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Gobierno

El dramático final del Presidente que se burló del coronavirus

El mandatario tanzano afirma que los rezos son una herramienta para combatir el nuevo coronavirus y que su hijo se curó de la enfermedad con remedios caseros como limón y jengibre.

El mandatario tanzano afirma que los rezos son una herramienta para combatir el nuevo coronavirus y que su hijo se curó de la enfermedad con remedios caseros como limón y jengibre.

Foto:AFP

El jefe del Estado que falleció tras asegurar que su país estaba protegido por “intervención divina”

Armando Neira
La noticia es terrible: Al menos 45 personas murieron en una estampida en el estadio de Dar es Salaam, en Tanzania, donde se celebraba un homenaje al fallecido presidente John Magufuli. Los heridos, además, se cuentan por centenares. Es el epílogo a una historia tan dramática como delirante.
El presidente John Magufuli, de 61 años, murió por coronavirus. Una paradoja para las creencias de uno de los jefes de Estado que iba más allá en las erráticas públicas en el manejo de la pandemia que sus colegas Donald Trump (Estados Unidos) y Jair Bolsonaro (Brasil): él se burlaba de la pandemia.
"Rezar es lo mejor para combatirla. Mi hijo está sano de la enfermedad con eficaces remedios hechos en casa con limón y jengibre", aseveró en una ocasión.
En efecto, el presidente de Tanzania causó polémica por su manejo de la situación en este país africano. Pidió a sus ciudadanos apelar a dios y a baños de hierbas para combatir la enfermedad, no aplicó ninguna medida de confinamiento y, llegó a enviar muestras de una papaya y una cabra para ser analizadas y que dieron positivo con el propósito de explicar que éste formaba parte de la naturaleza por lo que no había que prestarle una atención especial.
Así Tanzania, país de África del este con una superficie de 947 300 km², con 55 millones de habitantes y que tiene el triste récord de miles de muertos por el Sida, empezó una nueva etapa de salud pública. 
Toda una contradicción para un distinguido profesor de Matemáticas con un doctorado en Química y que, según cuenta el diario El País, había llegado a ser ministro de Obras Públicas montado en la frase que siempre lo distinguió: “Trabajar, trabajar y trabajar".
"Esa era la premisa de este ferviente católico que se labró fama de incorruptible y se ganó el apodo de Tingatinga, 'Bulldozer' en lengua suajilii, mientras llenaba su país de carreteras y otras infraestructuras”.
“El primer día en el cargo, Magufuli ya dejó claro que no iba a ser un presidente tradicional: se presentó por sorpresa en el Ministerio de Finanzas para comprobar que todo el mundo estaba en su puesto de trabajo", según El País.
"Ha hecho bandera de la lucha contra el absentismo laboral, la corrupción y el despilfarro de dinero público. Prohibió los viajes al extranjero de los altos cargos del Gobierno que no estuvieran debidamente justificados y convirtió la celebración anual de la Independencia en un día de limpieza nacional. Su foto recogiendo basura con sus propias manos en los exteriores del palacio presidencial, manejada como una estrategia de mercadotecnia, dio la vuelta al mundo" agrega este rotativo.
Sin embargo, las sombras de la deriva autoritaria no tardaron en aparecer. Tres periódicos, seis cadenas de televisión y 21 emisoras de radio fueron cerradas por decreto y dirigentes políticos detenidos y juzgados por un delito de incitación al odio.
En una dura escalada contra sus opositores, llegó la pandemia que él no dudó en calificar como un “sabotaje imperialista”, por lo que ordenó que no hubiera datos de ese “invento”
Después tuvo una idea aún más sorprendente: pidió a los tanzanos que rezaran para combatir el virus porque la enfermedad “no puede sobrevivir en el cuerpo de Cristo”. “Aconsejo a los tanzanos que no se preocupen, la gripe siempre ha estado ahí y esto es solo un paso más”, aseguró.
“Aseveró que el coronavirus era "el diablo" y que, por ello, si la población tenía fe, le sería imposible "sobrevivir en el cuerpo de Cristo". Su política se basó en no solicitar vacunas y en reprobar cualquier medida -según él- creada por Occidente”, informó la agencia Efe.
Mientras el comercio, los mercados, las mezquitas y las iglesias, los medios de transporte funcionaban con normalidad era obvio que los contagios aumentaran por lo que ante el llamado de las autoridades sanitarias expulsó a los representantes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del país.
En una ocasión, relatan las agencias internacionales, para júbilo general sorprendió al informar que su país estaba “libre de covid-19”.
El presidente atribuyó el supuesto éxito de la pandemia mundial a las oraciones y ayunos que el pueblo de Tanzania ha ofrecido a Dios.
“Me da alegría ser el líder de un país que pone a Dios primero, Dios ama a Tanzania", informó Jamvi TV en Tanzania.
“Las obras del diablo siempre serán derrotadas en Tanzania porque los tanzanos aman a Dios y es por eso que incluso el coronavirus ha sido derrotado por Dios”. Entonces los medios internacionales empezaron a interesarse en su figura llamándolo “El Trump de África” y “El Bolsonaro de África”.
Sin embargo, el éxito mediático se diluyó y el primero de marzo dejó de aparecer. Durante días no hubo noticias suyas.
Él mismo se contagió, pero prohibió dar información pública sobre su estado de salud.
Al final llegó la noticia. “Es con gran pesar que les informo que hoy, 17 de marzo de 2021, a las 18.00 horas, perdimos a nuestro valiente líder, el presidente de Tanzania, John Pombe Magufuli”, declaró Samia Suluhu, quien lo reemplazará y se convierte en la primera mujer que ocupa este cargo en toda la historia del país. Ella no dijo, sin embargo, que había sido por covid-19.
Entonces vinieron los homenajes de despedida. "Había mucha gente que quería entrar al estadio y algunos no fueron pacientes. Forzaron la entrada y provocaron una estampida. Cuarenta y cinco personas murieron", dijo a los medios de comunicación Lazaro Mambosasa, comandante de la policía en Dar es Salaam.
Entre los fallecidos hay niños y muchas personas que atiborraron el escenario para darles las gracias al hombre que los iluminó. Una historia que sería delirante donde no fuera tan dramática.
POLÍTICA
Armando Neira
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