Ha sido uno de los dramas humanos más sonados de estos tiempos: un recordatorio de la fragilidad de la vida y de lo fácil que es vivir en vilo de un momento para otro. El miércoles 15 de noviembre desapareció, en el océano Atlántico, el submarino argentino ARA San Juan. Se dirigía de Ushuaia a Mar del Plata, según se ha dicho, tripulado por 44 miembros de la Armada. “No hay consuelo… –escribió el futbolista Maradona en su cuenta de Instagram–, que Dios los tenga en la gloria, muchachos”, pues luego de días de una búsqueda infructuosa, ante las esperanzas menguadas de los familiares de los oficiales, se daba la noticia tardía de la explosión de la embarcación.
De inmediato, fue legítimo preguntar qué clase de manejo se le había dado a la búsqueda del submarino, por qué se esperó tanto para emprenderla, por qué la Armada tardó ocho días y ocho noches en dar la noticia terrible –un hallazgo, por demás, de la Organización para la Prohibición de Pruebas Nucleares, en Viena– de que unas tres horas después de la última comunicación con el ARA San Juan se había escuchado una estruendosa explosión en el Atlántico sur: “Este miércoles nos llegó oficialmente la información de Estados Unidos sobre la anomalía hidroacústica, y hoy recibimos el evento violento consistente en una explosión”, reconoció el capitán Balbi, portavoz de la Armada argentina.
Quedó claro que la información sobre el caso fluyó torpemente, que ni las reacciones de los familiares ni los confusos anuncios del Gobierno argentino sirvieron para ir despejando el misterio de diez días: el ARA San Juan, uno de los tres submarinos del país austral, en vano fue rastreado por los rusos y por los norteamericanos, y solo la noticia tardía de la detonación en el océano pareció dar una sensación de cierre.
Jésica Gopar, la esposa de uno de los 44 tripulantes, escribió: “Adiós, amor” este jueves en su cuenta de Twitter. Es el dolor personal. Un dolor que es nacional, y del mundo, por unos seres de mar que, al parecer, se fueron quién sabe por qué fatalidad.
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Los familiares de los tripulantes elevaron sus criticas a la Armada argentina por el manejo de la situación, afirmando que les han mentido y ocultado información.
EFE / Mauricio Arduin
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