Lo que ha invertido Colombia en combatir a las Farc, al Eln y a los paramilitares no es una cuenta sencilla.
No se trata de sumarle al presupuesto que año a año, desde hace 50 años, se le ha asignado al sector defensa, el cual empezó a incrementarse desde 1990.
Tampoco basta con agregarle los recursos externos recibidos por Colombia para su lucha contra los grupos ilegales: solo con el Plan Colombia, Estados Unidos desembolsó cerca de 472 millones de dólares por año, entre 2000 y 2008, en subsidios a las fuerzas armadas colombianas.
También hay que echar un vistazo a los años perdidos que las víctimas fatales pudieron aportar para nutrir la economía; la estampida de empresas que dejaron de contribuir con la producción por salir despavoridas de las zonas donde salpica el conflicto; la improductividad de la tierra abandonada o expropiada, o las mayores inversiones de las familias para mejorar la protección de sus miembros y propiedades.
A todo ello se suma la huella emocional de la guerra, como lo llama el grupo de investigación del Centro de Memoria Histórica, en la cual incluye el efecto del secuestro, el desplazamiento, los refugiados tras las fronteras, las secuelas sicológicas de las masacres, el reclutamiento forzado o una mina antipersona.
Como un presupuestoLa lista de elementos que hay que sumar al costo de la guerra, una de las más largas en el mundo, sería interminable y difícil de cuantificar, pero algunas cifras darán una idea del tamaño de este episodio que ahora, por primera vez, tiene la posibilidad de llegar al fin.
Solo en materia presupuestal, en los últimos 10 años, el sector defensa ha consumido alrededor de 220 billones de pesos –casi el equivalente al presupuesto del 2016, que es 215,9 billones de pesos–, destinados a sueldos, logística, intendencia y armamento, según el libro 'Cuánto nos cuesta la guerra', de la investigadora Juliana Castellanos.
Hay que destacar que, mientras que en 1990 este gasto era de 2,2 por ciento de toda la producción de la economía, en los últimos años la cifra casi se ha triplicado (en 2008 fue de 5,7 % del producto interno bruto –PIB–, según el informe ‘Gasto en defensa y seguridad’, del Ministerio de Defensa).
La Universidad de los Andes, en el estudio ‘Costos económicos y sociales del conflicto en Colombia’, agrega otras cuentas.
Así, las pérdidas por capital humano en el conflicto habrían tenido un impacto económico del 4 por ciento del PIB, solo en 1998 (a precio de un punto del PIB hoy, estaríamos hablando de 32 billones de pesos), mientras que el crecimiento de la economía se ha mermado entre 0,3 y 0,5 por ciento por año, en promedio, como resultado de la guerra.
Lo anterior como consecuencia de que el campo, con habitantes en medio del terror, no florece.
Es así como, según el estudio de los Andes, fenómenos como el desplazamiento forzoso, ligado al conflicto armado, ha ocasionado pérdidas de producción agrícola equivalentes a 3,4 por ciento de la producción agropecuaria anual.
“Los ataques directos y selectivos a la población rural generaron el desplazamiento forzoso de 3,9 millones personas entre 1999 y 2013, de las cuales el 55 por ciento tenía acceso a tierra y eran productores agropecuarios”, expone el estudio, que además calcula que el conflicto armado en general reduce anualmente la producción agropecuaria en 3,1 por ciento.
A lo anterior se deben sumar las pérdidas por activos físicos y productivos, como la casa, las cosechas, los animales que dejan los desplazados, costos que quizás nunca podrán cuantificarse.
EspantaempresasLa industria también se lentifica porque las decisiones empresariales se amarran a la seguridad. La investigación de los Andes destaca que 10 por ciento del aumento en la tasa de ataque bélico en un municipio incrementa en 10,3 por ciento la salida de las firmas.
Por consiguiente, en las zonas afectadas habrá menos oportunidades de empleo y menor desarrollo.
Así, si los ataques de la guerrilla se redujeran en 100 por ciento y todo lo demás permaneciera estable, la producción de la economía departamental se aumentaría en un promedio anual de 4,4 por ciento.
Como la tasa de crecimiento anual de Colombia entre 2000 y 2008 ha sido de 3,8, significa que el conflicto le ha restado más del 100 por ciento de su tasa de crecimiento anual. Por lo tanto, sin conflicto, la producción departamental hubiera crecido 8,2 por ciento.
La guerra impacta algunos aspectos que nadie se ocupa en medir por la complejidad de cuantificarlo, por lo que las sumas totales son imposibles. Estas se resumen en un precio demasiado alto que ha roto el bolsillo del Estado y, sobre todo, el alma de los colombianos.
Lo humano, un conteo complejoSi se pudiera concluir que la producción del país solo es impulsada por las personas que trabajan (activas), se establecería que de los $ 780 billones que produjo la economía en el 2015, con la participación de 23 millones de personas (si todos trabajaran), cada uno aportaría $ 33,9 millones. Según el informe ‘Basta ya’, “entre 1958 y 2012 el conflicto armado ha ocasionado la muerte de al menos 220.000 personas”. Significa que los muertos dejaron de producir $ 7,4 billones de pesos, un punto del total de la producción.
MARTHA MORALES MANCHEGO
Redacción Economía y Negocios
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