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Gobierno

En Vichada, indígenas recuperaron su tierra

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Foto:

La Unidad de Restitución logró que a nativos de tres etnias se les constituya resguardo.

Yeison Ricardo Ajiaco
El resguardo de Kanalitojo, en Vichada, a primera vista es solo una inmensa sábana de paja tostada por el sol, de tierra rojiza, con algunos charcos de aguas oscuras a las que el verano cada día les evapora la vida. No parece una tierra fértil.
A un lado está el rebelde río Meta, que serpentea por la sabana. Al otro, la Venezuela de Nicolás Maduro. Y todo esto adobado por un calor infernal.
Fue por este mismo territorio por el que transitaron a finales del siglo pasado y comienzos del presente las autodefensas.
Pero Alexander Achagua, un indígena sikuani de 39 años, no pudo contener la emoción el pasado viernes cuando la Unidad de Restitución de Tierras (URT) les entregó, de manera protocolaria, su territorio ancestral.
Y esa emoción, que por poco se convierte en lágrimas, era más que elemental. Para él fue el fin de una brega de más de 20 años. En 1995 los nativos le pidieron a alcaldía de Puerto Carreño que les constituyera el resguardo.
Ahora, 224 familias sikuanis, sálibas y amoruas por fin tendrán títulos de propiedad de 1.300 hectáreas de un terreno colectivo que han ocupado desde muchos antes de la llegada de cualquier hombre blanco a esa zona.

La brega

Alexander recordó que a comienzos de los 90 un venezolano pasó a este lado del río y les pidió permiso para poner a producir la tierra. Montó una ganadería.
Hacia 1997 el extranjero vendió el ganado y se fue. Pero los compradores de las reses aseguraron que también habían adquirido el predio.
Por eso en 2003 los indígenas le pidieron al hoy desparecido Incoder que les constituyera el resguardo. Era su estrategia para tener legalmente la propiedad.
Pero en 2007 la guerra les llegó y la mayoría de indígenas tuvo que abandonar la tierra. Unos huyeron para Venezuela y otros para Puerto Carreño, a vivir de la limosna.
A los dos años comenzaron a retornar pero ya el territorio parecía tener dueño. A sus reclamos por la tierra les llegó como respuesta, en el 2012, una orden de desalojo.
Dos personas aparecieron con títulos del Incoder que les garantizaban la propiedad.
En la medida que a nivel regional no tenían respuesta, los indígenas acudieron a la Unidad de Restitución, que instauró la demanda pidiendo la restitución de los derechos territoriales.
El fallo de primera instancia favoreció a los indígenas y los ‘blancos’ que tenían los documentos del Incoder apelaron.
Finalmente el 28 de julio pasado una sala de Restitución de Tierras del Tribunal Superior de Bogotá falló a favor la demanda de la URT.
Si bien los nativos solo pedían un poco más de 500 hectáreas, los magistrados fueron más allá y tras examinar la situación determinaron que su territorio ancestral era de 1.300 hectáreas.
Ahora lo único que queda pendiente es la entrega formal del resguardo, algo que está programado para el 31 de enero

Camino difícil

La brega de estos indígenas por recuperar su territorio no ha sido nada sencilla.
Hoy, cuatro líderes de estas comunidades tienen esquemas de protección de la Unidad Nacional de Protección, ante las amenazas.
En 2016 a Achagua le dispararon, pero también lo han hostigado. Él tuvo que abandonar el resguardo y vive en el pueblo.
Las comunidades étnicas son parte fundamental de la restitución de tierras. Los indígenas de Kanalitojo debieron enfrentar todo tipo de hechos violentos, como las amenazas a sus líderes, reclutamientos forzado, robos, quema de cultivos y despojos”, dijo el director de la URT, Andrés Castro.
Como el fallo ordenó una indemnización de $ 228 millones, los indígenas ya compraron 134 reses y su idea es tener ganado de cría.
Por ahora, están a la espera de la entrega formal de la tierra, a la que espera que vaya el presidente Iván Duque. “A nosotros acá las autoridades locales nunca nos ayudaron, lo único que querían era desalojarnos. Pero el Gobierno Nacional nos dio la mano y ojalá el Presidente pudiera venir”, dijo Achagua.
POLÍTICA
Yeison Ricardo Ajiaco
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