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Negociación sensata y eficaz

La concertación debe empezar por enviar señales que frenen cuanto antes la violencia.

Editorial .
Los hechos de la semana que termina ratifican que el camino para salir de la coyuntura crítica que hoy atraviesa Colombia es el diálogo sensato y eficaz. No hay más alternativa, en un contexto supremamente grave que ha dado pie a un círculo vicioso de violencia que no puede escalar más.
Aun así, a pesar de la tensión reinante, en los últimos siete días, si bien se presentaron injustificables bloqueos de bienes básicos y lamentables actos de violencia, el Gobierno Nacional y el comité del paro, con la mediación de la Iglesia católica y las Naciones Unidas, han dado muestras de querer avanzar en la ruta de la concertación. Esfuerzo que dio nuevos frutos el viernes, cuando el mencionado comité anunció, tras una reunión con los mediadores, su disposición a iniciar una negociación con el Gobierno, prevista para comenzar hoy. De ese modo, los voceros de la protesta pusieron fin a la espera que por tres días mantuvo al país a la expectativa de un gesto sintonizado con la urgencia de la coyuntura.
Sin embargo, a sabiendas de que comienza la esperada negociación, los constantes y urgentes llamados al cese de la violencia y el vandalismo, a rechazar y castigar abusos de la Fuerza Pública, así como los pedidos de poner fin a los cierres de vías que impiden el normal abastecimiento de las ciudades y golpean las actividades económicas, no deben cesar en los sectores políticos, empresariales y sociales. El clamor por que el encuentro entre el Gobierno y los representantes de los sectores inconformes sea fuente de gestos concretos que signifiquen un alivio para millones de colombianos viene ganando fuerza, ante el creciente agotamiento de la ciudadanía en la tercera semana de manifestaciones. Hay que ser claros, incluso a riesgo de sonar reiterativos: urgen señales convincentes de que hay avances.
En este contexto, anuncios como las matrículas gratis para los estudiantes de educación superior de estratos 1, 2 y 3, el plan de empleo para jóvenes en los 170 municipios Pdet y la aceptación de una negociación son gestos iniciales del presidente Duque que deberían encontrar eco en los promotores de las protestas. Es positivo, reiteramos, que el comité del paro haya confirmado su disposición de sentarse a la mesa, pero ya es momento para que responda pronto a estas primeras concesiones del Ejecutivo. Como en cualquier negociación, solo el constatar que ambas partes han cedido puede abrir las puertas no solo a la confianza mutua, sino a la de la ciudadanía, que seguirá muy de cerca lo que ocurra en esta instancia. En medio de todo, es importante saber que el 84 % de los jóvenes que contestaron la encuesta de Cifras y Conceptos, este diario y la Universidad del Rosario se sienten representados por el comité del paro.
La urgencia, tanto de detener la violencia como de avanzar hacia el consenso, es perentoria. Mantener a la sociedad paralizada y, en algunas ciudades, bloqueada no es sensato ni beneficioso para ninguna de las partes. Los líderes de las movilizaciones deben no solo enviar mensajes más fuertes de que le apuestan genuinamente a la negociación, sino también comprender el sentido de apremio de los colombianos.

Está en juego la
ruta de salida de esta
crisis, trazarla requiere
de ambas partes un abordaje eficaz y claro para el país

Lo que está en esa mesa de negociación es la ruta de salida de esta crisis y requiere de ambas partes un abordaje eficaz y claro para el país. Por eso, el camino que hoy empieza debe tener como primera meta el envío de señales más contundentes que frenen la violencia y calmen los ánimos. Cuanto más tarden los gestos esperanzadores y los avances en la consolidación de consensos, mayor será el riesgo de enfrentar nuevas situaciones extremas, tanto a causa de la violencia como de la escasez de bienes y servicios básicos, como puede suceder con el agua potable de Bogotá y sus alrededores, debido a la falta de insumos para su procesamiento. Es hora de detener la espiral de odio y agresiones que ha dado pie a dolorosas situaciones como la ocurrida en Popayán con la menor de edad que se quitó la vida tras haber sido, presuntamente, víctima de una agresión sexual de miembros del Esmad. Un suceso que obliga a que las autoridades actúen con total determinación para esclarecer estos hechos, al igual que se exige el castigo de los responsables de los incendios y el vandalismo que sufrió la ciudad la noche del viernes.
Razones hay de sobra para que aflore la sensatez. Apostarles a las dilaciones o a las jugadas con cartas tapadas sería un error con costos inimaginables. La oportunidad que hoy se abre reviste un valor superlativo. Quienes se sienten a la mesa tienen la obligación con esta sociedad de aprovecharla y, desde ya, generar una dinámica de confianza, avance continuo y logros que se traduzca no solo en el alivio que Colombia exige, sino en una hoja de ruta que le permita tener un rumbo común, incluyente y concertado que signifique el regreso de la esperanza.
EDITORIAL
editorial@eltiempo.com
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