El caso de la excongresista del Partido Conservador Aída Merlano puso, otra vez, sobre el tapete el incierto camino elegido por el presidente Iván Duque para manejar al imprevisible y nada democrático Nicolás Maduro.
La situación explotó ahora justo cuando se cumple un año del llamado cerco diplomático impulsado por el Jefe de Estado colombiano para que Venezuela vuelva a la normalidad institucional y que en la práctica ha dado nulos resultados.
En la mañana de este miércoles en Colombia, tanto en las redes sociales como en los comentarios radiales se escucharon voces –muchas de ellas afectas al presidente Duque– en el sentido de que en este caso hay un punto en el que Maduro tiene razón: el problema es más grave por la ausencia, al menos, de un canal de comunicación directo entre el Palacio de Miraflores y la Casa de Nariño.
La situación, para varios analistas, entra en un limbo en el que Duque tiene pocas opciones de salir vencedor. Estas son las cinco claves de un manejo errático.
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1. Guaidó reina, pero no gobierna
El presidente Iván Duque se ha jugado buena parte de su capital en fortalecer la figura democrática de Juan Guaidó. Su loable propósito, sin embargo, se estrella contra la realidad. Guaidó es un presidente en el papel. El control del aparato del Estado está en manos de Maduro. “Hay que tener en cuenta que una cosa es una postura eminentemente política de desconocer la capacidad que tiene Maduro de administrar los asuntos públicos y darle la posibilidad a Guaidó para que llegue a ocupar la jefatura del Estado y regrese la democracia civil", dice Jairo Libreros, analista e internacionalista. "El gran problema es que eso no va a ocurrir", prevé.
2. Una cosa es la justicia; otra, la política
El presidente Iván Duque, en su propósito político de impulsar la vuelta de un sistema democrático para Venezuela, bordea un riesgo que puede afectar grandemente su gobierno: está dejando a un lado un tema vital para Colombia que es el de que haya justicia.
Mauricio Jaramillo Jassir, internacionalista y docente de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, dice que “el manejo que se le ha dado a esta situación es muy errático”.
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Para él, “no tener un mínimo contacto con Maduro es contraproducente, porque Guaidó no tiene el control de la frontera. No podemos hacer uso de un mecanismo de cooperación judicial en gran medida por un tema político”, asevera. “Colombia tiene contacto con Guaidó, que es un representante de la Asamblea Nacional, pero no tiene el control, por ejemplo, del poder judicial”, agrega.
En esta línea, a Jairo Libreros lo inquieta que "el Gobierno, por salvaguardar su principio de coherencia, termine por sacrificar el principio de la extradición”, una herramienta fundamental en la lucha contra la criminalidad.
3. ¿Un tiro en el pie?
Juan Guaidó, el autoproclamado presidente de Venezuela, tiene suficientes problemas en su casa como para que ahora le caiga otro encima que llegó de fuera. ¿No teme el Gobierno Nacional que puede ocurrir una situación contraria al propósito de Colombia, y es la de que al pedirle a Guaidó la extradición de Merlano al final lo deja en evidencia de que no puede ejercer el poder”, le planteó EL TIEMPO a la canciller Claudia Blum. Ella cree que no.
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"Por el contrario, si a pesar de las instrucciones del presidente Guaidó no se produce la extradición, estaríamos ante otra prueba más de la desinstitucionalización de ese país, y no será Guaidó el afectado, pues toda gestión que él realice para evitar la impunidad y asegurar la cooperación judicial tiene que ser reconocida por los propios venezolanos", argumenta la ministra de Relaciones Exteriores.
Una cosa distinta piensa César Niño, docente de la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda. “El balón está en la cancha de Nicolás Maduro, que es quien tiene una ventaja en este momento”, dice. “Esto es una prueba de fuego para la construcción de canales diplomáticos con el Gobierno de Guaidó y esto pone a prueba la capacidad de gestión de Guaidó”.
4. La frontera no se mueve
¿Cómo es la vida en la frontera mientras Duque y Maduro pelean? “La situación aquí es dramática”, dice la analista Socorro Ramírez. “Al suspender el sistema consular, los colombianos en Venezuela y los venezolanos en Colombia quedaron atrapados sin saber para dónde coger”.
Esto ha tenido, según varios estudiosos en el terreno, unas consecuencias nefastas en el aumento de la criminalidad. Como no hay autoridades que controlen el paso, las bandas ilegales se han fortalecido controlando quién o qué se entra y qué pasa por los 2.200 kilómetros de frontera.
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Germán Umaña, director ejecutivo de la Cámara Colombo-Venezolana estima que el comercio oscila entre los 1.800 y 2.000 millones de dólares al año. ¿Quién se beneficia del manejo de ese dinero? “Indirectamente estamos proponiendo comportamientos con la ilegalidad”, dice Umaña.
Antes las mercancías pasaban por las aduanas respectivas, ahora cruzan por entre trochas que controlan bandas criminales. Antes las personas iban a los consulados, ahora se entregan al criminal más fuerte para poder pasar.
5. Los culpables están aquí
Más allá de las consecuencias que en el futuro inmediato deriven del caso de Aida Merlano, no hay que diluir que el origen de esta situación está en la aplicación del sistema de justicia en Colombia. ¿Cómo es posible que una persona condenada por delitos electores que afectan en grado sumo el sistema democrático tuviera permisos para irse a hacer diseños de sonrisa? ¿Cómo pudo fugarse? Después de semejante esperpento, ¿cómo pudo atravesar todo el país para irse a vivir a otro? Y además: ¿Qué pasó con el anuncio del Gobierno de que incluso estaba dispuesto a liquidar el Inpec, cuya corrupción interna de nuevo se puso en evidencia en esta fuga? Y: ¿Cómo evitar que los caciques políticos y empresarios, especialmente de la Costa Caribe, que estaban en riesgo por la anunciada colaboración de Merlano con la justicia no salgan beneficiados de la insólita situación generada por la pelea diplomática con el régimen de Maduro?
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