El ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, lanzó una propuesta que de inmediato levantó toda una polvareda política: explorar la búsqueda de un acuerdo para modificar la implementación de lo firmado en La Habana.
Holmes, quien actuó como vocero del uribismo en la campaña para el plebiscito, sugirió examinar la idea de "si conviene o no hacer algunos cambios hacia adelante (en el proceso de implementación), sin afectar siquiera el texto del acuerdo".
Pero se respondió a renglón seguido: "Yo, humildemente, digo con toda claridad que sí es bueno abrir esa posibilidad".
La propuesta fue hecha en medio de un debate de control político para evaluar el cumplimiento del acuerdo con las Farc.
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Deploró que no se hubiera logrado entonces un acuerdo con los defensores del Sí para darle mayor respaldo a lo firmado en La Habana, pero dijo que, “en términos históricos, cuando se trata de reconstruir condiciones de paz, convivencia y reconciliación, nunca es tarde”.
Lo que Holmes acaba de proponer, en el fondo, es insistir ahora en algún tipo de acuerdo político que permita reorientar la implementación del acuerdo con las Farc.
Es la primera vez que un hombre con jerarquía dentro del uribismo propone que se deje “atrás esa falsa polarización entre amigos y enemigos de la paz”.
Para el ministro de Defensa no hay razones para eso, pues, a su juicio, “los colombianos que acudieron ese día a las urnas, todos se manifestaron a favor de la paz. Unos sobre la base del texto firmado, otros buscando modificaciones al acuerdo. Eso fue lo que hicimos”.
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“Lo que buscábamos —dijo, citando el liderazgo del expresidente Álvaro Uribe— era construir las condiciones para que ese acuerdo gozara del más amplio apoyo popular a efecto de garantizar no solo su viabilidad y estabilidad, sino para darle mejores condiciones a la implementación”.
En términos históricos, cuando se trata de reconstruir condiciones de paz, convivencia y reconciliación, nunca es tarde
De varias formas, Carlos Holmes Trujillo insistió en abrir el debate alrededor de un tema que ha marcado, como él mismo lo admitió, la polarización del país.
Dijo que "pensar que un texto pétreo pueda tener la virtud de haber interpretado en el momento en que se negoció todas las circunstancias nacionales hacia el futuro, en la práctica termina cerrándole posibilidades al entendimiento necesario para recuperar la convivencia y construir la paz".
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El ministro de Defensa dijo que vale la pena examinar lo que ha ocurrido en Irlanda del Norte, donde sectores en guerra firmaron un acuerdo madre, pero luego fueron haciendo otros acuerdos progresivos para su implementación, lo que le ha permitido a esa sociedad avanzar en paz y prosperidad.
La propuesta de Holmes Trujillo tiene un gran peso, no solo por ser el ministro de Defensa del gobierno del presidente Iván Duque, sino por la jerarquía que se le reconoce dentro del uribismo.
Holmes fue compañero de fórmula de Óscar Iván Zuluaga a la presidencia en 2014 y compitió por la candidatura presidencial con Iván Duque.
Dentro del uribismo, algunos ven a Carlos Holmes Trujillo como un probable aspirante a la presidencia en 2022.
“Quiero reiterar lo que es la política de defensa y seguridad en sus objetivos principales, relacionados con los aspectos que han sido tratados en el Senado y reiterar toda la voluntad del Gobierno y del Ministerio de Defensa para avanzar en la creación de condiciones que permitan que los colombianos podamos vivir y trabajar tranquilos.
Quiero, desprendiéndome de mi condición de ministro de Defensa, hacer una invocación: es a que dejemos atrás esa falsa polarización entre amigos y enemigos de la paz. Una falsa polarización que además siempre lleva a recordar lo que fue el plebiscito, el significado, el resultado y el desarrollo de las circunstancias nacionales después del plebiscito.
Hay quienes continúan diciendo de manera equivocada que en el plebiscito unos votaron por la paz y otros contra la paz. Yo tengo la certeza de que eso no fue así.
Participé activamente con el doctor Iván Duque, hoy Presidente de la República, y con el doctor Óscar Iván Zuluaga como voceros del No en el plebiscito. Hicimos siempre una invocación a la paz, un llamado a la paz.
Los colombianos que acudieron ese día a las urnas, todos se manifestaron a favor de la paz. Unos sobre la base del texto firmado, otros buscando modificaciones al acuerdo. Eso fue lo que hicimos.
Quienes invitamos a los colombianos a votar No lo hicimos en procura de tener un acuerdo mejor. Y cuando se conoció el resultado y se planteó la necesidad de un gran acuerdo para la paz, planteamiento que hizo el expresidente Álvaro Uribe, lo que buscábamos era construir las condiciones para que ese acuerdo gozara del más amplio apoyo popular a efecto de garantizar no solo su viabilidad y estabilidad, sino para darle mejores condiciones a la implementación.
No fue posible lograr en aquellos días el acuerdo nacional para la paz que perseguimos con ese propósito. Afortunadamente, en términos históricos, cuando se trata de reconstruir condiciones de paz, convivencia y reconciliación nunca es tarde.
Ahora bien, viene el debate que queda inmerso en esta visión polarizante por razones verdaderamente inexistentes desde el punto de vista de la búsqueda de la paz, si conviene o no hacer algunos cambios adelante, sin afectar siquiera el texto del acuerdo.
Y yo, humildemente, digo con toda claridad que sí es bueno abrir esa posibilidad. Pensar que un texto pétreo pueda tener la virtud de haber interpretado en el momento en que se negoció todas las circunstancias nacionales hacia el futuro, en la práctica termina cerrándole posibilidades al entendimiento necesario para recuperar la convivencia y construir la paz.
Basta recordar un acuerdo de paz que se hizo en una sociedad que estuvo agobiada por la violencia y ahora goza de la admiración internacional, no solo por el esfuerzo, sino por las decisiones económicas que han tomado a pesar de las dificultades y que les permiten un ambiente de tranquilidad y prosperidad. Es el caso de Irlanda.
¿Qué hicieron? Negociaron un acuerdo madre y a partir de ese momento empezaron a negociar acuerdos de implementación, para ir recogiendo los cambios en la sociedad, las nuevas exigencias, los requerimientos en procura de que ese acuerdo que se hizo en su momento pueda tener estabilidad como la tiene. Y continúan después de los años implementando el acuerdo, esto nunca se logra de la noche a la mañana.
El propio acuerdo estableció un tiempo. Nadie puede decir ahora si ese tiempo será suficiente, y me refiero al acuerdo firmado en Colombia. De pronto no, de pronto sí, pero nada puede afirmarse como algo totalmente inmodificable. Esa es la invocación que quiero hacer.
Superemos esa polarización inexistente. Obremos sobre la base de que todos queremos la paz y que tengamos el pragmatismo y el realismo necesarios para entender que las modificaciones hacia adelante son una fuente de estabilidad de los acuerdos, no la razón de ser de su destrucción
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