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‘Orejas’, extraditado

Queda mucho por esclarecer de los años de las guerras por el control del negocio de las esmeraldas.

Editorial .
La firma que esta semana plasmó el presidente Juan Manuel Santos en la orden de extradición de Pedro Nel Rincón, el ‘patrón’ conocido y temido como ‘Pedro Orejas’, marca un punto de quiebre en la realidad del millonario y, hay que decirlo, aún oscuro negocio de las esmeraldas en Colombia.
‘Orejas’ y varios de sus allegados –que también tienen un pie en Estados Unidos, donde los esperan para ser juzgados por narcotráfico– representan la faz más tenebrosa de esa zona gris que durante décadas el Estado colombiano toleró en el occidente de Boyacá. Esos ‘patrones’ y otros que áun siguen vigentes pretendieron, hace menos de una década, darle una suerte de golpe de estado al hombre más poderoso del sector: el polémico Víctor Carranza, quien falleció en el 2013 después de 50 años de vigencia en el negocio y con muchas deudas pendientes con la justicia. Entre ellas, su papel clave en el nacimiento y la expansión del fenómeno paramilitar en Colombia.
Al final de su vida, Carranza terminó convertido en el factor estabilizador del negocio de las esmeraldas y también del acuerdo de paz que en los 90 permitió ponerle final a la violenta ‘guerra verde’, que sacudió el centro del país con más de 2.000 atentados y asesinatos. El clan de ‘Orejas’ desató una sangrienta escalada contra el sector de Carranza y ya hay varias sentencias que así lo demuestran. Ahora las investigaciones de la DEA y los testimonios de varios antiguos lugartenientes señalan que, como en la época del tristemente célebre Gonzalo Rodríguez Gacha, el ‘Mexicano’, narcotráfico y esmeraldas terminaron siendo el mismo negocio para algunos dueños de minas.

El derrumbe de su imperio debe ser el punto de partida para
que por fin el Estado asuma
el dominio de la zona esmeraldera.

Todo indica que ‘Orejas’ acabó siendo el primer gran ‘patrón’ de las esmeraldas en comparecer ante una corte federal. El derrumbe de su imperio debe ser también el punto de partida para que, por fin, el Estado asuma el dominio y las responsabilidades sobre una extensa zona de Colombia que se acostumbró a aguantar los abusos de los pequeños ejércitos privados de los esmeralderos, y a que estos impusieran en sus municipios tanto a las camarillas políticas como a los funcionarios judiciales. Y mientras unas pocas familias se enriquecían gracias a las minas y al precario control del Estado sobre el monto de explotaciones y exportaciones, miles de mineros y de habitantes de los municipios ‘bendecidos’ por las piedras verdes viven en la miseria.
Hoy, afortunadamente, la realidad del sector está cambiando. La entrada de jugadores extranjeros al negocio ha servido para minar el poder de los ‘patrones’. La justicia por fin ha actuado contra algunos de los más poderosos, pero queda mucho por esclarecer tanto sobre los crímenes recientes como sobre la violencia que se enseñoreó en el occidente de Boyacá en esas décadas en las que el Estado y todos los gobiernos centrales miraron hacia el otro lado, confiados en que los ejércitos esmeralderos, por su cuenta y métodos, no iban a permitir, como en efecto ocurrió, la entrada a sus zonas tanto de guerrillas como de los grandes grupos paramilitares.
Reconstruir la verdad de esa omisión de los deberes fundamentales de un Estado es uno de los pasos para demostrar que, después de todo, la realidad cambió en la tierra de las esmeraldas.
editorial@eltiempo.com
Pedro Nel Rincón Castillo, ‘Pedro Orejas’, está preso en la cárcel de Picaleña bajo medidas especiales de seguridad.

Pedro Nel Rincón Castillo, ‘Pedro Orejas’, está preso en la cárcel de Picaleña bajo medidas especiales de seguridad.

Foto:Luis Lizarazo / EL TIEMPO

Editorial .
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