Mientras el país se debate entre el ‘Sí’ o el ‘No’ a los acuerdos de paz de La Habana, los enemigos históricos de la guerra en Colombia, militares y guerrilleros, completan este domingo seis días alistando juntos en terreno los lugares donde le pondrán fin al conflicto armado.
En la práctica, los acuerdos de paz están empezando a tomar forma en Colombia mientras se concluye la negociación en La Habana.
Desde el martes, seis generales y un coronel del Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la Policía trabajan con 33 jefes guerrilleros en la delimitación de los 31 puntos donde se concentrarán las Farc, para abandonar definitivamente las armas. (Además: Renuncia de Farc a uso de armas, condición para realizar el plebiscito)
Han estado coordinados por el general del Ejército Javier Flórez y el jefe guerrillero ‘Carlos Antonio Lozada’, a quienes acompaña el general argentino que encabeza la misión militar de la ONU que verificará el cese bilateral y definitivo del fuego, Javier Pérez Aquino.
Esto, que es una prueba irrefutable de reconciliación entre los verdaderos protagonistas de la guerra, no debería pasar inadvertido para la parte del país que, sin haber sufrido directamente los efectos del conflicto, determinará con su voto si los colombianos seguirán o no resolviendo sus diferencias políticas con fusiles en la mano.
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No deja de ser paradójico que mientras los adversarios en el campo de batalla escriben ya los primeros capítulos de la paz, los colombianos estén enfrascados en un debate político engañoso en el que muchos creen –y así lo indica la voz de la calle– que el plebiscito es solo una consulta para medir el apoyo que tienen el presidente Juan Manuel Santos y el expresidente Álvaro Uribe.
Y, desde luego, los acuerdos de paz van más allá del Presidente y del expresidente, porque llevarán a que las Farc terminen medio siglo de guerra contra el Estado y se conviertan en movimiento político.
En este sentido, las víctimas directas del conflicto parecen entender mejor que nadie la esencia de los acuerdos de La Habana, cuyo objetivo final es la reconciliación de una Colombia históricamente dividida.
Un ejemplo de esto ocurrió justamente esta semana en la vereda Gallo, de Tierralta, en Córdoba, en medio del trabajo de los militares y los guerrilleros, que además de aspectos técnicos sobre la ubicación futura de los campamentos de las Farc incluyó reuniones con los campesinos y autoridades locales.
Allí, el alcalde de ese municipio, Fabio Otero, y el jefe del frente 58 de las Farc, cuyo alias, ‘Manteco’, está en la historia de sangre que vivieron Córdoba, Antioquia y Urabá en la década del 90 por el enfrentamiento con los paramilitares, se abrazaron después de que el guerrillero le pidió perdón al mandatario por el secuestro de su papá y su mamá en el 2008.
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Lo ocurrido esta semana en la vereda Gallo es un hecho que ilustra de manera contundente el verdadero significado de los acuerdos de La Habana, que serán sometidos a la refrendación de los colombianos a través del plebiscito. Y, además, pone en evidencia el desfase que hay entre el debate político sobre esta consulta y las reales implicaciones de la paz para Colombia.
Hasta ahora, quienes han reducido el plebiscito a una disputa entre santistas y uribistas han tenido éxito frente al colombiano común, que todavía no ha logrado conectar la negociación de paz de La Habana con los beneficios que puede traerle al país.
A paso velozY esto ocurre en momentos en que ya las delegaciones del Gobierno y las Farc, en la capital cubana, se aproximan rápidamente al cierre de la negociación, como lo muestran los sucesivos acuerdos logrados en la última semana.
Precisamente, el viernes, las partes anunciaron el mecanismo para la elección de los magistrados de la Jurisdicción Especial para la Paz, que es la que investigará, juzgará y sancionará a quienes hayan cometido delitos graves en medio del conflicto armado: guerrilleros, agentes del Estado y civiles.
Para garantizar la imparcialidad de esos jueces y desmentir una supuesta impunidad para los jefes de las Farc, esta guerrilla y el Gobierno acordaron que los magistrados sean elegidos por delegados del papa Francisco, del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, de la Corte Suprema, del Centro Internacional de Justicia Transicional y del sistema universitario estatal.
(Además: Las tareas de los magistrados del Tribunal Especial para la Paz)
Y este lunes, en el Cauca, los militares y los guerrilleros finalizan la delimitación de los puntos donde se concentrarán las tropas de las Farc, para hacer el tránsito de movimiento armado a grupo político.
De esta manera, solo quedan pendientes como puntos gruesos de la negociación el momento en que se dará la amnistía a los guerrilleros que no hayan cometido delitos graves y el modelo de reincorporación de las Farc a la vida productiva.
Esto quiere decir que el fin de la negociación es cuestión de semanas y que cada vez está más cerca el plebiscito mediante el cual los colombianos se pronunciarán sobre los acuerdos de La Habana. Por eso la importancia de sacar el debate de la disputa política y enfocarlo en las implicaciones que tendrá para Colombia la paz.
MARISOL GÓMEZ GIRALDO
Editora de EL TIEMPO
En Twitter: @MarisolGmezG