De qué sirven las imágenes icónicas de las guerras. Qué consiguió, aparte de probar que el infierno está en el mundo, la fotografía de la niña vietnamita Phan Thi Kim Phúc cubierta de napalm en junio de 1972. Qué logró, aparte de horrorizar al planeta, el retrato del pequeño sirio Aylan Kurdi ahogado en una playa turca. Tendrían que demostrar esas instantáneas premiadas que ninguna guerra tiene sentido, que no tiene justificación alguna nada que termine en el dolor y el sometimiento y la deshumanización de tantos inocentes. Y sin embargo, a una imagen devastadora de la guerra protagonizada por un menor suele seguirle otra, como si se tratara más bien de probar que la humanidad es incapaz de darse una tregua, de dejar atrás la lógica de la guerra.
Resulta descorazonadora y devastadora la fotografía –y resulta aplastante el video– del niño sirio Omran Dagnees que ha estado circulando por los medios del mundo en las últimas horas. Porque el pequeño Omran se ve aturdido y mudo, en shock, sentado en la silla naranja de una ambulancia, luego de ser rescatado de entre los escombros del bombardeo en las cercanías de Alepo. Pero también porque recuerda de inmediato a todas esas fotografías extraordinarias –más poderosas que mil palabras, sin ninguna duda– que le han recordado al planeta a los gritos lo que se siente vivir en un lugar en guerra y lo que está pasando aquí mismo mientras tantas personas pueden darse el lujo de enterarse por la prensa.
El fotógrafo de guerra Mahmoud Raslan, que estaba a unos pasos del bombardeo y del niño y que captó la imagen publicada al día siguiente en el diario The Telegraph, declaró ante la prensa algo semejante: “Espero que todas las fotos de los niños y de los bombardeos en Siria se conviertan en virales, de modo que todo el mundo sepa qué significa vivir aquí”. Tiene que ser que la gente no se entera de las miserias que pasan en las guerras. Si las fotografías icónicas de víctimas estuvieran llegando a manos de la mayoría, seguro que cada vez menos personas creerían aquello de que el combate tiene algún sentido y es inevitable.
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Omran Dagnees, de 5 años, sentado en una ambulancia tras ser rescatado de una vivienda bombardeada en el barrio de Al Qatergui en la ciudad siria de Alepo, este 18 de agosto. Imagen: Mahmoud Raslan / Centro de Información de Alepo (AMC)
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