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Editorial: La pesadilla del 'Chapo'

Su extradición es una señal de que la era de los grandes capos podría estar llegando a su fin.

Editorial .
En medio de la posesión de Donald Trump, la extradición del narcotraficante mexicano Joaquín el ‘Chapo’ Guzmán pasó casi inadvertida para el mundo, no obstante ser el colofón de una lucha sangrienta contra el temible cartel de Sinaloa y una señal de que la era de los grandes capos podría estar llegando a su fin.
El escurridizo criminal logró burlar la justicia en reiteradas ocasiones, al tiempo que construía uno de los imperios del crimen más grandes de la historia. Llegó a ser comparado con Pablo Escobar o Al Capone y a ser declarado, en el 2013, el ‘enemigo número uno de Chicago’.
Su negocio fue tan fructífero que el ‘Chapo’ estuvo en la lista de los hombres más ricos del mundo de la revista Forbes (2011), con una fortuna de más de mil millones de dólares. Y, precisamente, gracias a su poder corruptor, sus dos cinematográficas fugas pusieron en duda la capacidad de las autoridades mexicanas de lidiar con un delincuente de su perfil. Sus evasiones de la prisión de Puente Grande, en Jalisco, en el 2001, en un carro de ropa sucia, y en el 2015, de la del Altiplano, por un túnel, lo pusieron al nivel de una leyenda.
Pero la vanidad fue su punto débil. Su captura se debió a su afán de hacer una película para inmortalizarse. A México, sumido en una ola de violencia y corrupción originada en el narcotráfico, que ha dejado unos 150.000 muertos y casi 30.000 desaparecidos desde que el gobierno de Felipe Calderón le declaró la guerra en el 2006 al flagelo, no le quedó otra opción que extraditarlo a EE. UU. Ahora, ante un tribunal de Nueva York, deberá responder por 17 cargos de los que ya se declaró ‘no culpable’.
Más allá de si la extradición del capo, un día antes de la posesión de Trump, fue un gesto de agradecimiento a Obama, o una bienvenida al magnate, será un paso importante en la ahora compleja cooperación entre los dos países. Se salvará de la pena capital, pero muy probablemente tendrá que pasar sus días en el mismo espacio donde estuvieron algunos de los más peligrosos terroristas, como los cómplices de Osama bin Laden.
Así termina la vida de crimen y violencia del ‘Chapo’, como la de tantos de su calaña, y se vuelve a demostrar que tarde que temprano pierden la mano con la justicia.
editorial@eltiempo.com
Editorial .
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