Históricamente, el deporte ha servido para unir naciones, en especial cuando atraviesan crisis o desafíos extremos, como una guerra o una tragedia, o también como catalizador de múltiples reivindicaciones políticas o sociales.
Estados Unidos no ha sido la excepción. Desde aquel famoso mensaje de 1942 del presidente Franklin Delano Roosevelt, llamado Green Light Letter, a los dueños de los equipos de béisbol para que en plena Segunda Guerra Mundial continuaran con el juego de pelota y subir la moral del país, pasando por el histórico puño en alto de dos atletas afroamericanos tras ganar medallas en los Olímpicos de México 68, el deporte ha llevado consigo una carga política que se ha usado con diversos propósitos.

Jugadores de varios equipos se arrodillaron durante la interpretación del himno nacional de Estados Unidos, mientras que se levantaron para escuchar el de Inglaterra.
Andrew Boyers / REUTERS
Por eso llama tanto la atención lo que está sucediendo entre el presidente Trump y la Liga de Fútbol Americano (NFL), y también con los Warriors, recientes ganadores del torneo de baloncesto (NBA). Con insultos nunca propios de la dignidad de un mandatario, Trump ha llamado a castigar a aquellos jugadores que ponen rodilla en tierra cuando suena el himno nacional, un gesto que incluso en la era de Barack Obama ya se presentaba. Para el republicano, que lo asumió como propio, es un insulto; para los deportistas, una protesta por el racismo y la discriminación.
Es una tradición que el campeón de la NBA visite la Casa Blanca. Pero la estrella de los Warriors, Stephen Curry, dejó expresar sus dudas y Trump, en un impulsivo gesto, retiró la invitación al equipo completo.
¿A qué juega Trump? Si su idea era ahondar en su discurso divisivo para seguirle dando gusto a esa base popular que lo eligió y le encanta que use palabrotas en sus alocuciones, el tiro parece estarle saliendo por la culata.
Lo que era una manifestación de algunos deportistas afroamericanos se está convirtiendo en un gesto generalizado que incluye a blancos, deportistas y dueños de equipos, para quienes, como dijo Chris Paul, presidente de los jugadores de la NBA, lo que está haciendo Trump “no es la manera como debe comportarse un presidente” de EE. UU. O como le piden de otros sectores: que antes de seguir con la polémica se apersone de la crisis de Puerto Rico.
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