Diarios del regreso

La odisea de quedar varado en el extranjero en tiempos de pandemia

Sus carpas, en las que suelen verse banderas de Colombia, están regadas por todo el mundo. Desde el perdido pueblito de Oxampapa, en Perú, hasta las grandes capitales como París, Londres y Santiago de Chile. Con poca comida, menos plata y muchas esperanzas muertas, al menos 13.500 colombianos permanecen varados en el exterior esperando un cupo en uno de los llamados vuelos humanitarios -en los que igual tienen que pagar el pasaje, incluso por encima de las tarifas normales- que los deben traer de vuelta a casa en un contexto de fronteras y cielos cerrados por el temor al coronavirus.

La llegada de la pandemia fue un duro golpe de realidad para miles de colombianos regados por todo el planeta. Muchos eran turistas que aunque habían oído de la nueva plaga que azotaba a la China, no creyeron que se tratara de una una crisis sanitaria sin precedentes y por eso siguieron disfrutando de su viaje. Otros, salieron hace algunos meses para buscar un mejor futuro o estaban empezando sus estudios en el exterior. Proyectos que ahora quedaron en el aire.

Lo cierto es que a todos se les trastocó la vida, al igual que a sus familias en Colombia.
Cada uno ha vivido una dura experiencia. Algunas historias, como la de un grupo de colombianos que quedó atrapado en India, tienen capítulos de xenofobia y hasta agresión. Muchos de los que ya volvieron o están esperando su turno reportan altos costos en los precios de tiquetes a pesar de lo precario de su situación. Pero todos cuentan historias de solidaridad y manos que les tendieron en los lugares menos pensados.

Diego Plazas, un apasionado del fútbol está jugando un partido que, después de más de dos meses, aún no termina. En febrero de este año dejó su puesto de analista de créditos y se embarcó en una travesía que solo los fanáticos del balón sabrán justificar: viajar por tierra hasta Argentina para asistir a un partido de su equipo, el Atlético Nacional.

Al principio la aventura no pintaba mal. Nacional ganó de visitante. Pero entonces la pandemia lo cogió en fuera de lugar: el 3 de marzo se confirmó el primer contagio de covid-19 en Argentina. Las fronteras se cerraron y no hubo tiempo para retornar a Colombia.

"Hasta antes del cierre de los vuelos internacionales, hace más de dos meses, llegaron 3.196 viajeros que habían reportado algún tipo de problema"





Diego está en la cifra de los 13.500 connacionales que esperan un cupo en los vuelos humanitarios, los únicos que pueden entrar al país desde el pasado 25 de marzo. Y esa cifra está creciendo, pues las dificultades económicas en todo el mundo han golpeado a muchos colombianos que ya habían hecho sus vidas en el exterior, pero que ahora le están apuntando al retorno después de años de ausencia.

De acuerdo con la ministra de Relaciones Exteriores, Claudia Blum, hasta antes del cierre de los vuelos internacionales, hace más de dos meses, llegaron 3.196 viajeros que habían reportado algún tipo de problema. La cifra ya se cuadruplicó. "Estaban en viajes temporales y necesitaban apoyo para su reubicación en vuelos de retorno, debido a las restricciones de viajes que se fueron aplicando en el mundo", dice Blum.

Los vuelos dispuestos por la Cancillería son operados por aerolíneas comerciales, por lo que implican pago. Los tiquetes, dependiendo del país de origen del vuelo, pueden llegar a los 3 mil euros (más de 12 millones de pesos). Es decir, costos de primera clase, pero sin las comodidades e incluso sin las distancias recomendadas para minimizar el riesgo de contagio. Por lo que se trata de una opción que se sale del presupuesto de muchos de los que están en esta situación.

Astrid es una de ellas. Estaba en una pasantía en la India y apenas un mes después de llegar le cancelaron el contrato. No le alcanzó para completar la plata del pasaje del vuelo que salió de Nueva Delhi el 17 de mayo y además le negaron el auxilio que entregan los consulados porque tenía visa de estudiante. Hoy está tratando de encontrar ayuda a través de una campaña en redes.

“Estamos haciendo una recolecta para ayudar a las personas que requieren volver, pero el pasaje cuesta aproximadamente 10 millones de pesos”, cuenta por su lado Alexandra Parra, una colombiana que vive en Indonesia.

Además, los vuelos parten de capitales o de grandes ciudades, lo que pone en aprietos a quienes se encuentra en las regiones. Ese es el caso de Diana Ossa, una colombiana que realizaba sus prácticas profesionales en el Amazonas peruano. “Me encuentro en un pueblo llamado Pomacochas. Estoy muy lejos de Lima y me quedó imposible acceder al vuelo humanitario que se hizo porque la movilidad interna acá está restringida (…) En este lugar no tengo cómo retirar dinero, estoy atrapada. Toda esta situación me tiene muy afectada psicológicamente”, dice Diana.

El Gobierno asegura que no tiene cómo regresar a todos los que están levantando la mano para volver, pero que está haciendo su mejor esfuerzo. Hasta el momento, la Cancillería ha logrado traer de vuelta a 7.962 ciudadanos en 72 vuelos humanitarios y terminando la primera semana de junio espera aumentar la cifra a más de 9.000 colombianos repatriados.

De España ya han salido tres vuelos, y el próximo está planillado para el ocho de junio. "En la mayoría de los casos las aerolíneas les han permitido viajar con los tiquetes que tenían sin aplicar penalidades", asegura Gloria María Borrero, la cónsul en Madrid.

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