Soy Luis Jaime Nevado, de Medellín. Respondo por la parte cultural en la unidad Pablo García, del frente 33, bloque del Magdalena Medio, que opera en el Catatumbo. Estoy en las Farc hace mucho tiempo.
Tengo 92 años. Bueno, no exactamente. Lo que pasa es que perdí esas cuentas. El hombre debe utilizar a diario el tiempo y el espacio, olvidarse de atrás y mirar hacia el futuro. Además, no es malo olvidar la Colombia sangrienta, pero sí es bueno pensar en la Colombia nueva. Hice parte del Partido Comunista Colombiano.
Fui concejal en Segovia (Antioquia) por la UP y un día la puerta de la casa me la rompieron con hacha. Como vi que no podía hacer política por las vías legales, porque peligraba mi vida, me tocó refugiarme en las Farc.
No tengo nietos, pero dentro de poco sí. Tengo dos hijos, una muchacha y un muchacho, ya grandes y profesionales. Viven fuera del país porque aquí me los matan.
La paz me la imagino con niños sin hambre, correteando, con sonrisas, alegres, nutridos, letrados. A los ancianos repartiendo su experiencia, a las madres no llorando a sus hijos muertos en la guerra. A los padres trabajando dignamente.
Mi trabajo siempre ha sido pedagógico. Hubiera querido ser comandante, pero tal vez no he servido para serlo. Aquí, nosotros jugamos a aprender y aprendemos.
Sobre el acuerdoDel Acuerdo Final debo decir que es un paso dialéctico. Esto indica que todo tiene movimiento, cambio y desarrollo. Todo lo que nosotros ganamos está en la Constitución. Ahora salimos a hacerlo cumplir, pero no con armas. Y vamos a hacerle entender al pueblo que este país hay que cambiarlo por el buen vivir de los colombianos.
Nosotros dejamos la parte militar, pero a través de nuestra historia hemos sido siempre subordinados a nuestra Conferencia y a nuestro Estado Mayor Central. De aquí en adelante, la disciplina nuestra es la subordinación a lo que acordó esta conferencia. Seguiremos siendo los mismos, solo que ya no utilizaremos las armas.
Tenemos que asimilar que el espacio que vamos a ocupar para vivir tiene que ser digno, no una vaina suntuosa. Una cama, un baño, un sanitario, un patio, un comedor. Que no nos sentemos a comer en un tronco.
El tránsito a lo que viene será al principio un poquito extraño, pero tenemos que ser conscientes de que necesitamos llevar una vida digna para trabajar por la construcción de la paz.
El camino de la guerra nos trajo hasta aquí. La lucha por el poder sigue. El camino de la paz está tan lejos como tú lo quieras, como lo quiera el pueblo. La lucha por el poder no es de las Farc, ni es del nuevo movimiento que surja en este proceso. Es del pueblo.
EL TIEMPO
Comentar