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Ya viene la sed

El16 de abril, declarado ‘día cero’, el precioso líquido podría no llegar a zonas residenciales.

Editorial .
La sed, a la que teme la humanidad desde tiempos inmemoriales, comienza a llegar. El ejemplo real es Ciudad del Cabo, la segunda urbe más poblada de Sudáfrica, con unos 4 millones de habitantes, quienes por estos días viven una angustia increíble.
Allí se agotan en minutos los botellones en los supermercados, hay filas en los puntos de distribución y severas campañas de almacenamiento y ahorro, con amenazas de suspensión del líquido si los hogares sobrepasan la cuota de litros diarios.
Todo porque el próximo 16 de abril, declarado ‘día cero’, según estimativos del Gobierno local, el precioso líquido podría dejar de llegar a zonas residenciales y negocios de gran parte de esta ciudad, por una serie de motivos.
Primeramente, por la escasez de lluvia, pero también –de acuerdo con algunos críticos– por imprevisión, por insuficiencia de infraestructura, por no tener en cuenta el cambio climático –que no es un juego– o porque no se recicla. El hecho angustioso es que en los últimos cuatro años, los niveles de las represas pasaron del 90 al 26,3 por ciento. Y para el ‘día cero’ estarán en 13 por ciento.
No puede ser que una ciudad como esta, donde funciona el Parlamento nacional, que es el destino turístico más importante de la patria de Nelson Mandela y un gran puerto, se halle abocada a una situación de física sed. Pero es la cruda realidad allí, donde se hacen grandes esfuerzos por prolongar el momento de la suspensión. No se usan lavadoras, se dejan de lavar los carros, se busca ducharse en dos minutos o ponerse la ropa dos o tres veces y lo piensan para lavarse las manos.
Esta situación es una alerta para el mundo. La humanidad tiene que mirarse en el espejo de Sudáfrica, ser solidaria, tomar las lecciones, cuidar el agua como oro, sobre en todo en países como el nuestro, bendecidos con este don de la naturaleza, pero donde solemos desperdiciarla a cántaros, contaminarla o destruir los nacederos y vertientes, sin pensar que es el futuro de todos.
editorial@eltiempo.com
Editorial .
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