El expresidente Ernesto Samper aseguró que no aspirará a la reelección como Secretario General de la Unasur para regresar a trabajar en la construcción de la paz en Colombia. Reconoció que en “todos” los gobiernos anteriores al del presidente Juan Manuel Santos habían buscado, sin éxito, un acuerdo con las Farc y afirmó que no es el momento para que le “pongamos palos a la rueda”. El exmandatario le dijo a EL TIEMPO que el ‘Sí’ se va a imponer y que ahora se debe “construir un nuevo país”.
¿Va a trabajar por la paz?
Sí, he estado en esto durante más de 30 años. Me preguntan en el exterior que por qué hay dos expresidentes que están contra la paz y hasta la pregunta me da vergüenza. Creo que la respuesta es que ellos dos obedecen a unas consideraciones mezquinas que no tienen que ver con el propósito de que este país salga del conflicto armado.
¿Cree que Uribe y Pastrana están en esa orilla por no haber conseguido la paz?
Todos los que hemos sido presidentes, sin excepción, hemos tratado de buena fe de avanzar en procesos de negociación, sobre todo con las Farc. En mi caso, con el Eln. El que no hayamos podido no quiere decir que ahora les pongamos palos en la rueda a los esfuerzos satisfactorios que ha hecho el presidente Santos por conseguirla. Discrepo de Humberto de la Calle en que este acuerdo sea positivo por posible. El solo hecho de que haya un acuerdo representa muchísimo para el país.
¿Cómo ve la campaña en el plebiscito?
Me parece que la campaña no ha estado bien enfocada. No creo que la solución sea meterle miedo, sobre todo a la gente joven, que es la que va a establecer la diferencia porque es donde está el mayor número de indecisos. A los jóvenes hay que ofrecerles futuro. Hay que decirles que los acuerdos de paz fructifican porque lo que se ha negociado en La Habana es la ausencia de conflicto armado, pero ahora viene una tarea que es construir un nuevo país hacia adelante.
¿Qué hay que modificar?
Me llama la atención que la controversia se haya planteado a nivel de expresidentes. Este es el momento para que la gente que aspira a gobernar estuviera aportando argumentos por el ‘Sí’ o el ‘No’. Pero la apelación negativa nunca es buena. Estamos a tiempo de mandar un mensaje positivo.
¿Nos puede pasar lo que en el ‘brexit’ de Inglaterra?
No. Creo que finalmente se va a terminar imponiendo el ‘Sí’. Afortunadamente, esto no es un referendo, y Uribe vio lo difícil que es sacar adelante un referendo en el que la gente puede votar por pedazos. Claro que la paz tiene dificultades, no es gratis, pero lo que la gente tiene que decidir es si quiere ver a las Farc disparando balas en la selva o con argumentos en el Congreso. Este será el primer proceso de paz en el mundo organizado bajo las normas de la justicia internacional.
Hay quienes dicen que el costo es muy alto...
Lo que se invertiría en el primer año en manutención de los guerrilleros no alcanza a valer lo que vale un helicóptero de los que estábamos usando para la guerra.
¿Qué opina del acuerdo?
Hay una virtud que tiene este proceso y es que por primera vez, en comparación con los procesos anteriores, el referente central no son los victimarios sino las víctimas. El proceso comenzó por donde debía, atendiendo a las 7 millones de víctimas.
¿Algo no quedó bien?
El acuerdo llegó a lo que se quería, que es convencer a las Farc de que con este nuevo país ellos tienen un espacio para vivir. La parte de la logística militar es impecable. Me pareció bastante flojo el capítulo de drogas porque, salvo el tema de sustitución de cultivos, no hay planteamientos de fondo sobre consumo, salud pública, derechos humanos, penas alternativas, que además son banderas del propio Santos. También me preocupa ver cómo se va a armar el proceso de justicia y paz, ya que es laberíntico, con muchos mecanismos, jueces y protagonistas. Pero la parte de participación política abrirá un nuevo escenario político, van a quedar atrás las diferencias frente a partidos tradicionales.
¿Cómo sería ese escenario?
Si la paz funciona, se debe construir una nueva izquierda y aparecerá una nueva derecha, que es la que ya estamos sintiendo con el plebiscito, es decir, los que se están expresando en contra. Hay intereses legítimos de parte y parte, y la nueva izquierda será progresista y planteará otras iniciativas distintas a la de justificar la combinación de distintas formas de lucha, incluida la armada.
¿Esa nueva izquierda saldría de lo que salga de las Farc?
Seguramente, pero no necesariamente son partidos, pueden ser movimientos. Me parece que el soporte que van a tener las Farc es territorial. No deben comenzar por el techo sino con sus fundamentos, las bases campesinas y étnicas, que fue lo que trabajaron políticamente durante estos años.
¿Le preocupa que las Farc lleguen al Congreso?
Prefiero ver a ‘Timochenko’ en el Congreso defendiendo sus argumentos con toda la clase política a que esté en el Putumayo haciendo emboscadas.
¿Cómo ve la campaña presidencial del 2018?
Con el proceso de paz y el plebiscito se viene una reagrupación en otro tipo de intereses. Veo al conservatismo unido con el uribismo. Y me veo trabajando por una alianza por una nueva izquierda democrática por dentro o por fuera del liberalismo. La lucha por la Presidencia sería el resultado del enfrentamiento de esta nueva izquierda con la derecha uribista. Por primera vez, los colombianos van a tener realmente opciones políticas.
¿Ve a Humberto de la Calle como candidato liberal?
Sí, creo que es la mejor carta que tiene el gavirismo; no sé si el liberalismo, pero sí el gavirismo.
Gavirismo como parte del liberalismo…
Claro, como parte del liberalismo, pero es que el liberalismo no es solo el gavirismo; habrá otros sectores que tengan otras posiciones y que deberían medirse en una consulta interna.
¿Quién le compite a De la Calle?
Juan Fernando Cristo puede ser una buena opción. Seguramente saltarán otros nombres a la palestra roja. El partido debe retomar los movimientos sociales que le daban vida como parte de sus principios.
¿Usted se viene a Bogotá porque se le acabó el oxígeno en Unasur?
No es cierto. Fui consecuente con mi rechazo a la reelección y no quise renovar mi mandato. Cuando llegué a Unasur, la región estaba creciendo al 6 por ciento, acababa de lograr sacar 120 millones de pobres de esa condición gracias a programas de inversión social. Tenemos 12 consejos regionales en los que se diseñan políticas públicas sectoriales, y el papel que ocupo en la Secretaría es hacerles seguimiento a esos proyectos. En eso hemos avanzado bastante, así no sea lo que se vea desde afuera.
¿Lo que pasa en Venezuela no permitió un mejor papel?
En los años que lleva el chavismo nunca se ha dejado de acudir a un instrumento democrático para alcanzar sus objetivos políticos. Esa voluntad de acudir a escenarios democráticos a tramitar sus diferencias todavía se puede aprovechar para encontrar una salida a través del dialogo entre gobierno y oposición. Es lo que Unasur impulsa, y vamos a lograrlo.
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