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Editorial: Detrás del DAS

La agencia de inteligencia fue fundamental en magnicidios que marcaron a generaciones de colombianos

Editorial .
Es lo más probable que la opinión pública reaccione, decepcionada e incómoda, cuando se le mencione el Departamento Administrativo de Seguridad: el DAS. En los últimos tiempos, no solo se han conocido con cuentagotas, pero a la larga con precisión, los desmanes que se cometieron en los días de las llamadas ‘chuzadas’, sino que se ha seguido paso por paso, a través de los medios de comunicación, el juicio tortuoso por el crimen del excandidato presidencial del liberalismo Luis Carlos Galán –que terminó en condena– a uno de los directores más célebres de la historia del Departamento: el general Maza Márquez.
Pero lo que ha estado sucediendo en las noticias de estos meses, en relación con el pasado del DAS, ha sido una suerte de reescritura de la historia reciente de Colombia. A principios de la presente semana fue capturado el agente del CTI Jaime Gómez Muñoz, exescolta del excandidato presidencial del M-19 Carlos Pizarro, porque –según anotó la Fiscalía– cumplió la misión de “ultimar al sicario que asesinó a Pizarro para garantizar la impunidad”: su testimonio, que hablaba de una actuación de defensa propia, contrasta con las declaraciones de una decena de pasajeros que describen la situación de una manera completamente diferente.
Sea como fuere, que ya el juez correspondiente sabrá juzgar los hechos de aquel 26 de abril de 1990, de inmediato se recordaron las teorías –que también apuntan al desaparecido DAS– sobre el asesinato del exministro Rodrigo Lara Bonilla. Y volvieron a las noticias las preguntas, aún sin responder, sobre el homicidio del excandidato de la UP Bernardo Jaramillo Ossa.
Desde hace varios años se ha estado llegando a la conclusión, desde el Estado mismo, de que la agencia de inteligencia no solo no fue una aliada de la democracia colombiana, sino que fue fundamental en los magnicidios que marcaron a las generaciones de colombianos que vivieron los años 80. Sin embargo, la captura de Gómez Muñoz convierte la hipótesis escalofriante en teoría a punto de ser confirmada y a punto, también, de ser la Historia de Colombia que la justicia ha estado en mora de contarnos.
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