La llegada de las Farc a la democracia –que en principio se verá con un nuevo partido a su nombre y con 10 curules en el Congreso (5 en Senado y 5 en Cámara)– abre las puertas a un reordenamiento de las fuerzas en el mapa político del país. Y no porque el movimiento que surja de la guerrilla tenga una incidencia garantizada entre el electorado, sino debido a las puertas que se abren para ampliar los escenarios de participación.
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Esto queda claro con el estatuto de oposición en el que todos los partidos actuales, y algunos delegados que trabajan en nombre de las Farc, vienen diseñando para ampliar la democracia y permitir, incluso, la conformación de nuevas colectividades. Entre ellas, claro está, la que surja de las Farc.
Para dar ese paso, además, ya se viene trabajando en una reforma del sistema electoral para modificar aspectos relacionados con el umbral requerido para garantizar presencia en cuerpos de elección popular como el Congreso y en los requisitos propios que se deben cumplir para conformar un partido.
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Una de las preguntas que surge, pero que hasta ahora genera respuestas difusas, es ¿qué tan dispuestos están los partidos tradicionales a hacer alianzas con el movimiento político que surja de las Farc?
“Cuando las Farc se conviertan en una nueva fuerza política, por supuesto que podrán hacerse toda suerte de coaliciones, como ha ocurrido con las organizaciones políticas actuales”, aseguró el senador Iván Cepeda (Polo), uno de los políticos que siguió más de cerca las negociaciones de Cuba. Claro está que el mayor impacto se presentará en las fuerzas de izquierda, pues es casi un hecho que con otros sectores no se presente mayor relación.
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“El partido que constituyan las Farc podría recoger gran parte de la izquierda, y ahí podrían tener una base electoral relativamente importante, pero esto también puede llevar a que la izquierda se divida aún más porque este sector tiene diferentes matices”, explicó el representante de ‘la U’ Hernán Penagos.
Otro efecto directo de los acuerdos de La Habana en la política nacional es que el escenario de debate se amplía, pues las garantías que tendrá la guerrilla en democracia serán también extendidas a otros sectores que han estado entre las minorías.
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Como lo dice el conservador Telésforo Pedraza, quien celebró la llegada de las Farc a la democracia, “habrá ahora un nuevo grupo político que se va a incorporar al escenario de la controversia y de las ideas, y va a ser un Estado cada vez más democrático porque se disminuye el unanimismo y se fortalece el disenso”.
En algo que coincide la mayoría de sectores, excepto los de oposición que representa el Centro Democrático, es que la dejación de las armas por parte de la guerrilla permite acabar una práctica que generó miles de víctimas como fue el hacer política con fusiles.
Para Tatiana Cabello, representante uribista, lo que se viene es que “el grupo narcoterrorista de las Farc será socio del Estado”. Claro que todo este debate tendrá un nuevo matiz en marzo del 2017, cuando las Farc se presenten como partido político. Ese momento coincide prácticamente con el arranque de las presidenciales del 2018.
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