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Solidaridad con Barcelona

Solidaridad con Barcelona

Que estas emociones conduzcan a una senda de unión y un actuar sensato de líderes frente al enemigo.

Es posible, dentro la lógica, necesaria y contundente condena que merece un acto de barbarie como el ocurrido este jueves en Barcelona, superar el plano general y referirse a asuntos particulares.

Decir que este atentado, que se atribuyó Isis –el primero de este tipo en el país ibérico desde el 11 de marzo del 2004, pero ya el octavo bajo esta modalidad en Europa este año–, coincide con protestas con tinte xenófobo contra el turismo en una ciudad que supo dejar atrás años difíciles para ser una joya que el mundo entero quiere incluir en sus planes de viaje.

O anotar que las tensiones entre Cataluña y España han permeado incluso las fuerzas de seguridad, los Mossos d’Esquadra, policía autonómica catalana, ahora bajo el mando de un polémico jefe, ruidoso militante de la causa separatista. Son dos ríos revueltos en los que han sabido pescar los terroristas.

Una vez más hay que insistir en que la indignación y la tristeza no pueden ser antesala de la insensatez

Pero, por lo pronto, la estela de dolor que deja el hecho, el respeto que merecen las víctimas –13 fatales al escribirse estas líneas, además de los cerca de 50 heridos– y sus familias, y la solidaridad que es urgente expresar con todo un país, obligan a permanecer en un plano general que es el de la rotunda condena a este tipo de hechos. Que es el de la necesidad, cuantas veces sea necesario, de decir que si una causa tiene que unir no a todo un continente, sino a todo un planeta, es la de encontrar las causas de este flagelo, extraerlas de raíz y garantizar que muy pronto quedará en las páginas de la historia universal en el capítulo de las mayores vergüenzas de nuestra especie.

Una vez más hay que insistir en que la indignación y la tristeza no pueden ser antesala de la insensatez. Todo lo contrario, el reto para los líderes españoles y catalanes es que estas emociones conduzcan a una senda de unión y un actuar sensato frente al enemigo. A una respuesta que no abra nuevas heridas, sino que cauterice las existentes y neutralice a quienes –esos sí perdidos en la insensatez– creen que es posible que alguien gane llevando la barbarie a límites que muestran inéditos rostros de la maldad.

- editorial@eltiempo.com

Las víctimas fueron transeúntes indefensos que estaban en el lugar de los hechos. También había niños.

Foto:

David Armengou / EFE

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