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Llamado a la responsabilidad

Las cifras actuales de la pandemia obligan a tomar precauciones a todo nivel.

Editorial .
Como era de esperarse, fue intenso el debate que entre los expertos generó el documento oficial enviado por el Instituto Nacional de Salud, firmado también por el viceministro de Salud, a la Corte Constitucional y en el que se plantea un escenario de 41.622 muertes por covid-19 de aquí a diciembre, de no modificarse sustancialmente los indicadores que esta tenía el 27 de abril. Tal escenario, aterrador sin duda, motivó críticas de expertos que no están convencidos de algunos de los parámetros utilizados para elaborar tal estimación. Aunque coinciden en que el coronavirus sigue siendo una amenaza seria, plantearon bien fundados interrogantes respecto a tan preocupante cifra.
Al tiempo que tenía lugar esta discusión, nuevos datos reforzaron y les dieron fundamento a quienes, ante indicios no muy difíciles de constatar, han advertido sobre el costo enorme que tendría para el país creer que las condiciones están dadas para bajar la guardia y pasar la página.
Son números que invitan a reflexionar acerca de cómo se está asumiendo el reto de contener la pandemia, tanto en lo colectivo como en lo individual, y así evitar un colapso del sistema de salud. Los más inquietantes son el aumento que se viene registrando en indicadores críticos, como lo son la tasa de mortalidad por millón de habitantes, que el jueves pasado fue de 38,7, mientras que el 30 de abril era de apenas 5,8; el porcentaje de positividad de las pruebas realizadas también el jueves fue de 20,6 por ciento, el más alto hasta ahora desde que llegó el covid-19 al país; el número de contagios registró, asimismo, un máximo histórico el mismo día, con 3.171 casos nuevos, un indicador que se viene duplicando cada 18 días. A todo lo anterior hay que añadir el aumento de los conglomerados –grupos de casos en un área específica en la que la vigilancia epidemiológica se intensifica–: hace un mes eran 73, ahora son 397; y el que ya haya llegado a 567 de los 1.102 municipios del país.
Tales números se dieron a conocer horas antes del comienzo, el viernes pasado, del primero de los tres días sin IVA previstos para este año, en vísperas del Día del Padre y al tiempo que la Organización Mundial de la Salud advertía que el mundo había entrado en una “fase peligrosa” con el desconfinamiento. El caso es que la mencionada jornada estuvo marcada por múltiples aglomeraciones en los comercios, con escenas de multitudes que causaron una comprensible indignación y alarma no solo entre las autoridades, sino también en buena parte de la ciudadanía.
A través de las redes sociales, muchos cuestionaron por qué se dieron las condiciones para que tantas personas se reunieran en espacios cerrados, justo en el momento más crítico del esfuerzo colectivo por evitar que la pandemia alcance dimensiones catastróficas. La situación llegó a tal punto que fue necesario apelar al sarcasmo para expresar el desconcierto.

De ninguna manera se pueden repetir situaciones como las del viernes mientras dure la amenaza del covid-19, es decir, en tanto no contemos con una vacuna. Es jugar
con candela

Lo ocurrido el viernes tiene que marcar un antes y un después en términos de cómo actuar en esta fase de riesgo y reactivación, avanzando ambos a un ritmo similar. Preocupa también que sean tantos los reportes de fiestas y reuniones sociales multitudinarias en las que el distanciamiento social brilla por su ausencia, en particular en aquellas ciudades donde la situación es más crítica. Igualmente, observar que en establecimientos comerciales, así como en el desarrollo de actividades deportivas y recreativas, sean ignoradas o burladas las normas de bioseguridad. Se trata de que cada ciudadano sea consciente de que sigue siendo real la posibilidad de contraer este coronavirus y transmitírselo a sus seres más queridos.
De igual forma, urge entender que es una responsabilidad, consigo mismo y con todos los que nos rodean, y no un capricho del Gobierno, el uso del tapabocas, el distanciamiento social y el lavado constante de manos. Y, en lo que corresponde a empresas y establecimientos comerciales, el control estricto del aforo, así como el registro y la verificación de la temperatura corporal de empleados y clientes, entre otras medidas de prevención. Estamos en el umbral de la llamada nueva normalidad, en la que será necesario construir una nueva cotidianidad, asumiendo la presencia del virus entre nosotros.
Para ser claros: las personas, pero también las empresas, las autoridades nacionales y locales, entre muchas otras instancias, tienen que responder afirmativamente al llamado de los científicos a la precaución. Además de seguir con las ya mencionadas pautas, este llamado debe estar presente en todas las decisiones que por estos días se tomen, colectivas o individuales. Es una variable absolutamente indescartable en cualquier ejercicio de planeación. De ninguna manera se pueden repetir situaciones como las del viernes mientras dure la amenaza del covid-19, es decir, en tanto no contemos con una vacuna. Es jugar con candela. O, mejor, con la vida.
EDITORIAL
editorial@eltiempo.com
Editorial .
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