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Ellas luchan por el reconocimiento de los derechos de las mujeres
Mona Lisa

La Mona Lisa fue inaugurada el 21 de enero, después de que La Guarusa cerró el 7 de enero.

Foto:

Eydith Barrios

Ellas luchan por el reconocimiento de los derechos de las mujeres

Jessica y Daniela viven en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. Son activistas y feministas.

Jessica Peñalosa y Daniela Orozco, una economista de 28 años y una diseñadora gráfica de 27 años, respectivamente, quienes viven en Santa Cruz de la Sierra en Bolivia, dicen que a pesar de haber estudiado distintas carreras y de vez en cuando pensar diferentes, tienen muchas cosas en común: el feminismo, el activismo, la defensa de los derechos de las mujeres en Santa Cruz y ‘La Mona Lisa’.

Jessica y Daniela se conocieron en La Guarusa, el bar de una amiga ubicado en el mismo espacio donde funciona hoy en día La Mona Lisa y al que frecuentaban porque hacia parte de un colectivo feminista llamado Agitadoras Feministas, pero que se vio obligado a cerrar sus puertas por la situación económica que se vive en el país, los altos costos de la energía y por lo poco que generaba para pagar las cuentas: “Nos conocimos en La Guarusa y empezamos a trabajar en el bar, pero ante las pocas ganancias y lo poco que generaba para suplir los gastos del alquiler y la luz, nuestra amiga cerró el bar el 7 de enero”.

Y así fue, frente a la necesidad de mantener el espacio porque querían seguir fortaleciendo los vínculos entre las mujeres que iban al lugar y en el que hablaban de los sentires femeninos, de esos que solo las mujeres pueden entender, y de pensarlo por más de diez días, Jessica y Daniela tomaron la iniciativa de continuar con el proyecto: “Fueron dos semanas de ‘full’ energía en las cuales todas la personas que estaban a nuestro alrededor nos ayudaron al vernos clavando, haciendo las mesas, los sillones y todos los muebles. Nosotras mismas hicimos todo en cuestión de días después de decidir que queríamos seguir con el espacio, pero ya de una forma más tranquila, diferente a un bar, porque es que la ‘joda’ nocturna es muy intensa y desvelarse no era sano, hay muchas energías que se mueven en el lugar y uno siempre está recibiendo todo eso”.

Quince días se tardaron Jessica, Daniela y Anie, otra de las mujeres que iban al bar, en abrir el nuevo espacio: “Inauguramos La Mona Lisa el 21 de enero después de que La Guarusa cerrara el 7 de enero”.

El bar La Mona Lisa, ubicado en la calle 24 de Septiembre, en pleno centro de la ciudad de Santa Cruz, más que un bar es una casa de encuentros, es una casa de la cultura, cuyo nombre no precisamente se deriva de la pintura más famosa de Leonardo da Vinci, sino que es una apología a la teoría evolucionista de Charles Darwin, representada esta vez por una ‘mona’ que promueve la inclusión de hombres, pero sin olvidar el sentido que las llevó a abrir el lugar: “La Guarusa era exclusivo para mujeres, pero nosotras sentimos la necesidad de seguir con el espacio, pero esta vez dando un poco de libertad para que los hombres también pudieran venir y compartieran con nosotras”.

Mona Lisa

Daniela Orozco es una diseñadora gráfica de 27 años. 

Foto:

Eydith Barrios

Mona Lisa

Jessica Peñalosa es una economista de 28 años. 

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Eydith Barrios.

Mona Lisa

Así se ve la Casa de la Cultura La Mona Lisa.

Foto:

Eydith Barrios

Y si bien hoy en día el bar La Mona Lisa es una casa de inclusión, también es sinónimo de una crítica que Jessica y Daniela le hacen al sistema y a la sociedad cruceña: “Se nos hizo creer a las mujeres que el cabello rubio era más bonito y las tetas paradas eran la perfección, pero no es así. Es increíble ver cómo en Santa Cruz los salones de belleza están llenos de mujeres que se pintan el pelo de ‘mono’, porque según así son más bonitas y bellas. Con la ayuda de una amiga que es dibujante, hicimos el eslogan para decir que las mujeres podemos raparnos el cabello, tenerlo largo y al mismo tiempo despeinado, pero también para decir que se es mujer teniendo el pelo de otro color distinto al rubio y que también se nos caen las tetas”.

La Mona Lisa, además de ser un espacio donde se hacen batucadas, talleres de serigrafía y manualidades, es también donde se reúnen artistas, pintores, dibujantes, cuenteros, abogados y diseñadores; es un espacio en el que a través de conversatorios la gente se siente libre de preguntar lo que sea sin sentir vergüenza.

Es un encuentro que promueve el rescate de los derechos de las mujeres, la buena alimentación, la preservación y conservación del agua y el medioambiente: “Estos conversatorios son importantes porque lo que buscamos es rescatar los espacios culturales que se han ido perdiendo en Santa Cruz, a causa de la burocratización y privatización del espacio público. Aquí en Santa Cruz, la Policía en vez de estar en el Plan 3.000 poniendo orden entre las pandillas y evitando que se maten los unos a los otros, está es en la plaza evitando que tú te sientes en las bancas con las piernas cruzadas”.

Y sin dudarlo un instante, Jessica y Daniela dicen que en Santa Cruz promover el debate, ser feministas y activistas, aparte de estar mal visto y generar malestar, lo relacionan con ser ‘hippie’, locas y lesbianas: “A nosotras por ejemplo nos asocian con María Galindo y las Mujeres Creando, nos tildan de ‘feminazis’, ese nuevo ‘concepto’ que dice que las mujeres odiamos a los hombres, pero no es así; lo que buscamos es que las mujeres se sientan seguras, incluso con hombres alrededor, porque aquí en Bolivia, en cualquier boliche, los hombres solo esperan a que las mujeres se emborrachen para aprovecharse de ellas y nadie dice nada, nosotras lo que buscamos es protegerlas. Si es de ayudar a una mujer que está borracha a subirla en un taxi y pagárselo o quedarnos hasta el día siguiente escuchando sus historias para que se sientan bien, nosotras lo hacemos y no tenemos problema con eso”.

La Mona Lisa, además de constituirse en un espacio para la formación, la crítica y el debate a favor del aborto, la política, el divorcio y la violencia sexual, es el lugar donde viven prácticamente Daniela y Jessica, junto con las muchas mujeres que lo frecuentan y donde nacen discusiones.
 
“No todas dentro del feminismo somos iguales y no todas pensamos igual. Hay feministas institucionales, que son aquellas que creen en las leyes y las aceptan, pero también estamos las otras que creemos que las leyes no van a cambiar y que seguirán iguales como en otros estratos de la sociedad, pero que si las estudiamos y las debatimos, las podemos entender”.

Lo que pasa es que acá tanto hombres como mujeres no pueden entender que todos somos diferentes y que la otra persona necesita un espacio en el que nadie tiene el derecho de incurrir de ninguna manera. Aquí muchos hombres creen que un piropo es bueno, que es agradable y no entienden que eso es una forma de agresión y de violencia”.

Crear ambientes libres de toda violencia y maltrato contra las mujeres

Además de la lucha que promueven y llevan en sus hombros mediante el estudio de las leyes y las implicaciones que estas tienen sobre las mujeres en Bolivia, Jessica y Daniela juntan voluntades en La Mona Lisa, a través del arte y del activismo que practican, para debatir temas como: el aborto, las relaciones lésbicas, la violencia dentro de las relaciones heterosexuales y la adopción de niños por parejas del mismo sexo. Esa misma lucha también le da fuerzas para ir en contra del sistema y del consumismo, y para trabajar a favor del medioambiente y la preservación de los recursos.

EYDITH BARRIOS
Periodista de 'El Universal', de Cartagena.

*Este artículo se publica gracias a la beca '200 años en paz, storytelling para el posconflicto', apoyada por la Escuela de Periodismo de EL TIEMPO, la Embajada de Suecia, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Universidad de La Sabana.

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