerzo colectivo, aprovechando astutamente las lecciones de anteriores negociaciones.
Prácticamente toda la comunidad internacional mostró su entusiasmo con los diálogos, y ansiaba que culminaran de forma exitosa. Todos los gobiernos de América Latina y el Caribe, sin distinción ideológica, apoyaron al presidente Santos en esta arriesgada iniciativa.
Que Washington, Caracas y La Habana hayan respaldado el proceso desde el comienzo simboliza la importancia hemisférica de este acuerdo. Los beneficios del logro de Colombia se sentirán en toda la región: ser el único hemisferio del mundo en paz debe ser motivo de orgullo. (Además: 'Ya no hay espacio para política basada en la violencia: Ban Ki-moon)
Por supuesto, los Estados Unidos también celebran, porque hay una larga historia de colaboración entre ambos países. La iniciativa de cooperación más importante fue conocida como Plan Colombia, un masivo programa de más de 10 mil millones de dólares, que se mantuvo por 16 años. Esa política, apoyada tanto por demócratas como por republicanos, fue adoptada en el año 2000, cuando Colombia se encontraba en un momento crítico –un estado débil asediado por las Farc y por fuerzas paramilitares.
En ese momento, cuando la emigración era la única salida para muchos, la viabilidad de Colombia estaba en entredicho, pero los colombianos se unieron para sacar a su país del borde del abismo.
El objetivo del Plan Colombia fue reforzar la capacidad del Estado, e incrementar la presión militar contra las Farc. Es indudable que la firma de Cartagena hubiera sido imposible sin este paso fundamental. Estados Unidos contribuyó, junto con otros países, pero el mayor esfuerzo fue el de la propia Colombia. (También: 'Miembros de las Farc, les doy la bienvenida a la democracia': Santos)
En 1999 presentamos las recomendaciones de una comisión de expertos que dirigí en respaldo al Plan Colombia, copresidida por el general republicano Brent Scowcroft y el senador demócrata Bob Graham. En ese momento, muchos escépticos plantearon una pregunta muy sensata: ¿Existe algún caso exitoso de cooperación estadounidense que haya ayudado a reconstruir un Estado? No se nos ocurrió ningún ejemplo. Para EE. UU., el Plan Colombia no tiene comparación.

Primer paso

Esta estrecha vinculación entre EE. UU. y Colombia también se reflejó durante los acuerdos. Desde el primer momento, la administración Obama ofreció todo su respaldo a la arriesgada iniciativa del presidente Santos para alcanzar la paz. La presencia en la mesa de negociaciones del experimentado diplomático Bernie Aronson como enviado especial de los EE. UU. contribuyó a brindar garantías tanto a las Farc como a las fuerzas armadas colombianas. (Lea: Vamos hacia la política sin armas: 'Timochenko' tras firma de la paz)
Este acuerdo, desde luego, es solo el primer paso de Colombia hacia la paz. Asumiendo que los colombianos aprueben el tratado el 2 de octubre, el país enfrentará el enorme desafío de reintegrar a miles de guerrilleros y reconciliar al país con su pasado de violencia. Otro reto fundamental será fortalecer la unidad nacional alrededor de los acuerdos, dado que –a diferencia de procesos de paz anteriores– este tratado con las Farc ha polarizado a la sociedad y la clase política colombiana.
Pero tal vez la tarea más difícil y costosa será extender el alcance del Estado a zonas del país que jamás han accedido a los servicios más básicos, incluyendo la seguridad, la educación y la salud. El gran logro del Plan Colombia fue contribuir a que se reconstruya el aparato institucional para hacer retroceder a las Farc. Hoy, cuando ese objetivo está muy cerca, el reto es extender el alcance del Estado a cada rincón de Colombia.
EE. UU. ayudará en este proceso –la administración Obama ya anunció un nuevo plan de cooperación bautizado como Paz Colombia–, pero también monitoreará de cerca la implementación de los acuerdos. En particular, tanto demócratas como republicanos analizarán con cuidado el funcionamiento del sistema de justicia transicional. También hay preocupación por la evolución del narcotráfico en Colombia, tras el reciente repunte de la producción de cocaína.
Personalmente, fue emocionante estar presente en Cartagena para ver la firma del acuerdo de paz entre el presidente Santos y el líder guerrillero ‘Timochenko’. Todos conocemos los inmensos desafíos y problemas que Colombia tiene por delante para convertir en realidad el texto del tratado. Pero hoy, aunque sea por un momento, los colombianos y toda la región tienen muchos motivos para celebrar la paz y sentirse orgullosos.
MICHAEL SHIFTER
Presidente de Diálogo Interamericano
Redacción El Tiempo
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