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Lo que piden los maestros

Aunque hay peticiones razonables, el cese de actividades, que perjudica a los alumnos, es exagerado.

Editorial .
No es fácil explicarles a los cerca de ocho millones de alumnos y a sus padres o acudientes por qué, una vez más, deben permanecer en sus hogares cuando deberían estar en las aulas. Ayer, para mayor ironía, muchos tenían pensado celebrar el día de sus profes, mas no fue posible por el cese de actividades decretado por la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode).
Son varias las peticiones del magisterio. Algunas razonables, como la que apunta a superar los obstáculos que han impedido a los profesores contar con un operador de sus servicios de salud. Aunque el Ministerio argumente que la licitación está en manos de un ente, el Consejo Directivo del Fondo Nacional de Prestaciones Sociales del Magisterio, en el que hay representación de Fecode y que esta no ha podido avanzar por la solicitud de suspensión proveniente de la Procuraduría, es claro que, visto el problema desde una perspectiva más amplia, se puede decir que al Estado le ha quedado grande esta responsabilidad. Aquí retoma vigencia la propuesta de varios conocedores del tema en el sentido de terminar con el régimen especial, decisión que debe venir con la mejora gradual y responsable de los salarios ya en curso.
Es verdad también que este año los educadores no han gozado del aumento anual en su pago, traba que afecta igualmente lo acordado en el cese de actividades del 2015 al respecto. Pero hay que tener en cuenta que dicha demora obedece a los inconvenientes ocurridos en la mesa en la que las centrales obreras negocian con el Gobierno la cuantía del alza para la totalidad de los empleados oficiales. Un escenario en el que las fricciones entre las distintas organizaciones sindicales han sido un palo en la rueda.
Dicho lo anterior, hay que afirmar, con la misma claridad, que el Gobierno sí ha respetado lo prometido en cuanto al mencionado aumento gradual de sus salarios y a que este supere el fijado para los empleados públicos. Lo pactado compromete al Ejecutivo con mejorar los sueldos en 10 puntos porcentuales en un lapso que termina en el 2019.

Aunque en la lista
hay varias peticiones razonables, la carta del cese de actividades que tanto perjudica a padres y alumnos parece exagerada a esta altura.

Ante esta realidad, habría que esperar de los docentes un esfuerzo más decidido en su responsabilidad de estar a la altura de lo conseguido mediante una mejora permanente en la calidad de su labor, antes que en la búsqueda de nuevos incrementos. Y es que ahora han reclamado que se mantenga esta tendencia en el 2020 y el 2021. Esta aspiración –afirma con plena razón el Gobierno– no es factible llevarla a la mesa por el simple hecho de que toca la autonomía que debe tener el Gobierno que suceda al actual, el 7 de agosto del 2018.
Así mismo, entre las peticiones de los docentes aparecen de nuevo elementos que, como la gratuidad, la jornada única o los desayunos escolares, son para los colombianos un anhelo incuestionable, pero que vistos a la luz de la estrategia de Fecode lucen también como fichas de un ajedrez en el que hay estrategias y propósitos distintos a los que dictan el sentido común y la responsabilidad fiscal.
El perjuicio que genera la decisión de usar la carta del cese de actividades es enorme. Considerable es también el desbalance entre conquistas y avances que las respalden. Los mismos que evitan que sean vistas como privilegios.
EDITORIAL
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