El proyecto de ley que endurece los castigos contra los congresistas que no asistan a los debates sin justa causa se encuentra en la cuerda floja. Su hundimiento parece inminente.
La iniciativa establece que si un congresista no asiste a un debate, ese día de inasistencia se le descontará directamente de su salario.
También se propone que el llamado a lista de los legisladores se haga al comienzo y al final de las sesiones, lo cual no se hace hoy día.
Para los funcionarios del Gobierno, ministros o directores de departamentos que no asistan a los debates de control político se establecen sanciones económicas y se propone que los viajes que realicen los congresistas no sean una licencia remunerada.
A pesar de haber sido aprobado el pasado 24 de mayo en el Senado, en el segundo de cuatro debates, los tiempos no parecen alcanzar para que el proyecto culmine su tránsito por el Legislativo.
Para que la iniciativa pueda convertirse en ley se deben surtir los dos debates que le faltan en la Cámara de Representantes antes de que termine la actual legislatura –el próximo 20 de junio– , pues en ese momento se cumplen los dos años que tienen como límite este tipo de proyectos para culminar su trámite. De lo contrario se archivará.
Según la Ley 5.ª de 1992, que contiene el reglamento del Congreso, “entre la aprobación del proyecto en una de las Cámaras y la iniciación del debate en la otra deberán transcurrir, por lo menos, quince 15 días”.
Esto indica que la iniciativa apenas habría llegado la semana pasada a la Cámara; allí tienen que pasar algunos días mientras se designan ponentes, se elabora la ponencia y se anuncia para discusión en la Comisión Primera de esa corporación. De darse celeridad a este proceso, la Cámara podría anunciar el debate para esta semana, lo cual no se ha hecho, y aun así le quedaría faltando un debate a una semana de que acabe la legislatura.
Sin embargo, el senador del Centro Democrático Alfredo Ramos, autor de la iniciativa, aseguró que, en caso de que se archive el proyecto, “la medida que tomaremos es presentarlo nuevamente en la próxima legislatura, a partir del 20 de julio, pero mucho más fortalecido, para que alguna vez el Congreso dé una señal de renovación y de autorreforma”. El ausentismo parlamentario es tal vez una de las mayores críticas que la ciudadanía constantemente expresa sobre el desempeño del Congreso.
En el día a día legislativo es fácil encontrar sesiones disueltas, debates de control político que no se llevan a cabo o proyectos de ley que se demoran en su trámite, todo por la falta de ‘quorum’ ante la ausencia de los parlamentarios en las sesiones. De hecho, en el Senado, la discusión de este proyecto tuvo que ser aplazada varias veces, precisamente por la inasistencia de los legisladores.
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