Tras un mes largo de espera, es hora de que de la negociación entre el Gobierno y los representantes del magisterio salga humo blanco. Cuando ha sido tan prolongado el lapso del cese de actividades de los docentes, el peso del perjuicio causado a los más de 8 millones de estudiantes hace cada vez más difícil encontrar cómo nivelar la balanza por más justas que sean algunas de las peticiones de los profesores ubicadas en el otro lado, sobre todo aquellas relacionadas con la salud y la infraestructura. Esto último debe quedar claro, como ya se planteó desde estos mismos renglones.
Y es que en toda esta discusión debe dársele la importancia debida al hecho de que muchos de los menores terminan expuestos a no pocos peligros, pues los padres no tienen con quién dejarlos o no cuentan con los suficientes alimentos, ya que algunos se alivian con el almuerzo escolar. Debe considerarse el trastorno que causan a millares de hogares que programan vacaciones para mitad de año, con el fin de poder estar con sus hijos.

Más de 3.500 docentes marcharon solo en Bogotá. En Sibaté y Mosquera fueron otros 2.000.
César Melgarejo / EL TIEMPO
Dicho lo anterior, y puestas las cosas en blanco y negro, se debe reconocer que el Gobierno les ha venido cumpliendo a los maestros lo firmado en el paro de hace dos años, en particular lo relativo al alza progresiva de 12 puntos porcentuales en sus salarios. Hay que decir también que otras aspiraciones del magisterio, como la de las primas extralegales de algunos entes territoriales, pasan por el tamiz del Consejo de Estado, no del Ministerio. Incluso, este les ha ofrecido a los dirigentes sindicales conformar un frente común para pedirle al alto tribunal un pronunciamiento que despeje el panorama.
Es necesario, además, hacer énfasis en la responsabilidad que les compete a los negociadores de tener presente el marco legal de su tarea. Esto, para decir que asuntos como asegurar recursos cuya disposición estará en manos del próximo gobierno simplemente trascienden el ordenamiento legal vigente. Así mismo, cambiar aspectos relacionados con disposiciones de orden constitucional. Aquí, el Estado de derecho señala un camino, el del Legislativo, si lo que se quiere es promover transformaciones a ese nivel.
El siguiente paso debe ser aceptar una mediación en busca de pactar soluciones sin desmedidas exigencias que, antes que justas, suenen a chantaje
Les corresponde, pues, a los representantes de los maestros dar señales de una percepción más serena del terreno en el que están parados. No hacerlo puede acabar jugando en su contra, restando apoyo del importante sector de la opinión que se solidariza con su causa. Puede, incluso, propiciar el escenario paradójico de que una protesta para mejorar la educación pública termine en el fortalecimiento de la educación privada, a la que acuden todos aquellos padres temerosos de interrupciones en las actividades escolares de sus hijos, como la actual.
Ha llegado la hora de ser magnánimos, de pensar no solo en intereses propios, sino en los colectivos, en especial en esos niños que todos los días los esperan en un salón de clases. El siguiente paso debe ser aceptar una mediación en busca de pactar soluciones sin desmedidas exigencias que, antes que justas, suenen a chantaje. Si es el caso, impuesta por el Ministerio del Trabajo.
De no haber avances, lo mejor es que se cumplan las vacaciones. Este ‘recreo’ puede ser la pausa previa al esperado entendimiento.
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