No es inminente una ruptura de relaciones de Colombia con Venezuela, dijeron esta mañana fuentes diplomáticas confiables, en Bogotá.
Si bien el presidente Juan Manuel Santos admitió que no descarta que una medida de ese tipo se pudiera tomar, ante el recrudecimiento de la crisis venezolana, su adopción no está en el orden del día.
En entrevista con 'Caracol Televisión', el mandatario habló del asunto, pero advirtió que una ruptura ahora no sería conveniente, pues “tener por lo menos un canal de comunicación en estas circunstancias es importante y necesario”.
Lo que sí ocurrirá es que la postura de Colombia con el gobierno de Nicolás Maduro será más dura en la medida en que se siga deteriorando la democracia en el país vecino.
Y a lo que Colombia sí aspira es a fortalecer una posición de los países de la región que presione a Maduro a volver a los cauces democráticos. Santos considera que en Venezuela “se está instaurando una dictadura y se está acabando con la democracia”.
Desde comienzos de abril de este año, cuando varios militares venezolanos acamparon por varias horas en territorio colombiano de Arauca, alegando soberanía, Santos ha venido tomando mayor distancia del gobierno de Nicolás Maduro.
De hecho, el Presidente colombiano confirmó que desde esa ocasión en que tuvo que llamar a Maduro para exigirle la salida de los uniformados venezolanos de territorio colombiano no han vuelto a hablar.
A partir de entonces, Colombia ha formado parte del grupo de 18 países que en la OEA ha presionado a Maduro para abrir espacios democráticos. Luego la canciller María Ángela Holguín también llevó el tema a la secretaría general de Naciones Unidas.
La última vez que Colombia y Venezuela rompieron sus relaciones diplomáticas ocurrió en julio de 2010, luego de que el gobierno del presidente Álvaro Uribe denunció ante la Organización de Estados Americanos (OEA) el encubrimiento y protección de Caracas a la guerrilla de las Farc en su territorio.
Las relaciones entre Bogotá y Caracas durante los gobiernos de Uribe y Chávez fueron muy tormentosas.
El entonces presidente Hugo Chávez decretó rotas las relaciones con Bogotá y declaró la “máxima alerta” en la frontera. La situación mejoró con la llegada de Juan Manuel Santos a la Presidencia en el 2010. Solo dos días después de asumir el poder, Santos recibió a Chávez en Cartagena y lo declaró su “nuevo mejor amigo”, uno de los hechos que marcó el histórico distanciamiento entre Santos y Uribe.
Uribe, quien acababa de denunciar la existencia de más de 80 campamentos de la Farc a lo largo de la frontera con Colombia, en territorio venezolano, no toleró el paso dado por Santos de restaurar las relaciones con el vecino.
Esa decisión de Santos, no obstante, se convirtió en un hecho fundamental, definitivo, para poner en marcha las negociaciones de paz con las Farc.
El propio Santos ha aceptado que Chávez, incluso Maduro, fueron piezas claves para el éxito del acuerdo de paz con esa guerrilla. Pero fue la presencia de militares venezolanos en territorio colombiano alegando soberanía, que la canciller Holguín llamó “provocación”, y el deterioro de la democracia en ese país lo que llevó a Santos a distanciarse definitivamente de Maduro, política y personalmente, hasta el punto de haber llamado a su embajador a consultas a finales de marzo pasado.
Desde entonces, el embajador Ricardo Lozano permanece en Colombia, las relaciones políticas llegaron a su nivel más bajo en muchos años y con estas el empeoramiento del intercambio comercial.
Hoy el tema de mayor preocupación de Colombia frente a Venezuela no es solo el recrudecimiento de la violencia en las calles de sus ciudades, sino la inminencia de una crisis humanitaria por el aumento de la llegada de venezolanos por distintos puntos de la frontera.
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