Una lectura atenta del comunicado firmado entre las Farc, la senadora Viviane Morales y el líder cristiano Carlos Alonso Lucio (luego del encuentro de los días 23 y 24 de octubre), confirma, una vez más, las declaraciones del presidente Juan Manuel Santos sobre la inexistencia de la ideología de género en el acuerdo original de La Habana, que fue votado negativamente por los colombianos en el plebiscito del pasado 2 de octubre.
El comunicado, que consta de cinco puntos, incluye temas que están presentes en el acuerdo, como el de proteger los derechos de la mujer víctima del conflicto armado o que esta sea reconocida como parte central del posconflicto.
Asimismo, la familia, según lo establecido por la Constitución, se plasma en el acuerdo cuando se mencionan “las mujeres rurales, mujeres cabeza de familia y a la población desplazada” y las “asociaciones de padres y madres de familia”.
El comunicado busca incluir nuevos ejes como el reconocimiento de las víctimas por sus creencias religiosas y el reconocimiento de las comunidades cristianas y los pastores como líderes en el posconflicto.
Lo que dijo el acuerdoUn análisis de estadística textual confirma que el concepto ideología de género no se encuentra en el documento de las 297 páginas.
¿Entonces, de qué se habla en el acuerdo? De un total de 111 repeticiones, la palabra género tiene diferentes acepciones. Desde un amplio enfoque se estipula la participación de la mujer en el desarrollo económico, político y social, así como la protección de todos aquellos grupos que han sido victimizados.
El acuerdo planteaba la eliminación de cualquier forma de discriminación, valorando a la mujer como sujeto político. Se buscaba combatir la discriminación “incluidas aquellas en razón del género y la orientación sexual y la identidad de género diversa” y esclarecer “el impacto del conflicto en los niños, niñas y adolescentes y la violencia basada en género”.
Las diferentes conceptualizaciones no llevan 'a priori' a encriptar elementos relacionados con la disolución de la familia. De hecho, como antes se ha señalado, la palabra familia se utiliza desde un ángulo de trabajo conjunto entre el Gobierno y “las mujeres cabeza de familia”, “las asociaciones de padres y madres de familia” o las comunidades religiosas y organizaciones sociales, en los diferentes puntos del acuerdo.
Pese a ello, el exprocurador Alejandro Ordóñez ha insistido en el concepto de ideología de género debido a las declaraciones de Humberto de la Calle en el discurso pronunciado el 24 de julio del 2016, día de la presentación del trabajo realizado por la Subcomisión de Género.
Allí, en un discurso de talante filosófico y teniendo como auditorio un grupo de expertas en el tema de género, como la directora de Naciones Unidas para la igualdad de género y empoderamiento de las mujeres y la representante del Secretario General de las Naciones Unidas sobre violencia sexual en los conflictos, el jefe negociador aseguró: “El sexo es una condición dada, mientras que el enfoque de género toca concepciones de carácter cultural que han generado estructuras de comportamiento social, que son históricas, en el sentido de que son productos sociales no deterministas”.
Luego citó esta conceptualización de la filósofa francesa Simone de Beauvoir: “No se nace mujer, se llega a serlo. Y hoy podríamos agregar también: no se nace hombre, se llega a serlo”.
La frase de Beauvoir surge de su libro 'El segundo sexo', publicado en 1949 en Francia y considerado como una importante obra de la corriente filosófica existencialista. Se denuncia la discriminación social, política y económica de la mujer en aquella época posbélica. Beauvoir considera que los niños y las niñas nacen iguales, pero la construcción de la mujer se determina a través de la representación masculina.
El concepto de equidadEste trabajo representó una fuerte crítica a la situación de inferioridad de la mujer y una defensa a la igualdad de género. Tocó también temas sensibles para su época como la sexualidad, el aborto o el lesbianismo.
Simone de Beauvoir, una de las primeras feministas, rechazó abiertamente el matrimonio, al que consideraba “una institución burguesa repugnante similar a la prostitución”, también desdeñaba la maternidad por considerar que esta desvalorizaba a la mujer.
Su polémico libro fue criticado en su momento por el Vaticano y la obra tuvo que ser leída en la clandestinidad en la España de Franco y adquirida en Rusia y los países del Este solamente con la caída de los regímenes comunistas.
Si Beauvoir fue la precursora del concepto de igualdad de género, en mayo del 68 se dio un nuevo paso con la liberación sexual y temas tan sensibles como el derecho al aborto, el control de natalidad y el reconocimiento de nuevas formas de vida, más allá de la familia tradicional.
Ya en los años 80 se da vida a un nuevo concepto que se definirá como el “empoderamiento de género”.
Según la Unesco, este concepto se da en el contexto de la globalización y allí la mujer deberá ser considerada como un “agente de desarrollo prioritario”.
El rol de las mujeresComo parte de este desarrollo, es que se dio la intervención de Humberto de la Calle. En su discurso, anclado al concepto de equidad, aseguró que la Subcomisión de Género constituye una de las grandes innovaciones del acuerdo de paz.
“Las mujeres han sido importantísimas gestoras de paz en medio de la guerra: han preparado sus núcleos sociales para la autogestión de la reconciliación, han sido esenciales para la conservación de la memoria, de los hechos del terror, como también de las tradiciones y arraigo cultural de sus pueblos, y han sido líderes indispensables en los procesos organizativos ante la terca persistencia de la violencia”.
A través de su intervención, De la Calle dio cuenta de cómo el acuerdo reivindica los derechos de la mujer en el campo, las mujeres cabeza de familia, “las mujeres gestantes y lactantes”, las mujeres jóvenes y también las poblaciones vulnerables víctimas del conflicto como los niños, las niñas y la población LGBTI.
La polémica surgida alrededor de la confusa ideología de género trasciende las fronteras colombianas. Este concepto ha sido el caballo de batalla de grupos ultraconservadores como en el caso francés, quienes acusan al gobierno socialista de François Hollande de confundir “equidad de género” con “identidad sexual”.
Esta problemática pone en evidencia el surgimiento de nuevos contenidos en el debate político.
Los recientes estudios de economistas como Cecilia López Montaño y José Antonio Ocampo, entre otros, dan cuenta de esto en su ensayo 'Bases para un nuevo modelo de desarrollo con igualdad de género':
“Es hora de que las mujeres, tanto las activistas como las economistas feministas y otras profesionales, salgan de la reducida agenda y aprovechen la oportunidad única de que el estudio del género no se quede en diagnósticos, como hasta ahora, ni en reivindicaciones puntuales, sino que se convierta en el más novedoso y transformador de la economía y de la organización social de los países”.
Ojalá que los diálogos que se desarrollan en La Habana, para un gran acuerdo nacional, permitan superar la confrontación entre una Colombia patriarcal y conservadora y una abierta y liberal en busca de nuevos horizontes de equidad.
María Fernanda González
Especial para EL TIEMPO
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