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Congreso

Insólito: quieren quitarle la bahía de Cartagena al mar para dársela al río

El 51 por ciento de las exportaciones colombianas sale de la bahía de Cartagena a más de 150 países del mundo.

El 51 por ciento de las exportaciones colombianas sale de la bahía de Cartagena a más de 150 países del mundo.

Foto:Yomaira Grandett. EL TIEMPO

En el Congreso hay un proyecto de ley que pretende declarar esta zona marítima como fluvial. 

Juan Gossain
Tenía razón el poeta: Colombia es la tierra de las cosas singulares.
Resulta que, cuando Dios estaba construyendo el mundo, hizo en la costa del mar Caribe la bahía de Cartagena, una auténtica belleza natural. Eso lo aprende cualquiera desde el segundo año de la escuela primaria.
Pero ahora resulta que, en el Senado de Colombia, está siendo sometido a discusión y votación, en este preciso momento, un proyecto de ley según el cual dicha bahía de Cartagena, cargada de historia, de leyendas, de aventuras, y puerto prodigioso para el comercio mundial, no es un paraje marino sino fluvial. ¿Cómo les parece?
Mejor dicho: los congresistas colombianos están suplantando a Dios y a la naturaleza al mismo tiempo, nada menos, cambiándoles la obra que ellos hicieron. Y no solo a Dios y a la naturaleza, sino, también, al Diccionario de la Lengua Española, que dice textualmente que una bahía es “una entrada natural del mar en la costa”. Del mar, no de un río.
¿Cómo empezó la odisea del Congreso Nacional al tratar de convertir en fluvial lo que siempre ha sido marítimo? ¿Y por qué surgió todo este embeleco? Les voy a contar el cuento completo para que ustedes mismos miren, analicen y juzguen.
Todo comenzó el día en que el senador Horacio Serpa Moncada, que es el autor y ponente, presentó su proyecto de ley número 295, por el cual se expide el código nacional de tránsito fluvial. Ya fue aprobado en primer debate por la Comisión Sexta del Senado.
De inmediato, medio país reaccionó alarmado. Primero fue la perplejidad y después la indignación. Protestas y rechazos afloraron por todas partes, acusando a la clase política de intentar arrebatarle el control del primer puerto marítimo del país a la Dirección General Marítima (Dimar), que forma parte del Ministerio de Defensa, para entregárselo a la oficina de asuntos fluviales del Ministerio de Transporte.

Estallan las protestas

Se le vino el mundo encima al proyecto de ley. Pusieron el grito en el cielo los gremios económicos, las entidades geográficas, los líderes cívicos, las empresas portuarias, los organismos ambientales, los importadores y exportadores, los pilotos de barcos y sus fabricantes, incluso las propias autoridades marítimas del Estado, tal como sucedió con el Ministerio de Defensa y la Armada Nacional, que buscan evitar la mezcla de la legislación marítima con la fluvial.
Uno de los primeros en reaccionar públicamente fue la Asociación Nacional de Pilotos Prácticos de Colombia, Anpra. (En el lenguaje naviero se le llama ‘práctico’ al piloto veterano, autorizado para entrar los barcos al puerto y sacarlos de regreso, dándole al timonel instrucciones de seguridad).
Fueron ellos los que dijeron que “ese proyecto de ley que cursa en el Congreso, tal como está planteado, no brinda seguridad jurídica a los navieros, armadores ni operadores marítimos”. Y agregan que, además, “viola convenios internacionales y puede afectar la competitividad internacional de los puertos colombianos”.
Los mismos pilotos celebraron que, según lo anunciado por el propio senador Serpa Moncada, los congresistas se muestren dispuestos a adoptar las modificaciones que sean razonables y poner de acuerdo sobre el tema a los ministerios de Transporte y Defensa.

Los armadores y la Andi

Así de categórica fue también la reacción de los armadores, que son los empresarios que dotan y preparan los barcos. La Asociación de Armadores de Colombia (Armcol) destacó la importancia de que toda la ciudadanía, y no solo los navegantes, conozcan los alcances del nuevo código fluvial colombiano.
“Ese proyecto –dicen los armadores– no ha tenido en cuenta las experiencias de los armadores colombianos, ni las del gremio marítimo y fluvial que realizan actividades tanto en la bahía de Cartagena como en el río Magdalena. Todo ello se verá afectado por las regulaciones que plantea el mencionado proyecto”.
Los mismos armadores le recuerdan al Congreso Nacional que “la bahía de Cartagena es una vía marítima con tránsito fluvial”, ya que en ella desemboca el canal del Dique, pero que si la declaran legalmente como vía fluvial, “permitirá en el futuro que operen en áreas marítimas unas embarcaciones fluviales que no cumplen los estándares mínimos”.
Y la Andi, el gremio de industriales más reconocido de Colombia, no podía quedarse por fuera en un debate de semejante magnitud y de implicaciones tan graves para la producción, las exportaciones, las importaciones, las divisas, el trabajo de los colombianos, la economía y la vida del país, en fin.

‘Buscar la armonía’

Fue por eso que Carolina Herrera, directora de la Cámara Marítima y Portuaria de la Andi, solicitó que se revise de urgencia el contenido del proyecto de ley 295, “para que no cambie las condiciones de operación en la bahía de Cartagena, de una importancia fundamental para el comercio exterior del país”. La señora Herrera propuso, además, que el interés del Senado se ocupe “de todo el sistema fluvial del país, y no solo se centre en dicha bahía”.
La misma dirigente gremial agregó, en un lenguaje franco y directo, que “ese proyecto del Congreso desconoce la naturaleza marítima de la bahía de Cartagena, por donde sale el 51 por ciento de las exportaciones colombianas, y conecta a Colombia con 750 puertos situados en 150 países del mundo entero, y en donde el 90 por ciento de los barcos que transitan llevan carga de comercio exterior”.
Carolina Herrera concluyó con esta reflexión: “Tal como está, ese proyecto de ley genera una oposición inconveniente entre el régimen marítimo y el fluvial de Colombia, cuando lo que se necesita es buscar su armonización”.

‘8.000 barcos anuales’

También dialogo con un auténtico experto, el historiador y exministro José Vicente Mogollón, máster en gobierno y economía de la Universidad de Harvard. Es él quien hace estas reflexiones:
Un piloto de río, que lleva un convoy de seis botes que son planchones, viaja cientos de kilómetros mirando desde su remolcador hacia adelante, pues el camino es angosto. Pero en la bahía la cosa es muy distinta, porque se mueven a su alrededor miles de lanchas, veleros y casi ocho mil barcos internacionales por año. Allí la mirada del piloto tiene que ser experta en vigilar los 360 grados, hacia todos lados, no solo adelante suyo. Por eso, en la bahía se requiere conocer asuntos fundamentales, como la seguridad.
Mogollón agrega que “lo que queda claro de toda esta discusión es que la bahía es muy sensible para toda la economía colombiana, para Cartagena y sus 56 puertos. La bahía es su razón de ser. No se puede desconocer su naturaleza marítima y confundirla con la del río”.

Por las buenas

Por fortuna, esta vez las diferentes partes del debate están tratando de resolver sus discrepancias por las buenas, dialogando, sin necesidad de echar discursos ni echar balas ni hacer bloqueos de carreteras.
Hay un grupo de expertos que se ha encargado, por las buenas, de irle dando forma a esas posibles enmiendas. Las están estudiando. Se ha ido avanzando.

Las diferentes partes del debate están tratando
de resolver sus discrepancias por las buenas, dialogando,
sin necesidad de echar discursos, ni echar balas.

Por ejemplo: de todos los artículos que contiene el polémico proyecto de ley, el que ha desatado el gran debate, el que alborotó el cotarro, es el número 4, que textualmente dice: “Son vías para la navegación fluvial los ríos, canales, lagunas, lagos, ciénagas, embalses y la bahía de Cartagena, aptas para la navegación con embarcaciones fluviales y artefactos fluviales”.
Y los oponentes sugieren, en cambio, que ese mismo artículo quede así: “Vías mixtas. Son vías mixtas las que son aptas para la navegación de tráfico marítimo internacional como para la navegación de embarcaciones fluviales y artefactos fluviales. La bahía de Cartagena es una vía mixta”.
Pero, como los periodistas tenemos la obligación moral de oír también las opiniones contrarias, debo registrar que la Federación Nacional de Navieros (Fedenavi) respaldó ese artículo cuarto del proyecto parlamentario y defendió la doble condición marítima y fluvial “porque ellas coexisten desde hace muchos años en la bahía de Cartagena”.

La armada colombiana

Dos altos oficiales de la Armada Nacional, que me piden mantener sus nombres en reserva por razones de disciplina militar, también accedieron a darme las opiniones que tienen ellos sobre el debate de la bahía y el proyecto del Senado.
A nosotros no nos cabe duda –opinan los dos marinos– de que ese proyecto lo que busca es excluir a la Armada, y a los militares en general, del control disciplinario de los mares de Colombia, que venimos ejerciendo desde hace ya muchos años.
Y a renglón seguido sostienen que “la Dirección General Marítima (Dimar), que es la máxima autoridad marítima colombiana, depende del Ministerio de Defensa. Desde 1984, Dimar mantiene los controles técnicos y de seguridad no solo en la bahía de Cartagena, sino también en los últimos 27 kilómetros del río Magdalena”.
Ojalá sigan avanzando los protagonistas de este ardiente debate en la búsqueda razonada y pacífica de unas soluciones a sus diferencias. Así es como se dirimen civilizadamente los desacuerdos.

Epílogo

Por mi parte, debo confesarles que, para escribir esta crónica, tuve que leer tantos documentos, hacer tantas entrevistas, oír tantas grabaciones y consultar a tanta gente, que terminé empapándome del tema.
Si alguien me preguntara cuál es mi opinión sobre esta controversia, yo podría responderle invocando los hechos históricos. El español Pedro de Heredia fundó Cartagena, en 1533, precisamente porque comprendió que aquella bahía cerrada y profunda era el sitio perfecto para construir el puerto que mejor sirviera al comercio con toda Europa.
La ciudad, pues, debe su existencia al mar y su bahía. Pero si mi interlocutor insistiera en que le responda claramente si yo creo que la bahía de Cartagena es un lugar marítimo o fluvial, le diría lo siguiente:
Creo que es marítimo. A menos que a Alemania se pueda viajar por río…
JUAN GOSSAIN
Especial para EL TIEMPO
Juan Gossain
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