No hay manera de que en un proceso de desarme verificado por Naciones Unidas, una organización insurgente pueda evadir, sin ser detectada, los controles de los militares que monitorean la entrega de las armas.
Lo dice Jean-Marie Guéhenno, quien durante ocho años, entre el 2000 y el 2008, fue el jefe de Operaciones de Mantenimiento de la Paz de la ONU.
El exdiplomático francés, hoy presidente mundial del centro de prevención y solución de conflictos Crisis Group, estuvo en Colombia y habló con EL TIEMPO del alcance que tiene una misión de Naciones Unidas como la que hay en el país para verificar el desarme de las Farc.
Las Farc no quieren foto de la entrega de armas, ¿qué debe hacer una misión de la ONU para darle tranquilidad al país sobre el cumplimiento del desarme?
Nunca hay una certeza de que las armas han sido entregadas al ciento por ciento. Pero una misión de la ONU evalúa el arsenal que el grupo tiene, y los observadores militares tienen un sentido agudo sobre cuántas armas puede tener el grupo y de qué calidad son. Es muy difícil volarse ese control y engañar a la ONU. Es evidente que las Farc quieren convertirse en un movimiento político. Si quieren quedarse con armas, van a perder militar y políticamente. Militarmente, porque ya entregaron una lista de todos sus miembros, y políticamente, porque perderían apoyo.
¿En ningún lugar hay garantía de que se entrega el ciento por ciento de las armas?
En ningún lugar, sea bajo la autoridad estatal o de la ONU. Nunca existe una garantía de que el ciento por ciento de las armas serán recogidas, sobre todo cuando hay otros grupos armados, como es el caso de Colombia.
¿Qué protocolos sigue una misión de la ONU para verificar un desarme?
La misión siempre tiene una idea del grupo que va a entregar las armas, del número de sus combatientes y de la estructura. Tiene una lista de todas las armas y documentación muy concreta de cada una de ellas antes de ponerlas en contenedores seguros. Esa información tan detallada hace difícil eludir los controles. Los observadores comparan las armas entregadas con el número de combatientes y se hacen una idea sólida sobre el cumplimento del desarme.
¿Qué pasa si los observadores ven que no hay correspondencia entre el tipo y el número de armas y las características del grupo armado?
Hay varios caminos. Si el diálogo informal no funciona, hay que llevarlo a una mayor escala. En el caso de Colombia, eso debería ir hasta los líderes de las Farc y del Gobierno, y si las dos partes no se ponen de acuerdo, deben preguntarse si se puede avanzar en esas condiciones. Hay que esperar que no se llegue a esos límites por la confianza que se ha ido construyendo en Colombia.
¿Una situación límite podría llegar al Consejo de Seguridad de la ONU?
Hay informes regulares de una misión de la ONU al Consejo de Seguridad, y si la misión ve que el acuerdo no está siendo cumplido, lo informa.
¿Y qué puede pasar en un caso de esos?
Hay varias cosas que el Consejo de Seguridad puede hacer si ve que algo está fallando, pero es mejor no llegar a ese extremo porque una vez está allí, el tema se convierte en un asunto político y es más difícil que las partes quieran ceder.
¿Cuál es la diferencia entre la Misión de Paz de la ONU que hay en Colombia y las misiones en otros lugares del mundo?
Lo que distingue a Colombia es que tiene un Gobierno y un Ejército funcionales, por lo que el papel de la ONU aquí es de apoyo y no de liderazgo. El propósito fundamental es ayudar a las Farc y al Gobierno con el proceso de paz.
¿Qué implicaciones tiene para Colombia que la Misión de la ONU haya sido producto de una resolución del Consejo de Seguridad?
Ninguna en especial. Fue un pedido de las partes en conflicto. Es una forma de mantener el interés de los países del Consejo de Seguridad en el proceso de paz para que lo apoyen, lo cual es muy importante, por ejemplo, para poner en marcha el acuerdo de desarrollo rural, que necesita dinero. La presencia de la ONU es una forma de garantizar ese respaldo.
Pero ¿estar bajo la mirada del Consejo de Seguridad no afecta la soberanía de un país?
Colombia siempre debe insistir en su soberanía, y es esencial que el país siga liderando el proceso de paz. El tema de si es la Asamblea General o el Consejo de Seguridad el que aprueba la resolución de una misión es más bien técnico. Es esencial que exista una relación de confianza entre el Gobierno y la Misión de la ONU y entre la Misión, el Gobierno y las Farc.
Hablando de la confianza, hace unas semanas hubo una controversia porque las zonas donde se hará el desarme de las Farc no estaban listas y, de acuerdo con la ONU, no había condiciones para instalar todavía los contenedores en los que se depositarán las armas. ¿Son normales este tipo de polémicas en un proceso de estas características?
Es evidente que en el caso de Colombia hay complicaciones logísticas y prácticas, relacionadas sobre todo con la ubicación de las zonas veredales, que no tienen fácil conexión con el resto del país. Pero yo no conozco ningún proceso de paz que no haya sufrido demoras en la implementación. Cuando las partes se miran de forma crítica para ver en qué avanzan y en qué no, en términos de cumplimiento del acuerdo, es bueno, porque eso asegura que los dos lados cumplan.
MARISOL GÓMEZ GIRALDO
Editora de EL TIEMPO
En Twitter: MarisolGmezG