Como ocurre cada vez que el país se encuentra en medio de alguna crisis política o social, la idea de convocar a una asamblea constituyente volvió a salir a flote en Colombia, aunque en esta oportunidad esta posibilidad ha sido rechazada por la mayoría de los sectores políticos.
El tema salió a flote luego de que, especialmente en redes, se empezó a hacer un paralelismo entre lo que está ocurriendo en Colombia con el paro nacional y las movilizaciones del último año y medio en Chile, que terminaron con un plebiscito y la convocatoria a la elección de una Asamblea Constituyente.
“Las elecciones para elegir un órgano que redacte una nueva constitución (en Chile) son el punto de llegada de las manifestaciones de 2019. Colombia va por el mismo camino, las movilizaciones ciudadanas buscan un nuevo pacto social y político”, aseguró el analista político y director de la Fundación Pares, León Valencia.
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En esencia, una constituyente consiste en la elección de una comisión plural de miembros, que representan a las diferentes tendencias política y sociales, que se encargarán de redactar una nueva carta política.
El temor que genera un mecanismo de esta naturaleza es que por las facultades que puede llegar a tener, independientemente de que se convoque por temas específicos, cabe el riesgo de que su temática se amplíe y resulte abordando aspectos diferentes e incluso claves para intereses políticos particulares. Es más, algunos sectores creen que puede generar más polarización.
“La idea de que una asamblea constituyente ‘siempre’ produce reconciliación es equivocada. Fue cierta en 1991, pero hoy puede ser más polarizadora, con consecuencias en la Constitución, no es una buena idea”, aseguró el exsenador Antonio Navarro, quien fue uno de los constituyentes que redactó la actual carta magna.
También hay preocupación por el tiempo que podría tardar en implementarse este mecanismo y en redactar una nueva constitución, mientras el país queda sumido en la incertidumbre, como lo piensa el exnegociador de paz Humberto de la Calle, quien también participó en la Asamblea Constituyente del 91.
A pesar de que existen similitudes entre lo ocurrido en Chile y el proceso que se vive en Colombia, para muchos expertos, hay una gran diferencia en cuanto a los objetivos: en Chile se buscaba cambiar la Constitución, que venía desde el Gobierno de Augusto Pinochet, mientras que en nuestro país el origen de la movilización es distinto.
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"Creo que hay que marcar que en el caso chileno había una matriz clara, un origen de ese malestar, y tenía que ver con el modelo implementado durante la época de Pinochet y que estaba materializada en la Constitución de 1980", explicó a BBC Mundo Jorge Saavedra, académico de la Universidad de Cambridge y experto en temas de América Latina.
Para el académico, las movilizaciones chilenas tenían claro cuál era "el enemigo" por el que había que salir a luchar para "mirar cómo era el ayer y determinar cómo va a ser el mañana". En tal sentido, la reformulación de la Constitución "pinochetista", como se la catalogaba, unificaba en gran medida los reclamos.
"Me parece que, en el caso colombiano, no hay nada claro sobre cómo determinar ese futuro, ese mañana", dice Saavedra.
En esto coincidió la profesora de la facultad de derecho de la Universidad de los Andes, Natalia Ángel Cabo, quien manifestó que “lo de Chiles es muy distinto”.
“Ellos están dejando atrás una constitución de la dictadura que pretendía regir en democracia. La Constitución de 1991 (en Colombia) es una constitución centrada en la democracia y el estado social de derecho. Falta más bien apostarle a ella”, expresó la docente.
La última vez que se realizó una Asamblea Nacional Constituyente en Colombia fue en 1991, cuando se actualizó la Constitución durante el gobierno de César Gaviria y bajo la dirección de Antonio Navarro Wolff, Horacio Serpa y Álvaro Gómez Hurtado.
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