¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Hablemos de acoso

Recurrir al poder o a la jerarquía para obtener favores sexuales ha dejado de ser algo normal.

Editorial .
Ya era hora de que la conversación surgiera y el cambio se diera. Quienes recurren al acoso sexual en ámbitos laborales no pueden seguir protegidos por una espuria y sin embargo longeva ley del silencio con validez universal.
El empujón corrió por cuenta de un artículo de The New York Times publicado a comienzos de este mes y en el que se documentaba cómo el reconocido productor de Hollywood Harvey Weinstein no solo incurrió en esta conducta de manera sistemática, como todo un depredador, sino que compró el silencio de sus víctimas.
Esta revelación produjo una bola de nieve en forma de nuevas denuncias de víctimas de Weinstein y de una movilización sin precedentes en las redes sociales de personas, en su gran mayoría mujeres, que se animaron a compartir sus propios relatos como víctimas de esta conducta. Lo ocurrido con el actor Bill Cosby abonó el terreno.
Que un hombre recurra al poder o a la jerarquía para obligar a una mujer a acceder a intercambios sexuales fue un comportamiento visto como normal en distintas sociedades por décadas, incluso siglos. Por supuesto que la ecuación en términos de género y orientación sexual varía, y esto hay que anotarlo, pero es claro que la gran mayoría de los casos se dan en los términos expuestos.

Quienes recurren al acoso sexual en ámbitos laborales no pueden seguir protegidos por una espuria y sin embargo longeva ley del silencio con validez universal

Como David contra Goliat, las mujeres que han sufrido este drama, sea en sus lugares de trabajo o en las aulas –el otro escenario por excelencia del flagelo–, y han decidido actuar conocen muy bien esa sensación de desgarradora impotencia que las invade después de constatar el tamaño del monstruo al que se enfrentan. Lo anterior porque se asumía, y qué bueno que ya se comienza a conjugar este verbo en pasado, que estas conductas eran naturales y que de ningún modo podían manchar la trayectoria de sus perpetradores.
Luego de las valerosas denuncias de miles de víctimas, este comportamiento poco a poco hace el tránsito de anécdota que se relata en voz baja (o de la que algunos se ufanaban) a delito que se denuncia con nombre propio. Se construye así el bienvenido consenso respecto a lo inaceptable y aberrante de utilizar la jerarquía y el poder como herramientas de coacción para lograr que una mujer acceda a una pretensión sexual.
Pero darle el nombre que le corresponde al acoso es apenas el primer paso. Y aunque sin duda es vital, los que le siguen lo son aún más. La movilización, la comprensible indignación deben cristalizarse en una presión ciudadana por los canales que para ello ofrece la democracia. Esta transformación no solo ha de apuntalar un cambio cultural de fondo –que ya se asoma–, sino que debe dar pie a la creación o fortalecimiento de instancias y mecanismos que permitan que la justicia actúe. Para que las personas que denuncian sientan tranquilidad en lugar de desasosiego, y también para evitar que esto derive en acusaciones sin fundamento real, que no solo perjudican a quienes son objeto de ellas, sino, y de manera grave porque le restan legitimidad, a la causa misma.
Hay que encauzar la movilización por las sendas del Estado de derecho. Que esta energía, más que 'trending topics' en Twitter, genere sistemas de justicia sólidos, eficientes, confiables y libres de viejos sesgos que revictimizan.
editorial@eltiempo.com
Días después de que saliera a la luz el historial de acoso sexual del poderoso productor de Hollywood Harvey Weinstein, su currículum no ha hecho más que engrosarse con nuevas alegaciones de actrices.

Días después de que saliera a la luz el historial de acoso sexual del poderoso productor de Hollywood Harvey Weinstein, su currículum no ha hecho más que engrosarse con nuevas alegaciones de actrices.

Foto:Yann Coatsaliou/ AFP

Editorial .
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más Editoriales

Frenar un asedio

El Gobierno debe evitar que las acciones del Emc agobien a la gente, y especialmente en el Cauca.

Ficci otra vez

Cartagena desde hoy demostrará que es el escenario para el encuentro de los amantes del cine.

La hora de la diplomacia

El ataque iraní a Israel hace temer la extensión hacia un conflicto regional de amplias consecuencias.

Turno para la pensional

La iniciativa del Gobierno puede lograr consensos, pero requiere ajustes profundos.

No hay excusa

Es grave que la hepatitis viral sea la segunda infección más mortal. Colombia presenta un aumento.

Cien de La Sonora

Su patria ha sido una música que no solo se ha tomado el planeta en español, sino el mundo entero.

Otra vez la deforestación

La falta de control estatal en los territorios que están siendo arrasados es la causa del repunte.