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Ganar los corazones

Conservación de ecosistemas estratégicos mediante contratos con campesinos e indígenas es un acierto

Editorial .
A falta de conocerse detalles de los contratos, se puede calificar como un paso en la dirección correcta la política de impulsar la conservación de ecosistemas estratégicos, poniendo del lado del Estado a las familias que habitan tierras ubicadas sobre todo en áreas de amortización de los parques nacionales.
En total son 90.000 millones de pesos los que se destinarán para esta iniciativa que tiene como objetivo entregar a campesinos e indígenas, y a familias que ya hicieron la erradicación voluntaria de sus cultivos ilícitos, contratos de derechos de uso que les permitan permanecer en los predios donde se encuentran. Los núcleos familiares que los suscriban recibirán del Estado una suma bimestral –en el caso de Córdoba, donde el martes se lanzó la iniciativa, será de 800.000 pesos– a cambio de que dediquen el predio a la agricultura campesina o a otros proyectos sostenibles, evitando así que sean utilizados para ganadería extensiva u otros fines que requieran arrasar el bosque. De esta manera también se formaliza su tenencia. Los contratos tienen una duración de diez años, prorrogables a otros diez, y se entregarán en dos fases para alcanzar un total de 9.596.
Como lo señaló a este diario el experto Germán Andrade, de la Universidad de los Andes, los acuerdos tienen como ingrediente innovador que, por primera vez, no se promueve la expulsión de quienes habitan estas Zonas de Reserva Forestal. Andrade advirtió sobre un riesgo del que debe tomar nota la Agencia Nacional de Tierras: que este programa no genere desconfianza hacia el Estado en comunidades cercanas que no serán beneficiadas.

La iniciativa de ninguna manera puede ser pasajera, y tiene que articularse con los otros esfuerzos que se adelantan contra la deforestación.

Con todo, hay que resaltar este aspecto. Y es que si algo ha sido especialmente complejo en los esfuerzos que viene adelantando el Gobierno para frenar la deforestación que está en auge en muchos de estos lugares es, justamente, que por la manera como están diseñadas las estrategias es muy alto el riesgo de que quienes habitan estas zonas terminen de antagonistas de las instituciones. Y lo que se necesita, como se ha dicho tantas veces, es justo lo contrario.
De lo anterior surge el llamado a que este esfuerzo se articule con los otros tantos que desde otras instancias estatales se desarrollan en este momento para hacerle frente a la deforestación. Sería inadmisible que por falta de coordinación, las familias que se han vinculado con este proyecto de los contratos de conservación recibieran de otra institución algún mensaje en un sentido diferente.
Por último, hay que enfatizar en la necesidad de que esta iniciativa no sea pasajera. Si se quiere garantizar el apoyo en la necesaria y urgente causa de frenar la deforestación por parte de las familias beneficiarias, es vital evitar que al concluir este Gobierno cambien las reglas de juego. Se trata de la confianza de la gente en el Estado en aras de un propósito vital, del que depende el bienestar de las futuras generaciones, sin importar en qué parte del país se encuentren. De seguir la deforestación al ritmo actual, las consecuencias hacia el futuro serán nefastas, no sobra repetirlo. Por eso es tan importante el paso dado y por eso es tan importante, también, que la confianza que se construya no se diluya como consecuencia de algún timonazo futuro.
EDITORIAL
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