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Un rechazo contundente

La de usar las marchas como escudo para vandalizar ha sido una práctica inveterada.

Editorial .
El país entiende y sabe que la protesta social es un derecho constitucional. Pero la sociedad también está sorprendida y con un natural sentimiento de rechazo por los desmanes que se vienen presentando, que no tienen nada que ver con manifestaciones pacíficas ni reclamos sociales de ninguna naturaleza.
Desde luego, hay que condenar los actos de vandalismo que a lo largo de estos casi 20 días de protestas han surgido en varias ciudades, para destruir con violencia inusitada lo público, los bienes que le cuestan en impuestos a la sociedad y que le ofrecen una mejor calidad de vida, como son los medios de transporte, y en contra del tejido empresarial.
La de usar las marchas como escudo para vandalizar ha sido una práctica inveterada. Pero ahora están surgiendo inquietantes hechos que urge investigar, esclarecer y enfrentar. Nos referimos en especial a los casos de La Plata, en Huila, ocurridos sobre la medianoche el domingo, donde se vivieron horas de terror, cuando unos 50 encapuchados incendiaron la alcaldía y la Casa de la Justicia, además de algunos locales comerciales. Así mismo, atacaron la estación de policía. Veintitrés policías y militares resultaron afectados en el ataque.
Algo similar intentaron los violentos en Yumbo, Valle del Cauca, esa misma noche. Allí querían quemar la casa del alcalde, la alcaldía municipal y un CAI. Un joven perdió la vida y otras 16 personas resultaron heridas. Estos son actos de terrorismo, en los que están de por medio vidas, los bienes públicos y la tranquilidad ciudadana, y así tienen que ser enfrentados. Es allí donde deben converger la solidaridad social y la institucionalidad; es allí a donde tienen que mirar los integrantes de la mesa de diálogo, para condenar y repudiar, a una sola voz, tales atropellos, que solo benefician oscuros propósitos de quienes pretenden desestabilizar el país.
EDITORIAL
editorial@eltiempo.com
Editorial .
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