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Al corazón, no al bolsillo

La entrada en vigor de las multas a los infractores del Código de Policía no ha pasado desapercibida

Editorial .
Por tratarse de un asunto que toca tanto el bolsillo como la cotidianidad de los colombianos, la entrada hoy en vigor de las multas a los infractores del nuevo Código de Policía no ha pasado, ni mucho menos, desapercibida.
No han faltado los debates sobre las cuantías, los interrogantes sobre si estas son adecuadas ni las disputas respecto a si el Estado cuenta con las herramientas necesarias para hacerlas efectivas. Atadas a ello están las sanciones para los morosos, las cuales han llevado a muchos a preguntarse si le dan al código los dientes que requiere. Esta discusión debe darse. Hay que prestar atención a quienes, por ejemplo, argumentan que son muy débiles los recursos de las autoridades para que los infractores no se pasen la ley por la faja, tanto como a quienes advierten sobre la necesidad de una debida capacitación y un efectivo control sobre los agentes del orden para evitar arbitrariedades.
Son asuntos importantes, pero que no pueden ocultar lo fundamental: lograr que el código no sea rey de burlas.
Y para tal propósito es mucho más decisivo garantizar una institucionalidad efectiva y robusta. Que quien sea víctima de una conducta que afecte la convivencia tenga de antemano la certeza de que será fácil acudir a la autoridad y de que esta actuará. O, en su expresión inversa: que aquellos que gustan, por ejemplo, de beber en espacios públicos reciban el mensaje de que este proceder –perturbador de la tranquilidad de los vecinos– ya no podrá ser parte de su rutina. El fortalecimiento de las herramientas y las instancias llamadas a hacer cumplir el código (hablemos, por ejemplo, de inspecciones de policía) y la prevención –como ya lo viene haciendo la Policía– son dos aspectos mucho más centrales en todo esto que las multas.
Y es que el objetivo no puede ser que la ciudadanía respete el código por temor a un castigo que golpee sus finanzas personales. Con esta filosofía, de darse, el esfuerzo está destinado al fracaso. Se trata de que la gente sea capaz de asimilar el hecho de que estas pautas de comportamiento están ahí para que todos vivamos mejor.
- editorial@eltiempo.com
Editorial .
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