“Más de 300 damas asistentes entonaron el himno nacional en el Salón Elíptico” tras la aprobación de 60 votos contra cero de la reforma constitucional que permitía a las mujeres el derecho a elegir y ser elegidas.
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Así narró EL TIEMPO lo ocurrido el 25 de agosto de 1954 en el Salón Elíptico, cuando, en una particular sesión, la Asamblea Constituyente de la época logró uno de los hitos electorales en Colombia al permitirse el sufragio femenino.
La discusión no estuvo alejada de la polémica. Prueba fue que los opositores de la reforma se “fugaron de la sesión”, lo que dio lugar al resultado de 60 a 0 a favor de la aprobación.
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Según narró el historiador Felipe Arias, en el espacio de medio público Señal Memoria, desde los años 1920 el movimiento feminista se organizaba en Colombia con el fin de promover reformas que otorgaran a las mujeres derechos civiles y sociales que la República les había negado por más de un siglo, lo cual se materializó a partir de 1930 en una serie de leyes que les permitieron acceder a la universidad y gozar de autonomía civil y económica.
“Sin embargo, el debate sobre el derecho de las colombianas a votar fue constantemente aplazado debido a los prejuicios de los partidos tradicionales y al eclipse provocado por la Violencia”, expresó Arias.
La mujer colombiana votó por primera vez en 1957 en el plebiscito que aprobó la propuesta del Frente Nacional, en la que, en pocas palabras, el Partido Liberal y el Partido Conservador se turnarían el poder durante 16 años. Cerca de 2 millones de mujeres acudieron a las urnas.
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Las mujeres acudieron en masa a votar el primero de diciembre de 1957.
Archivo / EL TIEMPO
“Al año siguiente, fueron elegidas las primeras congresistas de la historia del país: la representante Carmenza Rocha Castilla y la senadora Esmeralda Arboleda (1921-1997), quien ya había debatido el voto femenino en la Asamblea Constituyente”, explicó Arias.
Tras su paso por el Congreso, Arboleda ejerció también como ministra y diplomática.
La propuesta del voto femenino estuvo en su época cargada de controversia, pues algunos sectores sostenían infundados temores.
- Que con la adquisición y ejercicio del derecho a votar, la mujer se desviaría de su vocación natural, el hogar.
- Que perdería su encanto y femineidad.
- Que el derecho a votar llevaría discordia política a los hogares y amenazaría la estabilidad de las familias.
Nada de eso ocurrió.
(Esta historia se publicó el 25 de agosto del 2020)
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