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Un acto que devuelve la fe

Un acto que devuelve la fe

Un grupo de 100 admirables mujeres del Proyecto Tumaco nos dan una valiosa lección de superación.

Las guerras tienen de horrendo no solo que matan, sino que dejan heridas, además de físicas, en el alma. Una de estas, de las más crueles y con secuelas inimaginables, es la de la violencia sexual. En Colombia no hay cifra exacta de quienes han sufrido este horror, pueden ser 20.000 o 30.000, no solo por lo extenso del conflicto, sino porque muchas víctimas, por diversos motivos, han preferido llevar ese dolor y esa rabia bajo un silencio que pesa como un plomo.

Pero, como se denomina la campaña que apoya este diario y que lidera la corajuda periodista Jineth Bedoya, ‘No es hora de callar’. Y aunque, sobre todo, debe ser hora de reparar y de hacer justicia, lo es también de sobreponerse, de sanar y de recuperar la alegría y la esperanza que un día les arrebataron.

Las mujeres de Tumaco recorrieron las calles principales de la población nariñense como un símbolo de empoderamiento y recuperación.

Foto:

Juan Manuel Vargas / EL TIEMPO

Esto, por fortuna, es lo que ha ocurrido con un grupo de 100 admirables mujeres acogidas en el Proyecto Tumaco, que tuvo este sábado su momento cumbre con una hermosa y emotiva caminata de 4 kilómetros, entre cantos y lágrimas. Fue un retorno simbólico, que finalizó en el sector de El Bajito, en ese municipio nariñense, tan golpeado.

No se trata, en estos casos, de borrar la memoria, pero sí de que las víctimas sientan que no están solas y, sobre todo, que logren rehacer sus vidas y conocer sus derechos. No apenas legales, sino el derecho a sentirse útiles para los suyos y para la sociedad; el derecho a vivir. Y, como una sola golondrina no hace verano, esta ha sido una tarea colectiva, donde numerosas entidades públicas y privadas, la diplomacia, la prensa entre ellas, pusieron su valioso grano de arena.

Es más que justo decir, gracias a nombre de este país, pero, especialmente, a nombre de las mujeres que hoy vuelven a sonreír, quienes, además, recibieron formación en diversas actividades humanas y profesionales. “Ahora todas las mujeres se han superado. Ya saben cuáles son sus derechos y a estas mujeres ahora no las va a parar nadie”, dijo Elizabeth Alava, participante del proyecto. Que así sea. Entre todos se puede, porque no solo ellas aprenden, sino que nos enseñan un poder de superación que es una bofetada a los victimarios. Estos son los hechos que devuelven la fe. Y no es hora de parar, pues la bella tarea sigue.

editorial@eltiempo.com

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