El mayor sueño de un deportista es alcanzar la gloria, simbolizada en una medalla en un mundial o en unos olímpicos, más si es dorada. Es el resumen del sacrificio. Y cuando se hace en una modalidad llena de dificultades, que no es la más practicada, como la marcha, el mérito será mayor.
Pues el marchista Éider Orlando Arévalo Truque, un joven de 24 años, bogotano él, pero quien desde niño está en la cálida Pitalito, en el Huila, logró uno de los triunfos más espectaculares y valiosos de los últimos tiempos, como es ser medalla de oro en los 20 kilómetros en el Mundial de Atletismo que tuvo lugar en Londres (Reino Unido).

Éider Arévalo, campeón mundial de marcha 20 km.
EFE
Es una presea histórica, fundida en el molde del coraje, de la perseverancia y de la fortaleza física y mental. Porque esta es una de las disciplinas del atletismo con un enorme grado de complejidad técnica, en la que se necesita medir cada paso, tener perfecta coordinación en cada movimiento, además de resistencia y táctica. Más cuando se está ante un selecto grupo de atletas de los mejores del mundo.
Por todo ello, lo alcanzado este domingo por Éider Arévalo, en una final vibrante, en especial contra el ruso Shirobokov, y contra la historia misma, es una verdadera hazaña. No ganó el oro cuando picó en punta. Arévalo lo fue moldeando desde hace 5 años, cuando debutó, siendo juvenil, en los Juegos Olímpicos de Londres, para proseguir con entrega y convicción, mejorando cada vez, al lado de su entrenador, hasta darle a Colombia este regalo, con la bandera en sus hombros, como símbolo de orgullo por su país.
Qué bueno registrar estos momentos de gloria. Seguramente su nombre seguirá brillando en los próximos Juegos Bolivarianos y quizás tenga sitio de honor en los Olímpicos de Tokio, en el 2020. Él, al lado de Luis Fernando López, único colombiano que lo había logrado, y todos los medallistas en las demás disciplinas son ejemplo de esfuerzo y de entrega.
A veces suena más real esa frase que suelen decir en las charlas de optimismo de que a un país como Colombia lo salva la calidad humana. Los virtuosos deportistas son un aliciente, un ancla atada a la esperanza, que no deja que demos marcha atrás.
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