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El Museo en llamas

La del Museo Nacional de Brasil es la tragedia de la negligencia, de la memoria quemada para siempre

Editorial .
Es una de las peores imágenes que se puedan encontrar en las noticias de estos días: la de un museo maravilloso, el Museo Nacional de Brasil, ardiendo en llamas desde las 7:30 p. m. del domingo 2 de septiembre de 2018. Habrá que recordar siempre esta fecha trágica, en la que se perdieron cerca de veinte millones de objetos ancestrales, pues se trata de una verdadera debacle para la cultura del mundo. Se habla de doscientos años de trabajo perdido. Se dice que solo el 1 por ciento de las posesiones estaban expuestas en los salones del museo: esqueletos de dinosaurios, momias egipcias, herramientas de las tribus de un continente que ha tenido tantos problemas para reconstruir su prehistoria.
El museo, ubicado en Río de Janeiro, acababa de celebrar sus primeros dos siglos de vida. En un principio, en el intento de estimular la ciencia en una colonia lejana, el museo se hizo notar como una bodega de aves disecadas. Luego, con el paso del siglo XIX, fue convertido en un refugio para la arqueología, con el impulso del emperador Pedro II. La Universidad Federal de Río asumió su administración a mediados del siglo pasado. Desde entonces, supo conservar su fama de gran museo para las ciencias: el quinto mayor del mundo, ni más ni menos.

Supo conservar su fama de gran museo para las ciencias: el quinto mayor del mundo, ni más ni menos.

En el incendio no hubo heridos, pero sí se perdió, para no ir más lejos, el esqueleto de la primera habitante de América. Según han dicho los encargados de la institución, devastados ante la imagen del palacio reducido a sus ruinas, semejante tragedia ha sucedido luego de años de rogarles apoyo y recursos a los diferentes gobiernos. Se cuenta que por culpa de este abandono estatal, por ejemplo, las instalaciones eléctricas del museo se encontraban expuestas y a la vista.
Su subdirector, Luiz Fernando Dias Duarte, lo ha definido de la mejor manera: “Es una catástrofe insoportable”. Es la tragedia de la desidia, de la negligencia, de la memoria quemada para siempre.
editorial@eltiempo.com
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Foto:REUTERS/Ricardo Moraes

Editorial .
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