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La recuperación de Tota

La recuperación de Tota

Es de aplaudir la alianza que trabajará por el desarrollo sostenible de los ecosistemas del lago.

Y cuando hablamos arriba de cambio climático y, en todo caso, de las preocupaciones de un país como Colombia, bendecido por la abundancia de agua y de bosques que, evidentemente, no hemos sabido preservar, surgen valiosos puntos de esperanza, como el nuevo propósito de rescatar la histórica laguna de Tota, que además es atractivo turístico.

La buena nueva se conoció a finales de la semana pasada: nació la Asociación Bachué, alianza en la cual participa un grupo de municipios en busca de inyectarle vida a esta preciosa riqueza natural. En esa loable tarea, Bachué tiene como propósito trabajar por el desarrollo sostenible de los ecosistemas del lago, así como de los páramos de la región de Sugamuxi.

De seguir el desenfrenado deterioro ambiental, la catástrofe en Tota –el lago más grande de Colombia– será irreversible.

Foto:

Salud Hernández-Mora

Que la unión hace la fuerza es una verdad de a puño. Y qué bien que esta, aparte de voluntad, tenga respaldo económico. “Tenemos la obligación de hacer una inversión importante. Además, contamos con nuestros recursos, más otros de Corpoboyacá, la Gobernación de Boyacá y la Nación; podremos hacer una bolsa regional para mantener el proyecto en marcha”, dijo Sandro Néstor Condia, alcalde de Sogamoso.

Todo esto se ve muy bien. Hay un aljibe que corre en la dirección correcta: la de entender que la gestión ambiental es, por definición, una tarea regional. Y es clave que también tengan presente que la salud del lago depende del cuidado de toda la cuenca que lo abastece. Hay que empezar a comprender a Tota en su dimensión ecosistémica.

La implementación de filtros verdes, como está previsto, para el tratamiento de aguas residuales es un ejemplo de lo que se debe hacer. Y urge, como nunca antes, apostarle también a la educación ambiental.

Bajo esta nueva alianza se debe, así mismo, llamar la atención para que el sector privado –en especial el agrícola y el turístico– aporte desde sus actuaciones y transforme viejas y contaminantes prácticas, y que también se meta la mano al bolsillo para la restauración del ecosistema, el cual es el futuro regional y nacional.
Es una hoja de ruta que ojalá muestre prontos resultados y quizá se copie en la laguna de Fúquene, cada vez más enferma e invadida y que clama por su recuperación.

- editorial@eltiempo.com

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