Los votos de los pastores César Castellanos y Claudia Rodríguez de Castellanos, líderes de la poderosa iglesia Misión Carismática Internacional (G-12), comenzaron a ser objeto de una silenciosa disputa entre las campañas presidenciales del Centro Democrático (CD), de Álvaro Uribe, y la de Germán Vargas.
Los Castellanos, quienes han logrado manejar con éxito los votos y la fe desde los mismos púlpitos desde hace casi tres décadas, rompieron el martes pasado, de manera sorpresiva, la alianza política que tenían con Uribe desde hace 15 años.
La razón de la ruptura, según confirmaron varias fuentes cercanas al CD, fue que el exmandatario se negó a aceptar la exigencia de los líderes cristianos de incluir a dos de los suyos entre los primeros diez renglones de la lista de candidatos a Senado y a muchos otros en las listas regionales de Cámara.
“Es el momento de dar un paso al costado, de retirarnos del Centro Democrático (...) usted conoce los motivos de esta decisión, razón por la que no se exponen”, escribió la pastora Claudia en carta enviada a Uribe.
La líder cristiana es quien tradicionalmente ha movido los hilos de la política en esa casa, mientras su esposo vive más entregado al pastoreo de su iglesia.
Ella fundó en 1989 el Partido Nacional Cristiano, se nominó a la Presidencia de la República, formó parte del Senado, fue candidata a la Alcaldía de Bogotá y se desempeñó por pocos meses en la embajada de Colombia en Brasil. Es fundamentalmente una líder política.
Algunos uribistas, como José Obdulio Gaviria y Jaime Amín, le restaron importancia a la partida de los Castellanos.
“Es un simple pulso político para definición de su representación”, dijo Gaviria.
“La política es una actividad dinámica, y si la puerta estuvo abierta para entrar, también lo está para salir”, repuso Amín.
Cuando los Castellanos trataron de poner a Uribe contra las cuerdas exigiéndole una cuota de curules en Senado y Cámara, ya estaban preparando su camino de regreso a donde Germán Vargas Lleras, la que ya había sido su casa política.
EL TIEMPO pudo establecer que los Castellanos ya han tenido aproximaciones con el propio Vargas Lleras y que este les abrió las puertas de Cambio Radical “de par en par”, para que vuelvan a la que fue su casa.
“Las puertas de Cambio Radical están abiertas para ellos. La doctora Claudia fue criada acá y uno puede volver a la casa cuando quiera”, dijo Jorge Enrique Vélez, director de ese partido.
El episodio de los Castellanos dejó en evidencia la puja de las principales campañas presidenciales por los votos seguros.
En este caso, Vargas y el uribismo, que para algunos podrían ser los protagonistas de la segunda vuelta presidencial en 2018, han evidenciado la disputa del poder voto a voto.
También quedó claro que no obstante su poder indiscutible en el CD, pues es su jefe absoluto, Uribe podría enfrentar pequeñas rebeliones a la hora de elaborar sus listas de candidatos a Congreso y verse obligado a imponer la disciplina.
El Centro Democrático es el partido más monolítico hoy en el Congreso. Su bancada es la única elegida mediante lista cerrada y con los votos exclusivos del expresidente.
A Uribe le quedan tres procesos que pondrán a prueba su pericia electoral: su lista de aspirantes al Congreso; definir su candidato presidencial y liderar la coalición con sectores conservadores, la cual se resolverá en una consulta interpartidista.
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