“Se acabaron los arroyos en Barranquilla, sí se puede”, es el mensaje reiterativo del alcalde Alejandro Char cada vez que recorre las obras de canalización que ejecuta su administración en diferentes puntos de la ciudad y con las que busca ponerle fin a uno de los problemas que desde hace décadas afecta a esta población.
Son 665.000 millones de pesos los que en estos momentos se invierten en la capital del Atlántico para la canalización de seis arroyos que sumarían una extensión de seis kilómetros. Las obras están en más de un 50 por ciento de avance y se espera en diciembre estén listos.
Sin embargo, cuando los aguaceros sacuden a Barranquilla, los torrentes de agua inundan las calles y generan estragos como el de hace ocho días, que dejó a dos personas desaparecidas, arrastró unos 40 carros, provocó inundaciones, dejó cientos de familias damnificadas y la sensación de que ahora hay más arroyos que antes.
“Es la fuerza de la naturaleza, compadre; está ciudad fue construida sobre el cauce de los arroyos y cuando llueve, el agua, que tiene memoria, busca por dónde salir”, dijo Armando Solís, comerciante residente en el sector de la calle 54 por donde baja el arroyo de La Felicidad, uno de los más peligrosos, que recorre unos 7 barrios antes de desembocar en el río Magdalena.
Cuando los aguaceros sacuden a Barranquilla, los torrentes de agua inundan las calles y generan estragos como el de hace ocho días, que dejó a dos personas desaparecidas, arrastró unos 40 carros
De acuerdo con la Agencia Distrital de Infraestructura de la Alcaldía, el problema de los arroyos que se genera en Barranquilla se debe a la ausencia de un sistema de drenaje de aguas lluvias, por lo que las calles cumplen la función de alcantarillado pluvial, “ocasionando inundaciones, pérdidas de vidas humanas, daños en la infraestructura urbana y redes de servicios públicos”.
Cabe señalar que la situación es cada vez más crítica debido a que las áreas impermeables son mayores por el crecimiento urbano y a que muchas familias decidieron pavimentar patios, jardines y antejardines que cumplían funciones de amortiguar el agua lluvia.
“La gente corta los árboles en los patios y terrazas, porque hacen sucio; en su remplazo colocan baldosas o concreto. El agua que antes se quedaba en ese patio ahora sale a las calles”, explicó el secretario de Obras Públicas, Rafael Lafond.
Según estadísticas del Observatorio Arroyos de Barranquilla, del colegio Distrital Marco Fidel Suárez, en 60 años, los fuertes caudales han cobrado la vida de 95 personas.
En el Distrito se estima que hay unos 120 kilómetros lineales por donde drenan las aguas lluvias. Unos 50 arroyos corren por sus cauces naturales, vías, canales y canales pluviales. De estos, 15 son peligrosos ríos que paralizan algunos sectores de la ciudad cada vez que llueve.
No obstante, la ciudad avanza sin contratiempos y a buen ritmo en las canalizaciones de los arroyos de la carrera 21, en el sur, y de las calles 76 y 75, en el norte.
Pero mediante la conducción de las aguas de manera subterránea, la ciudad ya canalizó los afluentes de las calle 79 y 84, mejorando así la conectividad en la zona norte.
Lo cierto es que la pelea de Barranquilla con los arroyos es tan vieja como la misma ciudad, y si bien la alcaldía trabaja en la canalización de estas corrientes, los barranquilleros saben que deben quedarse quietos cuando llega la lluvia, por el riesgo que significa movilizarse por algunas calles de la ciudad mientras cae un torrencial aguacero.
LEONARDO HERRERA DELGANS
Corresponsal de EL TIEMPO
Barranquilla
En Twitter: @leoher70