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Partidos Políticos

Álex Char dice ‘no’ a llegada de Óscar Iván Zuluaga a la coalición

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El exalcalde de Barranquilla y precandidato presidencial habló con María Isabel Rueda.

El barranquillero Álex Char, exgobernador y exalcalde, rompe su silencio. En reveladora entrevista cuenta quién y cómo es, de qué se enorgullece, si lo intranquilizan sus líos judiciales; propone cambiar el IVA por un impuesto al consumo mucho más pequeño. También confiesa que no está de acuerdo con dejar entrar a Óscar Iván Zuluaga a su coalición. ¡Ah! Y habla de su cachucha.
Para ser candidato presidencial, muy poco se le oye hablando y opinando. Más fácil verlo bailando…
Lo del baile forma parte de un video en que aparezco contando cuáles son las cinco cosas que la gente no sabe de mí.
¿Por ejemplo?
Soy un cafeinómano, tomo café muchas veces al día. Duermo tres o cuatro horas, me encanta la salsa, les tengo pánico a los aviones y no hay sábado en que no me tome un sancocho. Sábado sin sopa, no es sábado.
¿Pero usted por qué no va a debates ni da entrevistas? Se supone que los candidatos hablan, opinan, debaten sobre los temas más coyunturales del país…
Me mantuve un tiempo aislado de la prensa, pero utilizando otros mecanismos, como redes sociales. En cualquier caso, si algo me diferencia de otros candidatos, es que me gusta escuchar más que hablar. Soy más de hechos que de palabras. El bienestar de Barranquilla habla por mí. No tengo que estar mostrándolo o gritándolo. La mayor parte del tiempo mantengo en la calle con la gente. Desde que me hice concejal de Barranquilla, hace 24 años, me identifica un diálogo permanente en el bordillo, en el barrio. Algunos se reían de mí porque en la última alcaldía no fui más de tres veces al despacho: el día en que posesioné, el día en que llegó el embajador de Estados Unidos y un día cuando llegó el Presidente de la República. Porque eso había que hacerlo ahí. Del resto, en la calle, en los barrios, en los colegios, en los hospitales… Ahora decidí ser otra vez candidato, pero luego de que resolví unos problemas familiares. Y bueno, entra el frenesí de recolección de firmas.
Agradezco esta rara entrevista porque es una ocasión para preguntarle de frente lo que un periodista le quiera preguntar. Entonces le pregunto. ¿Esa decisión que lo tenía dudando sobre si volver a la política era realmente de origen familiar, o más bien judicial? Es conocido que usted tiene una cantidad de líos por resolver…
Dicen cosas que no son. Yo, de manera directa, no tengo nada que me preocupe. Nada. Obviamente, los que estamos en el ejercicio de la política, y hemos sido ordenadores del gasto, estamos en riesgo, pero no tengo nada que me preocupe. Todas mis actuaciones están ahí, abiertas. Creo que pocos alcaldes en Colombia han tenido la suerte que yo tuve, de administrar a Barranquilla con mucha pulcritud y mostrar, con resultados, la evolución de una ciudad que hoy es ejemplo a nivel nacional. En estos últimos veinte meses ni siquiera he comparecido ante ningún estrado judicial, pero, si toca hacerlo, lo haré con todo el respeto y la responsabilidad. Esto fue un tema netamente familiar.
Y familiarmente, ¿qué era lo que tenía que resolver?
Terminé mi alcaldía el 31 de diciembre del 19, ya era la segunda, y fui después gobernador. Tengo un niño de 20 años y una niña de 19. Y luego de doce años seguidos dedicado a esta cosa, tenía una deuda inmensa con ellos. Les había prometido que no volvía a la política. Entonces, fue un duelo muy difícil. Además, se metió la pandemia. En estos veintidós meses pude disfrutarlos lo que no logré en estos doce años de gobierno directo.
¿Por qué no hacerlo a través de su partido, Cambio Radical?
Era muy fácil recibir el aval. Pero quise estar por encima de cualquier partido y hacer una recolección de firmas.
Le soy franca. A usted lo adoran en Barranquilla y en la Costa, pero en el interior del país lo asocian con cuestionados métodos de contratación, uno de muy ingrata recordación, como es la asociación con su cuñado Nule y sus primos en la vía Bogotá-Girardot. ¿En qué va eso?
Ahí yo no tengo ninguna injerencia de manera directa, no tengo responsabilidad en eso. Por supuesto, cada cual tiene que pagar por lo que hace.
Otra cosa con la que se le asocia es con las andanzas de Aida Merlano y la compra de votos. Se dice que en eso ella involucró a su familia. ¿Qué tuvo usted que ver con eso?
Nada, en absoluto. Ese fue exactamente en el periodo electoral del 18 al Congreso, donde hablan de que el Partido Conservador, de que Cambio Radical, cuando yo era alcalde de Barranquilla y no participaba como candidato de nada.
Pero tenía un familiar que sí estaba en campaña…
Cambio Radical votó por Cambio Radical, y el Partido Conservador votó por el Partido Conservador. Cada cual tiene que pagar por lo que hace. Qué viva la justicia, y todos queremos que en Colombia la justicia funcione.
Pero contésteme solo una cosa: ¿en Barranquilla, que usted sepa o sospeche, se compran y se venden votos?
Cada cual, insisto, debe responder por eso. Es un ejercicio que yo, como ciudadano, deploro. Nada acaba más con la democracia que la posibilidad de que se le pueda cambiar por unos centavos la conciencia a una persona. Siempre estaré en contra de eso.
Álex Char recogió la impresionante cifra de 2,5 millones de firmas en muy poquitos días. Eso no tiene sino dos explicaciones. O maquinaria, o popularidad…
Estamos recogiendo todo lo que se ha construido a lo largo de estos últimos veinte años. Fue una iniciativa de un grupo de ciudadanos. Empezaron a llegar llamadas de todas las esquinas de Colombia… Impresionante. Se construyeron comités a lo largo y ancho del país, y mandaban y mandaban formularios llenos, unos bien hechos, otros regular; los abuelitos firmaban en la de arriba y en la de abajo… Como muchas planillas se iban a dañar, había que recoger más, pero nunca imaginé esa cifra. Sí, fue un récord. Solo el 27 % fueron firmas del departamento donde yo nací. El 73 % llegaron de por fuera. De Santander, 120.000 firmas. Del Valle, 130.000 firmas. Del Urabá antioqueño y chocoano, donde hay unos muchachos amigos de la vida, 120.000 firmas. Los amigos de Villavicencio, del Llano y demás mandaron 20.000. Y así.

Tengo un niño de 20 años y una niña de 19. Y luego de doce años seguidos dedicado a esta cosa, tenía una deuda inmensa con ellos

¿Ese éxito inesperado y quizás buenas notas en las encuestas influyeron en el cambio del que, parecía, sería su papel en el Equipo por Colombia? Creímos que solo le aportaría sus votos a otro de la coalición. Pero hoy lo veo muy decidido a que el candidato sea usted…
Voy a usar la misma frase de cuando decidí lanzarme a la alcaldía de Barranquilla en el año 2007: estaba cansado de ver a la ciudad triste, aburrida, desesperanzada, pobre, sin futuro. Uno se cansa de quejarse. La gran problemática en el Atlántico era el agua potable y yo la llevé a todos los municipios. Por esa razón, cuando aspiré a la alcaldía en el 2007, me reconocieron que en un año en que fui gobernador hice más que el resto de mandatarios en 50. ¿Por qué aspiré a la alcaldía de Barranquilla? Era administrada por la izquierda, el cura Hoyos y demás. Y la ciudad, para atrás, y muy polarizada. Me cansé de quejarme y postulé mi nombre. Inclusive, peleaba contra el candidato del cura y contra Édgar Perea, tremenda competencia. Yo perdía en todas las encuestas. Iba de tercero. Pero bueno, ahí me fui metiendo con mi forma de ser tranquila; casa-casa, aquí, casa-casa, aquí, yo soy Álex, soy un empresario; le puse agua al Atlántico después de sesenta años, y puedo hacer esto por Barranquilla.
Lo peor que se dice de usted no se lo han logrado probar. Pero, en cambio, lo mejor sí. Es un extraordinario ejecutor. Usted transformó a Barranquilla, ciudad que recibió, entre otras, quebrada, ¿no?
Totalmente…
Se dedicó como alcalde a invertir en educación, en salud, pavimentó los barrios pobres, canalizó los tremendos arroyos barranquilleros y ha sabido rodearse de excelentes equipos de trabajo. ¿Se siente cómodo con esa definición?
Creo que eso es lo que le falta a Colombia. Buenos gerentes, buenos ejecutores, gente que haga las cosas, rápido y bien. Aquí nos la pasamos, desde hace 25 años que se hizo la ley 100, planeando reformas para la salud. No tuve que reformarla para que los 40 hospitales que construí ofrecieran un buen servicio. No tuve que reformar la educación para que de los 140 colegios que tiene Barranquilla, que en un 80 % impartían en el 2007 educación muy mala, hoy sean buenos, y muy buenos, el 90 % de ellos; A -plus, más que en Bogotá, en valor absoluto, más que en Medellín, más que en Cali.
¿Qué tan cierto es que luego de su distanciamiento con Alejandro Gaviria, el expresidente César Gaviria lo va a apoyar a usted?
Yo no he hablado con él de eso. Bienvenidos los apoyos.
Pero al respecto Petro dice que la suya con Simón Gaviria es una relación de Odebrecht…
Respeto lo que se diga. Tengo muy buena relación con el expresidente Gaviria, con el expresidente Uribe, con el expresidente Santos. Hasta con el expresidente Pastrana. No tengo sino agradecimiento por lo que han hecho por Barranquilla, y por nuestra región.
Óscar Iván Zuluaga y el propio Álvaro Uribe están tocando puertas en la coalición Equipo Colombia. ¿Los van a dejar entrar?
Soy respetuoso de la decisión del grupo. Pero no estoy de acuerdo con la llegada del candidato del Centro Democrático a esta coalición. Nacimos como un grupo unido alrededor de un tema de gestión, de gobernanza, que solo quiere tener gente que haga cosas, pero que no polarice más.
El aspirante presidencial uribista Óscar Iván Zuluaga durante la campaña del 2014.

El aspirante presidencial uribista Óscar Iván Zuluaga durante la campaña del 2014.

Foto:Óscar Fabián Bernal. Archivo EL TIEMPO

Usted puso de moda algo que no existía en Colombia, alcaldes con aprobación del 90 %. Se notó su paso por Barranquilla. Eso nadie se lo discute. Lo sucedieron Elsita Noguera y Jaime Pumarejo. ¿Es cierto que hoy está un poco distanciado de ellos?
No, cero. Hablo con ellos día de por medio. Lo que pasa es que los enemigos políticos quieren vernos distanciados. Una fortaleza que tengo por encima de todos los candidatos: me gusta rodearme de gente que, ojalá, sea toda mejor que yo.
Por ejemplo, Elsa Noguera…
Mujer brillantísima, ejemplo nacional. Trabajaba en su banco; ella tenía miedo, ¿sabes? porque los últimos alcaldes de Barranquilla y sus secretarios de Hacienda habían estado presos. En la campaña del 2007, ella me ayudó a estructurar la propuesta, y le pedí que me acompañara en la Secretaría de Hacienda del distrito. Me presenta a Jaime Pumarejo, y así fuimos armando este equipo.
¿Qué hizo bien en la alcaldía, que repetiría en la Presidencia?
Lo que ha hecho grande a Barranquilla fue que adoptamos la soberanía tributaria. Con ello ya los impuestos nuevos no los recaudaba un tercero. Como éramos nosotros, la gente decía, ahora sí vamos a pagar, porque al alcalde Char le creemos. Pasamos a recaudar 10 veces más, eso es mucho. Pero en Colombia hay una evasión salvaje. Por eso, fiscalmente estoy estudiando lanzar una propuesta bomba.
¿Nos da un adelanto?
Sí. En Colombia, un IVA del 19 % ha generado problemas; la gente no quiere pagar. En los países desarrollados, el impuesto al consumo no excede el 6 o el 7 %; usted lo paga con tranquilidad, pero cuando le imponen el 19 % de IVA, la gente hace todo lo posible para evadirlo. Hemos revisado algunos números con unos financieros conocedores –insisto en rodearme de gente que sepa mucho más que yo–, y estamos considerando proponer un cambio del impuesto al valor agregado por un impuesto al consumo. Esto es muy técnico porque el IVA tiene una cadena. Entonces, yo voy descontando. Si tuviéramos un solo impuesto al consumo entre el 7,5 y el 8 %, y acabáramos con ese bendito 19 %, podríamos recaudar los mismos recursos, y hasta más. Y mucha gente se va a animar a pagarlo y a no evadirlo. Simultáneamente, muy importante, con esos recursos tendremos la posibilidad de una renta básica universal, que puede estar alrededor de los 600.000 pesos. Así, ninguna persona se acostaría a dormir con hambre. Mi propuesta es esa. Acabar con el IVA del 19 % y cambiarlo por un impuesto al consumo del 8 %. La estamos terminando de pulir, ahí se la adelanto, pero ese puede ser el punto de quiebre para que Colombia tenga una economía mucho más fortalecida y pueda atender a la gente más necesitada.
Veremos qué opinan los expertos. ¿Pero, distinto de ser ese gran ejecutor, importa mucho que a usted no se sepa donde ubicarlo en el espectro político?
A mí no me importa. No he querido ubicarme en ningún lado. No sé si soy de centro, de derecha o de izquierda. Me interesa resolverle los problemas a la gente, para que viva mejor, feliz, tranquila, que tenga su trabajo y cuando esté en la edad de pensionarse, la mujer de 57 o el hombre de 62, se pensione. No creo que los pobres se tengan que quedar en la izquierda. ¿Por qué si hay un alcalde que hace las cosas bien? No hay que estar en la izquierda para trabajar por un sector de la comunidad. Pero no hay una nación que pueda vivir en medio de una anarquía. Seguridad, orden y justicia, primero que todo.
¿Si llegara a suceder la remota posibilidad de que se lance Vargas Lleras, usted lo apoyaría?
Mi candidatura va por encima de los partidos. Soy un candidato de firmas. Lo demás es hipotético.
Pero no es que esté peleando con Vargas, ¿no?
No, para nada.
Cumplió con el sueño de poner por fin a Barranquilla de cara al río. ¿Cree que ahora logrará ponerla de cara al palacio de Nariño?
Hay que romper paradigmas, cosas que parecen imposibles. Teníamos a 60.000 niños por fuera de las aulas de clase en el 2007. Me senté con todos los profesores antes de hacer la gran transformación de la educación en Barranquilla.
Colombia, más que una reforma en temas de educación y demás, y esas peleas de Fecode con los gobiernos de turno, aquí lo que hay es una deuda. No puedo pretender que un niño que va a una escuela pública sea mejor si el profesor no es mejor. No invertimos en los profes y les exigimos mejores resultados... La mayoría de los profes se quedaron en el siglo XIX, con currículos del XIX, con programas y, digamos, con un Fecode y un ministerio del siglo XX, pero con unos pelados ya parqueados en el XXI.
¿Cómo se derrota a Petro?
Entre Petro y Alejandro Char hay una gran diferencia. Petro tuvo a Bogotá cuatro años con 25 billones de pesos anuales. Casi 100 billones. Yo tuve un presupuesto de 12 billones en todo el período. ¿Cuál avanzó más, Barranquilla o Bogotá? Solo por tomar la foto, ¿no? ¿Quién prometió y cuánto cumplió? Alejandro Char no prometió ni un colegio, hizo 140. No prometió un solo hospital, hizo 48. Pero no solamente en infraestructura, en la calidad de la educación, de la salud. Barranquilla acabó con una cosa que parecía imposible, el tema de los arroyos. Un ministro de Estado en el año 78 dijo: es más fácil cambiar a Barranquilla de sitio que arreglar los arroyos. Nosotros lo hicimos. En Barranquilla se construyó una sede del Sena en 70 años, yo construí 12. En Barranquilla estamos graduando niños hoy con doble título: bachilleres de un instituto distrital público y técnicos en multilingüismo, en salud, en energía renovable, en hotelería y turismo, en construcción, en logística. Hoy, el que no estudia es porque no quiere. Además, Barranquilla es hoy la ciudad con mayor cobertura de vacunación. En medio de los paros, Barranquilla respetó, por supuesto, que la gente saliera a protestar, pero la universidad nunca paró, nunca se destruyó. Superamos a Petro en su gestión en Bogotá, por 10 a 1. Hoy Barranquilla es la ciudad con menor desempleo en todo el país, sin tener regalías, sin tener EPM, o ETB o alguna de esas grandes empresas de Colombia.

Mi candidatura va por encima de los partidos. Soy un candidato de firmas. Lo demás es hipotético.

¿Es cierto que van camino a hacer del
Junior uno de los equipos más importantes del mundo? Es bien sabido que el ánimo del barranquillero se mueve al ritmo de su fútbol, y, en la época electoral, eso pa qué, pero ayuda…
El Junior ha sido del corazón del gran Caribe colombiano. Desde hace 50 años mi papá, mi familia, han estado apoyándolo. Soy fanático del deporte, es un mecanismo para darle calidad de vida a mucha gente, sacarla de la pobreza, hay mucho potencial. Hicimos 213 parques en Barranquilla. Hicimos los juegos Centroamericanos, vamos por los Panamericanos, y Barranquilla, recuérdalo, irá por los Olímpicos.
Última pregunta. ¿Por qué usted siempre anda con una cachucha raída?
Esa es mi identidad. Porque soy una persona que para en la calle. Me protege del sol, y me siento cómodo porque a mí no me gusta peinarme mucho.
¿Y por qué tan raída? ¿No podría ponerse una mejorcita?
Es que esta me trae buena suerte. Cuando me la pongo, salen las cosas bien en la ciudad, y por eso la uso el 90 % del tiempo. A los que nos gusta el fútbol, somos supercabaleros. Mi hija me dice, huele horrible… Pero ese soy yo, así, simple, tranquilo, desteñido, pero que no cambia… Así quisiera que me vean siempre: la misma persona, de carne y hueso, con su identidad, sus posiciones, su pensamiento. Eso es lo que le hace falta a Colombia.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO

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