El rol de Naciones Unidas tanto en el éxito de la negociación con las Farc como en la implementación del Acuerdo de Paz ha sido fundamental.
Al cierre de su visita a Colombia para participar en la conmemoración del quinto aniversario del fin de la guerra con las Farc, el secretario general de la ONU, António Guterres, asegura que, a pesar de todos los problemas, retos, desconfianzas y controversias políticas, “el proceso de paz está vivo”. Guterres llama a quien sea elegido Presidente en el 2022 a seguírsela jugando por el cumplimiento de lo pactado en el 2016.
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También advirtió que Colombia y el mundo están pendientes del cumplimiento de los excombatientes con los compromisos de verdad, justicia y reparación y señaló que “la cárcel” debe ser el destino para quienes le hagan conejo a la paz.
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¿Cuál es su balance de la implementación del proceso de paz, tras esta visita de dos días a Colombia?
Lo más importante es que el proceso de paz está vivo. La implementación de Acuerdo de paz, que tiene muchos problemas, retrasos y enfrenta desafíos de seguridad, como vemos con los atentados y asesinatos a líderes de la sociedad civil o excombatientes, está avanzando con todas esas dificultades. Hay un número importante de excombatientes que se están integrando. Hay un número importante de víctimas identificadas y con las cuales hay perspectiva de apoyo efectivo.
Pude verificar que las instituciones de justicia transicional están activas. Tuvimos una reunión muy importante con el presidente de la Jurisdicción Especial para la Paz (Eduardo Cifuentes) y con el presidente de la República (Iván Duque). Y hay condiciones para mejorar y acelerar los procesos y la atribución de sanciones. Encontré una gran determinación del Presidente y distintos elementos de la administración para acelerar la inversión en todas las áreas que son problemáticas, en un país que aún tiene muchas áreas sin una presencia efectiva del Estado.
Y hay condiciones para mejorar y acelerar los procesos y la atribución de sanciones
Por todo eso soy optimista, el proceso está vivo, se ha hecho mucho, hay muchos retos complicados, dificultades de implementación en distintas áreas, pero Colombia hoy es un símbolo de paz en el mundo. El mensaje fundamental es: en un mundo en el que hay divisiones geopolíticas, conflictos interminables, multiplicación de nuevas guerras, Colombia dice que este es el momento de invertir en la paz.
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En el país sigue, cinco años después, una fuerte polémica acerca del éxito o no del proceso, de las condiciones bajo las que se pactó el fin de la guerra con las Farc. Incluso el expresidente Álvaro Uribe le dirigió a usted una comunicación en ese sentido. ¿Cuál es su mensaje a esos sectores que son escépticos, críticos, frente al proceso de paz en Colombia?
Colombia es una democracia. En Colombia hay distintas opiniones, como acontece en todas las democracias. Pero la verdad es que cuando pienso en la campaña electoral de hace cuatro años y verifico lo que pasa hoy en Colombia, creo que el consenso sobre el proceso de paz se alargó muy sustancialmente. Creo, el análisis que pude hacer, es que las voces que legítimamente tienen una posición contraria tienen hoy una influencia menos fuerte a lo que se evidenció en la última campaña electoral, cuando estuve (en 2018) aquí visitando al hoy expresidente Santos, en el principio de mi mandato como secretario general.
Precisamente, el año próximo Colombia elegirá un presidente de la República. ¿Cuál es el mensaje de las Naciones Unidas a esa persona que llegue a la casa de Nariño, en lo que se refiere a la implementación del proceso de paz?
En primer lugar, un mensaje de solidaridad y disponibilidad: estamos al servicio de Colombia. No tenemos agenda, nuestra agenda es el pueblo colombiano, su bienestar, la paz, el fin de la violencia. Estamos totalmente a la disposición de la nueva administración. Segundo, pensamos que es del interés de Colombia que esa administración prosiga la implementación del acuerdo de paz y, en la medida de lo posible, acelere los distintos procesos y perfeccione los mecanismos de protección de las personas amenazadas por la violencia. Lo que implica también, naturalmente, combatir con determinación a los bandos armados que siguen en el país y en conexión muy clara, muchos de ellos, con el narcotráfico.
¿Cree que la paz en Colombia es posible teniendo niveles de narcotráfico, cultivos de coca tan grandes como los que hay hoy y grupos armados (disidencias, el Eln, bandas) como las que están operando en el país?
Creo que esas son dificultades reales. No espero un milagro para mañana. Pero si comparamos la situación de hoy con la situación que conocí en Colombia hace más de diez años, siendo el alto comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados, tengo que decir que hay razones para tener esperanza.
El vecindario es problemático. Muchos grupos armados colombianos están al otro lado de la frontera, particularmente en Venezuela. ¿Es posible pensar en una paz o una seguridad pronta de Colombia con la situación que se ha denunciado de connivencia del gobierno de Nicolás Maduro con grupos armados ilegales?
Es naturalmente una dificultad, pero creo que progresivamente también las fuerzas de seguridad colombianas van a tener una presencia más efectiva en el territorio, incluso en las zonas más lejanas del centro: fronteras, el Pacífico y otras regiones donde la violencia sigue siendo un problema serio.
El mandato de la Misión de Naciones Unidas en Colombia se amplió y se va a verificar también el cumplimiento de las penas de la justicia transicional. ¿Por qué es tan importante que esas penas que imponga esa justicia se cumplan?
El sistema (Integral para la Paz) es innovador, muy interesante. A mí me gustaría que se repitiera en otros países. Hay sanciones que implican condiciones como retribución, servicio a la comunidad o servicio incluso a las personas que fueron víctimas, reparación a las víctimas. Eso exige un mecanismo de implementación. Lo que tuve ocasión de discutir con el presidente de la JEP y con el presidente Duque es cómo crear condiciones, porque esto tiene un mecanismo de implementación que es mucho más complejo que meter a una persona a la cárcel.
Hay sanciones que implican condiciones como retribución, servicio a la comunidad o servicio incluso a las personas que fueron víctimas, reparación a las víctimas
Y naturalmente, cuando no se cumplan las condiciones definidas en los acuerdos de paz, pues las personas que no reconozcan lo que han hecho o que no dicen la verdad ahí tienen que ir a la cárcel. Pero las que tienen un proceso claro de arrepentimiento y de verdad, y que tendrán sanciones de retribución, para ellos se necesita un mecanismo de implementación, y quedé muy optimismo sobre la determinación de la JEP y de la Presidencia que se van a crear las condiciones para hacer funcionar la justicia transicional lo más rápido posible y para que el pueblo y las víctimas vean las sanciones.
Finalmente, con los avances de la justicia transicional, ¿usted cree que ese fantasma que rondaba a Colombia, el de una intervención de la Corte Penal Internacional, no debe asustar en el futuro al país?
La Fiscalía de la Corte Penal ya decidió que no necesita actuar porque las instituciones de Colombia son capaces de solucionar el problema. La Corte Penal Internacional es una corte residual, que solo actúa cuando no tiene confianza en la capacidad de las instituciones del país. Yo creo que Colombia es un Estado fuerte, con las dificultades que conocemos en las zonas periféricas, pero es fuerte y hoy tiene un sistema de justicia en el que, creo, la CPI confía.
JHON TORRES MARTÍNEZ
Editor de Mesa central